Semblanza de David Wilkerson, uno de los cristianos más prominentes de los últimos cincuenta años, polémico, vehemente –hasta rudo a veces–, pero incuestionablemente honesto y fructífero.

¿Cómo pudo un oscuro predicador rural norteamericano convertirse casi en una leyenda viviente, protagonista indudable de la escena evangélica mundial, admirado y criticado al mismo tiempo, pero difícilmente ignorado, a causa de sus gigantescas y osadas predicciones? ¿Cómo pudo un predicador callejero, con escasa preparación académica y ninguna preparación profesional, levantar y sostener un ministerio que ha recuperado miles de hombres y mujeres de las drogas en todo el mundo, con la mayor eficacia conocida en instituciones del ramo? A pocos meses de su muerte –aun sin tener todavía la perspectiva suficiente para evaluar cabalmente su persona y su obra– David Wilkerson puede ser considerado una figura emblemática de finales del siglo XX, uno de los grandes testigos de la fe de la historia reciente de la iglesia.

David Ray Wilkerson nació en Hammond, Indiana, en Estados Unidos en 1931. Fue el segundo hijo de una familia de creyentes pentecostales. Se crió en Barnesboro, Pennsylvania, bajo la influencia de su padre Kenneth Ann Wilkerson y de su abuelo Jay Wilkerson, ambos predicadores, en una casa «llena de Biblias». Comenzó a predicar a los 14 años.

Después de la escuela secundaria, estudió en el Central Bible Institute (1951-52) de las Asambleas de Dios, a fin de prepararse para el ministerio. En 1953 contrajo matrimonio con Gwen Wilkerson, y empezó a servir como pastor junto con su esposa, en pequeñas iglesias de Scottdale y Philipsburg, Pennsylvania.

Comienzo de sus andanzas de fe

En 1958, mientras oraba tarde en la noche, llamó poderosamente su atención una ilustración que aparecía en la revista Life, de siete adolescentes de la ciudad de Nueva York acusados del asesinato de un niño enfermo. Más tarde escribiría que se sintió movido a compasión, y se sintió atraído hacia esa ciudad poco tiempo después, para ayudar y predicar el evangelio a jóvenes pandilleros y adictos a las drogas, trabajo que comenzó de inmediato a hacer y que continuó en la década de los ‘60. Así comenzó su ministerio de la calle, entre los que un escritor ha llamado «desesperados, confundidos, y a menudo violentos jóvenes adictos».

Desde entonces, su ministerio se caracterizó por el contacto personal con la gente, y por su estilo de predicación franco y directo.

Ese mismo año, fundó el ministerio Teen Challenge (Desafío Juvenil) en Brooklyn, Nueva York, un programa cristiano de recuperación de drogadictos, con una red social cristiana y centros de trabajo y evangelización, que ha llegado a jóvenes y adultos en todo el mundo. Su efecto se ha investigado y se ha documentado reiteradamente, y sus resultados han mostrado ser absolutamente asombrosos. Teen Challenge ha crecido hasta convertirse en el mayor, el más antiguo y más exitoso programa de recuperación de la droga de su clase, con más de 170 centros en los Estados Unidos y 250 en el mundo.

En una encuesta del Instituto Nacional de Abuso de la Droga de Estados Unidos, en 1975, Teen Challenge demostró tener un 86 por ciento o más de éxito en la recuperación de adictos, además de que el índice de reincidencia es notablemente bajo. La investigación reconoció también cuál era el aspecto más distintivo del programa, el que vino ser conocido como «el factor Jesús».

«La Cruz y el Puñal»

Wilkerson se ganó el reconocimiento nacional después de que publicara en 1963, con la participación de John y Elizabeth Serrill como co-autores, el libro La Cruz y el Puñal, sobre los inicios de su ministerio en la calle. El libro se convirtió en un bestseller, con más de 15 millones de copias publicadas en más de treinta idiomas, y ha sido considerado entre los cien libros cristianos más importantes del siglo XX. La revista «Christianity Today» lo incluyó entre los 50 mejores libros que han formado a los evangélicos.

