“Matrix”, la saga fílmica de moda hoy en el mundo, muestra –y a la vez esconde– de manera muy atractiva y solapada, una nueva versión del mesías nuevaerista.

De nuevo la industria del cine provoca todo un fenómeno social. Cuando aún no se acallan las polémicas surgidas a propósito de “Harry Potter”, éstas vuelven a reabrirse con el estreno de la segunda parte de “Matrix”.

“Matrix” se estrenó en 1999; “Matrix reloaded” –la actual– lo hizo en el pasado mes de mayo con gran éxito de taquilla en todo el mundo, y su continuación, “Matrix revolutions”, se estrenará en noviembre de este año.

Un correlato bíblico

Con “Matrix” se introduce una nueva muestra de lo que algunos denominan ciencia-ficción teológica o metafísica. Mientras “Harry Potter” planteaba el tema de la magia – como una atractiva vocación juvenil; en “Matrix” se plantea el tema del mesianismo – con el adorno de las artes marciales y los efectos especiales.

Se han adoptado variadas posturas para acercarse a este fenómeno fílmico. Una línea de interpretación ve a “Matrix” como un correlato bíblico – sea como una metáfora de la fe cristiana, o como una caricatura satírica de ella. Se ha dicho, por ejemplo, que es “una reescritura moderna, ágil, atrevida del Nuevo Testamento” 1 , y se han hallado similitudes entre Neo –el protagonista– y Jesús, tales como su nacimiento, muerte y resurrección.2 O bien se ha dicho que se trata de un ataque solapado al cristianismo: que es “un film violento, lleno de blasfemias de todo género que explotan la reminiscencia en el público de la narración cristiana, para atormentar a la gente con una historia fundamentalmente atea.” 3

Un frente metafísico

La película abre también un frente de discusión filosófica de envergadura, que ha llegado incluso a las universidades. En Estados Unidos, recientemente se publicó un libro titulado: “Science, Philosophy and Religión in The Matrix” (“Ciencia, Filosofía y Religión en The Matrix”), que recoge opiniones de científicos, críticos de cine, filósofos, y escritores de ciencia-ficción.

Las discusiones giran en torno a cuestiones ontológicas fundamentales, tales como: ¿Es la realidad una mera ilusión? ¿Qué es lo real? ¿Somos libres para elegir? Algunos han visto en esta saga una expresión de la tesis postmoderna del francés Braudillard, autor del ensayo ‘Simulacros y simulación’, donde plantea que “ya no es posible partir de lo real para fabricar lo irreal; ahora el proceso será más bien a la inversa”. es necesario “reinventar lo real como ficción, precisamente porque lo real ha desaparecido de nuestra vida”. 4

Expresiones de la Nueva Era

Ciertamente, una propuesta tan amplia y ‘recargada’, como lo es esta saga, admite variadas interpretaciones. Sin desconocer la validez de otras muchas lecturas, nos parece que hay una que no ha sido debidamente realizada, y que toca aspectos de fondo. Creemos que, tanto el elemento cristiano, como todos los otros que eventualmente pudieran hallarse en estas películas (el informático, p.ej.), son meros ‘adornos’ del gran mensaje nuevaerista que subyace en todo el film.

El trasfondo de la serie “Matrix” es el mismo de otras obras artísticas ampliamente difundidas en las últimas décadas. Es el mismo, por ejemplo, de “Juan Salvador Gaviota” de Richard Bach, una alegoría publicada en 1970, que fue también llevada al cine. Por supuesto, hay algunas diferencias entre “Matrix” y “Juan Salvador Gaviota”, propias del contexto social en que ellas surgieron – el humanismo ‘jipie’ y pacifista de los ’60 y la cibercultura heavy metal de los ’90. Pero el trasfondo –la Nueva Era– es el mismo.

Los protagonistas de “Juan Salvador Gaviota” y de “Matrix” presentan las típicas características del héroe nuevaerista. Ambos son presentados, en el comienzo de sus respectivas historias, como ‘inquisidores’ de nuevas realidades, siempre en busca de respuestas, lo cual los diferencia del común.

Son héroes en constante búsqueda de crecimiento y desarrollo – “ansias de perfección”. Juan Salvador abomina la prosaica forma de vida de las gaviotas de la Bandada, las que viven sólo para comer. Neo, cansado de su rutina, ha llegado a ser un experto informático considerado peligroso para la sociedad – un “hacker”. Impulsados por esta insatisfacción estos héroes se destacan del resto, lo cual llama la atención de los ‘iniciados’. Neo recibe la llamada de Morfeo, que le seduce con un despliegue muy efectista de poder cibernético y un mensaje que difícilmente se puede olvidar: “Eres el elegido, Neo”. Juan Salvador, por su parte, recibe la visita de dos gaviotas brillantes, cuyo vuelo le asombra, y que le llevan consigo. A partir de este deslumbramiento que les producen los ‘iniciados’, estos elegidos son conducidos hacia una etapa superior de desarrollo. Esta experiencia señala, precisamente, la ‘iniciación’.

