Alabad a Dios en su santuario; alabadle en la magnificencia de su firmamento. Alabadle por sus proezas; alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza. Alabadle a son de bocina; alabadle con salterio y arpa. Alabadle con pandero y danza; alabadle con cuerdas y flautas. Alabadle con címbalos resonantes; alabadle con címbalos de júbilo. Todo lo que respira alabe a JAH. Aleluya”.

Salmo 150.

Cuando me alojaba en un hotel de Noruega, había una niña entre las familias huéspedes. Era una principiante en el piano. Pero insistía en practicar en el salón siempre que quería. Tocaba con un solo dedo y una sola nota, normalmente discordante. Todos salían corriendo al aire libre cuando la veían llegar.

Coincidió que uno de los mejores músicos de Noruega también estaba invitado. En lugar de desaparecer con los demás, cogió un taburete y se sentó junto a la niña. Por cada nota que ella tocaba, él emitía el acorde musical más exquisito, introduciendo un acompañamiento de lo más encantador. Mientras las notas flotaban fuera, la gente volvía en tropel para disfrutar de la música.

Cuando la niña cometía un error más terrible que de costumbre, él improvisaba un estallido de música aún más fino. Al cabo de veinte minutos, cogió a la niña de la mano y la condujo por la sala, presentándola como “la joven a la que debéis la música de esta tarde”. La niña sabía muy bien que no había sido ella, pero todos la felicitaron.

La verdad que ilustra esta historia ha tocado profundamente mi corazón a lo largo de los años. He sido como esa niña al piano de la verdad de Dios. Me he esforzado al máximo para hacer música con mi único dedo. Una y otra y otra vez he salido sintiendo que soy un terrible fracaso y que no toco más que discordia. Pero, oh, también he encontrado al Espíritu Santo sentado a mi lado. Por cada nota de discordia que he hecho, Él ha tocado una nota más noble.

Cualquier cosa que trates de hacer para el Señor, pequeña o grande, y sientas que solo estás cometiendo errores y fracasos y notas falsas, cree que el bendito Espíritu Santo está a tu lado convirtiendo tus disonancias en el Coro del Aleluya.

725