En «La Cruz y el Puñal», Wilkerson relata, entre otras cosas, la conversión del pandillero Nicky Cruz, quien más tarde se convirtió en un evangelista y escribió el libro Run Baby Run («Corre, Nicky, Corre») de corte autobiográfico, que está siendo llevado al cine en 2011.

En 1970, La Cruz y el Puñal se convirtió en una película de Hollywood protagonizada por Pat Boone como David Wilkerson y Erik Estrada como Nicky Cruz, que ha registrado unos 50 millones de espectadores. La filmación de esta película estuvo supervisada personalmente por Wilkerson, quien además escogió a Pat Boone para su papel solo después de un largo tiempo de oración y entrevistas personales. Él exigió y esperó a que Boone viviera ciertas experiencias espirituales que consideraba esenciales para poder representar bien su rol.

Para muchos, el libro La Cruz y el Puñal cambió la faz de la evangelización en el mundo occidental, e inspiró y alentó a los cristianos de todo el mundo a dar un paso de fe. También marcó el comienzo del movimiento carismático actual, tanto entre católicos como entre protestantes, quienes comenzaron a interesarse por el tema de «las lenguas».

En 1967, Wilkerson comenzó su trabajo con Youth Crusades (Cruzadas Juveniles), un ministerio de evangelización dirigido a los adolescentes, a los que llamó «goodniks» –niños de clase media inquietos y aburridos–, para evitar que sean seducidos por una vida de esclavitud a las drogas, el alcohol, la violencia o la anarquía. A través de este ministerio, fue fundado el CURE Corps (Esfuerzo Colegiado de Renovación Urbana) –una especie de versión cristiana del Cuerpo de Paz y Voluntarios al servicio de América (VISTA, por su nombre en inglés)–, en un esfuerzo por aprovechar el entusiasmo y consagración de muchos jóvenes cristianos que querían dar a sus vidas un sentido cristocéntrico.

Expansión del ministerio

En 1971, el ministerio de Wilkerson, en constante expansión, trasladó su sede central a la ciudad de Lindale, Texas, donde fundó World Challenge (Desafío Mundial). Al alero de este ministerio se organizan cruzadas y conferencias; se publican y distribuyen libros y tratados; se producen videos, se promueve la evangelización en las calles, se establecen programas de alimentación y rehabilitación para drogadictos y alcohólicos, y otras iniciativas de caridad, en un esfuerzo gigantesco de ayuda espiritual y material a los necesitados en todo el mundo. Su excelente trabajo humanitario fue citado públicamente como ejemplo por el Presidente George Bush.

Hasta el momento de su muerte, Wilkerson estuvo al frente de World Challenge, que contaba con una lista de correo de cientos de miles de personas que recibían periódicamente copias de sus sermones y actualizaciones del ministerio.

Su ministerio profético

En abril de 1973, Wilkerson publicó La Visión, un libro de profecías que puso a su autor en el ojo del huracán. En él anuncia numerosos hechos proféticos relativos a Estados Unidos, Latinoamérica y el mundo.

Algunas de las predicciones que plantea en el libro son: una recesión mundial provocada por una confusión económica; la implantación de un sistema monetario unificado mundial; un alarmante comportamiento de la naturaleza con cambios de tiempo y terremotos violentos (que alcanzarán fuertemente a Estados Unidos y Japón); una inundación de inmundicia, ocultismo, homosexualidad, aun en los ambientes eclesiásticos; una rebelión generalizada de los jóvenes; una locura de persecución contra los cristianos; el surgimiento de una súper iglesia ecuménica mundial; un despertar espiritual detrás de las cortinas de hierro y de bambú, etc.

Desde la publicación de «La Visión», Wilkerson siguió produciendo libros proféticos, con predicciones más específicas de desastres económicos, escasez de alimentos, aumento de la delincuencia, y en última instancia, de la caída de la grandeza de los Estados Unidos. A fines de los ‘90, con la publicación del libro God’s Plan to Protect His People in the Coming Depression (El plan de Dios para proteger a su pueblo ante la llegada de la depresión), instó al pueblo cristiano a almacenar alimentos, agua y medicinas por inminentes desastres.