Elegidos

Tanto Neo como Juan Salvador son considerados “elegidos”. Alguien –algún cerebro superior innominado– los escogió con una alta misión. En un principio, ellos no creen. Pero los logros que van experimentando junto a sus maestros, les van convenciendo de que en verdad lo son. Morfeo y Rafael gaviota se encargan de alentarlos: “Eres el elegido, Neo” – dice Morfeo a su pupilo; “Tú eres una gaviota en un millón”, le dice Rafael a Juan Salvador. Los condiscípulos de Neo se asombran cuando éste demuestra habilidades extraordinarias en su primer duelo de instrucción con su maestro. Más tarde lo confirmará cuando salve a Morfeo y a Trinity de la muerte. Lo mismo ocurre con Juan Salvador. “La mayoría de nosotros progresamos con lentitud, pero tú aprendiste tanto de una vez que no has tenido que pasar por mil vidas para llegar a ésta … en diez mil años no he visto una gaviota con menos miedo de aprender que tú”, le dice con admiración Rafael.

Ahora bien, ¿qué importancia tiene el “elegido” en la filosofía nuevaerista? Tiene mucha importancia, pues la “iluminación” de unos pocos traerá la salvación a muchos otros sumidos en el sistema opresivo y esclavizante. “La secuela de una conciencia personal ampliada es una transformación planetaria, caracterizada por la iluminación masiva y una evolución social” 5 . ¿No es acaso eso lo que representa Sion en Matrix? ¿No pretende ser una ciudad de gentes libres, convertidos por Neo y compañía?

Paso a paso, estos héroes nuevaeristas van comprobando –gracias a la paciente mirada y aliento de los maestros– el despertar de sus propias capacidades hasta extremos impensados. En ambos casos, este despertar viene íntimamente asociado con una nueva manera de pensar.

El proceso de liberación

La “liberación de la mente” es requisito indispensable para escapar de la esclavitud de una realidad que hasta aquí sólo ha estorbado su crecimiento y evolución. “La fuente de toda realidad existe sólo en la mente”, postula la Nueva Era. Neo avanza en las etapas de su desarrollo gracias a su nueva manera de pensar. La mente es capaz de liberarle de las limitaciones del cuerpo: “Trato de liberar tu mente, Neo; te mostraré la puerta, pero tú tendrás que cruzarla…”, le dice Morfeo. “El secreto consiste en dejar de verse a sí mismo como prisionero de un cuerpo limitado”, dice Chiang a Juan Salvador. O como Juan mismo dice más tarde a un discípulo: “Tu cuerpo entero no es más que tu propio pensamiento. Rompe las cadenas de tu pensamiento y romperás también las cadenas de tu cuerpo”.

El desarrollo de estas capacidades implica la superación de escollos difíciles. Volar más rápido y mejor le toma a Juan Salvador horas y horas de paciente ejercicio. Para Neo, este desarrollo supone una serie de pruebas –desconexión de la ‘matrix’, largas sesiones de incorporación de software– y fracasos – como la caída desde lo alto de un edificio al tratar de saltar tras Morfeo. Pero los éxitos van acicateando oportunamente su sed de perfección. Bien valen la pena los pequeños fracasos, para poder, literalmente, “adentrarse tras el conejo, en el país de las maravillas” – según el decir de Morfeo.

Finalmente, los héroes logran la perfección. Sucesivas etapas de libertad creciente les van permitiendo arribar a la esfera de lo divino. Se cumple así el gran axioma nuevaerista: “Si miramos dentro de nosotros mismos descubrimos que somos Dios”. Esto implica que no sólo experimentarán la liberación y dominio total de su cuerpo, sino la capacidad de operar esta misma liberación en otros.

La cúspide se alcanza cuando logran romper los límites temporoespaciales, incluida la muerte. Así, en “Matrix 2”, Neo resucita a Trinity y se desplaza por los aires, volando como “Superman”; Juan Salvador, por su parte, resucita a Pedro Gaviota, luego se transfigura y finalmente desaparece ante los ojos asombrados de su discípulo.

