Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová”.
– Salmo 144:15.
Ved qué vida fácil y agradable podría vivir el pueblo de Dios, si no fuera por sus propias faltas. Hay quienes temen a Dios y obran justicia, y son aceptados por el Señor, pero andan decaídos y desconsolados de día en día, están llenos de preocupaciones, temores y quejas, y siempre están inquietos; y es porque no viven esa vida de deleite en Dios y dependencia de él, que podrían y deberían vivir.
Dios ha provisto eficazmente para que ellos vivan a sus anchas, pero ellos no hacen uso de esa provisión que él ha guardado para ellos.
Oh, que todos los que aparentan ser concienzudos y temen el pecado, aparentaran ser alegres y no temerle a nada más; que todos los que llaman a Dios Padre y se preocupan por agradarle y mantenerse en su amor, aprendieran a depositar en él todos sus demás cuidados y le confiaran su camino como a un Padre.
Él escogerá nuestra herencia por nosotros, y sabe lo que es mejor para nosotros, mejor que nosotros mismos. “Tú responderás, Señor, por mí”. Es lo que he dicho a menudo, y seguiré diciendo: “Que una vida santa y celestial, gastada en el servicio de Dios, y en comunión con él, es la vida más placentera y confortable que alguien puede vivir en este mundo”.
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