Sus últimas expresiones apuntaron al estado lamentable de la Iglesia, en particular, de los países occidentales. Fue especialmente crítico con el movimiento de la prosperidad («la mayor aberración del Evangelio en toda su historia»), en el que identifica muchos errores doctrinales, algunos de gravedad suficiente para colocar sus seguidores en una posición muy seria con Dios. También atacó fuertemente a aquellos que «no hablan de la cruz ni de la santidad; del pecado ni del juicio». Pero, en contraparte, predijo que la Iglesia en Asia y África experimentaría una gran prosperidad, aunque bajo condiciones severas, si no terribles.

«Times Square Church»

David Wilkerson enfrentó permanentemente críticas desde muchos sectores. Pero no solo por sus expresiones proféticas, sino que, en general, por su carácter algo excéntrico –sin dejar de ser respetado por la comunidad cristiana en general–, probablemente debido a su serio y firme enfoque ministerial, y por atreverse a entrar en el ghetto y los barrios marginales de Nueva York para ayudar a las pandillas y drogadictos.

No solo se sumergió en las calles más peligrosas de la ciudad para ayudar a los marginados, sino que más tarde habría de establecer una iglesia allí. Después de haber estado radicado por varios años en Texas, en 1986 volvió a la «encrucijada del mundo». Mientras caminaba por la calle 42 en Nueva York una medianoche, durante su período de oración, el corazón de Wilkerson se rompió una vez más, y sintió que el Espíritu Santo lo llamaba a volver a esa ciudad y levantar un ministerio en Times Square. «Tú vas a hacer algo. Comienza una iglesia. Ya conoces la ciudad y te encanta». En ese momento, la Iglesia de Times Square, una iglesia no denominacional, nació en su corazón. Este fue su segundo movimiento hacia Nueva York, veintiocho años después del primero.

En esa época, Times Square era mal vista por ser una zona frecuentada por prostitutas, fugitivos, adictos a las drogas, indigentes y estafadores, junto con shows en vivo y salas de cine para adultos.

Con la colaboración de su hermano Don y Robert Philips, la iglesia abrió sus puertas en octubre de 1987, en un principio en salas alquiladas (Town Hall y el Teatro Nederlander) y, finalmente, en el histórico Teatro de Mark Hellinger, desde 1989. Hoy en día, la iglesia de Times Square –una congregación-centro de misiones– es una de las más numerosas de Nueva York, un verdadero microcosmos de la ciudad con cerca de 8.000 personas que representan a más de 100 nacionalidades adorando juntos bajo un mismo techo.

El último énfasis de su ministerio

El postrer énfasis en el ministerio de David Wilkerson fue el trabajo con los pastores. En efecto, desde la década de 1990, se sintió guiado por el Espíritu Santo para animar a los pastores y sus cónyuges en todo el mundo a renovar su pasión por Cristo. «He sido un evangelista por 50 años –declaró–, pero yo no quería predicar a los pastores hasta que tuviera el pelo gris, hasta que hubiese pastoreado verdaderamente. Ahora, después de 15 años de pastorado, compartiendo los dolores y las dificultades del ministerio, sentí que el Señor finalmente me liberaba, ya que podría tener algo que decir». Desde entonces, cada año dedicó tiempo para viajar por todo el mundo para celebrar conferencias. En septiembre de 2005, él y su hijo Gary estuvieron dos días ministrando en Santiago de Chile, para pastores y sus esposas.1

El sitio web del ministerio fue creado en 1998 (www.tscpulpitseries. org), tiene versiones en 43 idiomas. El ministerio publica un boletín de noticias sin fines de lucro que cuenta con más de 850.000 suscriptores mensuales. Su blog, davidwilkersontoday. blogspot.com, con versiones en 16 idiomas –entre ellos el español–, publica meditaciones periódicas desde 2008.

Wilkerson y su esposa Gwen se trasladaron a Nueva York en los inicios de la Iglesia Times Square en 1987, y en 2006 comenzaron a dividir su tiempo entre Nueva York y Texas. Tuvieron cuatro hijos y once nietos.

La partida

El 27 de abril de 2011, mientras conducía hacia el este por la ruta 175 en Texas, en compañía de su esposa, Wilkerson cruzó hacia el carril contrario, y colisionó frontalmente con un camión con remolque, en las afueras de Cuney, cerca de 95 kilómetros al suroeste de Dallas. Según los informes, no llevaba puesto el cinturón de seguridad, y fue declarado muerto en el lugar. Su esposa Gwen, que sí llevaba puesto su cinturón, solo resultó con heridas leves. Wilkerson tenía 79 años de edad.

«El Señor ha tomado a nuestro amado hermano, David Wilkerson, en aquel terrible accidente de auto en Texas» – ha dicho Lance Lambert en su último Middle East Update. «El Señor lo llevó instantáneamente a su presencia. La última voz amonestadora de los Estados Unidos ha enmudecido. Aunque las cosas que él dijo ocurran o estén por ocurrir, él era un siervo de Dios que se levantó en medio de mucha crítica y algo de antagonismo, para advertir a los Estados Unidos de que el juicio estaba viniendo sobre la tierra».

El 14 de mayo se realizó un servicio en memoria de David Wilkerson dirigido por su hijo Gary, el pastor Carter Conlon y su hermano Don, en Times Square, que se transmitió en vivo a distintas partes de Nueva York y Estados Unidos, así como por internet online, recibiendo la visita de más de un millón de personas.

En el último posteo de su blog, Wilkerson escribió lo siguiente: «Aquellos que atraviesan el valle de sombra de muerte, escuchen esta palabra: El llanto durará por algunas noches oscuras y horribles, y en esa oscuridad usted de pronto escuchará el susurro del Padre decir: «Yo estoy con vosotros». No te puedo decir por qué en este momento, pero un día todo tendrá sentido. Verás que todo era parte de mi plan. No fue un accidente».

Tributo al padre espiritual

El converso más notable de David Wilkerson fue Nicky Cruz quien, a su vez, es un predicador internacional entre los marginados.

Nicky Cruz recuerda al «predicador flaco», con el cual él se encontró en las calles de Nueva York en los años 50 – donde aun la policía temía entrar. Incluso la mayoría de las pandillas no se atrevían a ir allí y encontrarse con gente como Nicky, que en ese entonces lideraba a los temidos Mau Mau de Brooklyn. Él recuerda al pastor vigoroso, un «francotirador» que «nunca bailó alrededor de cualquier cosa. Él era muy recto, de quien siempre tú dirías: ‘Oh, él es duro’».

Para Nicky, Wilkerson era un amigo cercano y un padre espiritual. «Siempre cuando lo veía y lo abrazaba, le decía: ‘Te amo’. Igual en el teléfono: ‘Te amo, David’ –declara Cruz en una entrevista– él no era muy expresivo, pero siempre que estábamos solos, él me decía: ‘Te amo, hijo’».

La última vez que Nicky lo vio, hace algunas semanas, hablaron por tres horas. Cruz le habló acerca de Mil Pedazos, una película sobre su vida que se estaba rodando, incluyendo el encuentro con Wilkerson que lo condujo a su conversión. El nombre de la película fue tomado de las palabras que le dijo a Nicky después de que éste amenazara con matarlo: «Tú podrías cortarme en mil pedazos y tirarlos a la calle, y cada pedazo te amaría».

«Nueva York en ese tiempo fue bombardeada por las pandillas, y nosotros éramos los líderes supremos de las bandas», recuerda Nicky. «Incluso Frankenstein y Drácula tendrían miedo de caminar en esos barrios. ¡Y él era un escuálido predicador venido de ninguna parte! No hay manera de que un tipo de individuo como ese pudiera ser tan fuerte como para permanecer en pie allí solo».

«Él podía recibir una bala, podía ser asesinado, pero él estaba allí porque era obediente a Jesús. Jesús lo envió allí para llevar el mensaje a las pandillas. Casi lo maté entonces, porque realmente yo estaba totalmente lleno de odio. Entonces fue cuando él me dijo que Jesús me amaba».

Más tarde, cuando ya podían ellos hablar como dos colegas de ministerio, Wilkerson le dijo: ‘¿Sabes, Nicky?, estar en el ministerio no es fácil, siendo un pastor, a veces me desaliento. Y a veces, cuando estoy desalentado, pienso en ti, en ese primer encuentro que tuve contigo, y eso levanta mi espíritu, y comienzo a olvidarme de toda dificultad’».

«David me recordaba a Jesús», dice Nicky. «Dos cosas preciosas me fascinan sobre Cristo: Que él tenía ojos atentos, y que siempre estaba allí percibiendo las necesidades de la gente. Dave tenía el corazón compasivo como Jesús».

Recordándolo, Nicky evoca el Salmo 116:15: «Estimada es a los ojos del Señor la muerte de sus santos». «Pienso que él era muy precioso», dice. «De lo profundo de mi corazón… siento su ausencia».

Legado

Robert Crosby, en un artículo publicado en «Christianity Today» poco después de la muerte de Wilkerson, se pregunta acerca de la influencia de su vida y ministerio: «¿Cómo un pastor pentecostal de una ciudad pequeña, pudo «formar a evangélicos» y al mundo?». Y reconoce tres factores que según él son, a la vez, su legado, y que transcribimos a continuación:

Servir a la humanidad llenos del Espíritu. Wilkerson nos recordó –escribe Crosby– que el «revestimiento de poder del Espíritu» tiene como fin servir con valentía y compasión a la gente desesperada, no simplemente buscar una experiencia religiosa emocional autogratificante. Mucho antes que la «acción social» o el «servicio compasivo» fuesen palabras en boga en la iglesia, Wilkerson lo asumía, no por el interés de hacer algo «relevante» sino a partir de un sentido puro del llamado divino. El énfasis renovado de hoy en el ministerio compasivo entre pentecostales y evangélicos debe mucho a su ejemplo.

Una renovada reverencia por Dios. La santidad puede parecer un término anticuado para nuestros estándares, pero no para Dios. Eso es lo que diría Wilkerson una y otra vez. Los seguidores de Cristo todavía son llamados a ser santos así como Dios es santo (1ª Ped. 1:16). Teen Challenge nos ayuda a considerar la conexión entre la santidad bíblica y la integridad personal. La salud adquirió nueva significación a través de este líder cristiano – sanidad de la mente y del alma.

Wilkerson ha sido conocido por décadas por su inflexible estilo de predicación y llamado a la santidad. Mientras que algunos han sentido su mensaje a menudo profético en su honradez emocional y ética bíblica, otros lo han calificado como irrelevante, anacrónico o pasado de moda. Wilkerson predicó constante y firmemente contra el pecado, posiblemente porque él conoció de primera fuente lo que el pecado podía causar en una vida. Los rostros incontables de vidas desamparadas y los gritos de los adictos endurecidos quizás despertaron una ira dentro de su alma, ira contra el pecado y contra el enemigo de nuestras almas, que sonaba en su predicación como un clamor conmovedor.

Reconocer las señales de los tiempos. Wilkerson vio y creyó constantemente que el juicio de Dios es inevitable y que los cristianos deben ser persuadidos a arrepentirse y a orar. Cuando él era tildado por otros de profeta, citaba a menudo a Amós: «No soy profeta, ni soy hijo de profeta». Sus escritos proféticos, sin embargo, marcan la diferencia…

Mientras reflexionaba hoy sobre su vida, di una lectura fresca a La Visión. Al hacerlo, es claro que mucho de lo que él predijo en aquel momento se ha vuelto real (algunos incluso en los dos últimos años)… Como sucede con la mayoría de los predicadores apasionados, es necesario discernir entre la visión divina y la opinión personal, entre el trigo y la paja. Sin embargo, nunca sus pronósticos me parecieron insinceros o autocomplacientes. Al contrario, han venido constantemente más como advertencias que como esfuerzos sensacionalistas. Y, honestamente, lo que me preocupa en este punto no es lo que predijo Wilkerson en sus escritos, sino más bien aquellas predicciones suyas que aún no se han cumplido.

Wilkerson trajo advertencias y la esperanza de Cristo no solo a los drogadictos, sino también a la iglesia. Él nos rogaba leer «las señales de los tiempos».