Es así como el héroe ha mostrado cabalmente todo el proceso de desarrollo que la Nueva Era propone a quienes la siguen: “El problema del hombre no es el pecado, sino la ignorancia; a través de la iluminación (es decir, de la liberación de la mente) resolveremos el problema, y obtendremos una transformación espiritual que dará paz y hermandad al mundo.” 6 ¿Cuál es, entonces, la misión de un héroe nuevaerista? Sin duda, ayudar a que los demás abran sus ojos para crear así una sociedad libre. (“En estos últimos seis meses hemos liberado más mentes que en seis años” – se congratula Morfeo en “Matrix 2”). No una sociedad masificada, sin embargo, sino elitista, porque no todos podrán ver. El discurso final de Neo en la primera película –dicho a la manera de un gurú– es una invitación a activarse en la búsqueda de esta nueva realidad donde todo es posible, gracias a la liberación y desarrollo de las capacidades humanas “…Sé que tienen miedo, le temen al cambio. No conozco el futuro, no he venido a decirles cómo termina esto, he venido a decirles cómo va a empezar…”

La lucha de la humanidad contra las máquinas, planteada como el supuesto tema de la película, es sólo un elemento distractor. El verdadero objetivo es descalificar la estructura social, con la religión cristiana incluida. La figura del Dios personal, trascendente, que gobierna el mundo, que dispone del futuro, de la vida y la muerte, que ha puesto leyes en el universo, está totalmente ausente. Cuando Morfeo intenta definir lo que es ‘matrix’ dice: “(Este sistema esclavizante) está en todas partes … al ir a la iglesia, al pagar impuestos: es el mundo que han puesto delante de tus ojos para que no veas la verdad”. Por ello, la alocución ‘religiosa’ que realiza Morfeo en Sion es sólo el discurso ambiguo e insípido de una religión sin Dios y sin credo alguno.

En este contexto, la serie de analogías con la fe cristiana que algunos han descubierto y aun alabado, también es un elemento distractor, que sólo pretende darle a “Matrix” algún barniz de legitimidad ante los ojos de los cristianos inadvertidos.

El paraíso nuevaerista

Ahora bien, ¿hacia dónde conduce la emancipación nuevaerista? ¿Cuál es el paraíso de Matrix?  Supuestamente, las únicas personas libres son aquellas que han escapado de ‘matrix’, las cuales viven primero en una nave espacial desde donde atisban el mundo ‘aparente’ en que viven los hombres. ¿Qué tipo de libertad es esa, sin embargo? No es, ciertamente, una libertad que supere a la esclavitud de la que han huido. (En “Matrix 2”, un consejero le dice a Neo en Sion: “Al ver estas máquinas sin querer pienso que en cierto modo estamos enchufados a ellas”.) No hay allí repuestas, ni tampoco satisfacción. Tanto los pioneros de la liberación –Morfeo y Cía.– como la supuesta humanidad libertada –los habitantes en Sion– no tienen claro a qué han llegado. Tal vez pueden visualizar de dónde salieron pero no el supuesto ‘paraíso’ que han encontrado. La Nueva Era pretende haber acertado en su diagnóstico de que algo anda mal en el mundo, pero yerra completamente cuando se trata de hallar una solución, porque no la tiene. 7

Nueva forma de un viejo mal

Pero todo este tenebroso mensaje está bastante bien disfrazado. Los efectos visuales de las películas –altamente sofisticados– crean una densa cortina de humo, que casi impide advertirlo. Entrelazados con la espectacularidad de las acciones que se suceden una tras otra, se van dejando caer en los diversos diálogos otros retazos de la ideología nuevaerista: El hedonismo (“Aquel que niega sus impulsos está negando todo aquello que nos hace humanos”, “la sensación es la naturaleza del universo… la verdad es que carecemos de todo dominio”), el relativismo (“para no equivocarse hay que tratar de no ver las cosas como correctas o incorrectas”), y el panteísmo. Está también presente, en germen, la doctrina de la reencarnación (“en una próxima vida tal vez”), y los principios de una nueva moral: “Voy a mostrarles un mundo sin reglas ni controles, sin fronteras ni límites donde todo es posible… lo que pasará después, lo dejo a sus criterios…” – dice Neo en una proclama.

Como alguien ha planteado muy bien, las premisas fundamentales de la Nueva Era nos recuerdan unos viejos argumentos surgidos muy al comienzo de la historia humana: los argumentos de la serpiente en el huerto de Edén: 1) “Seréis como Dios”; 2) “No moriréis”; 3) “Sabréis el bien y el mal”, y 4) “Serán abiertos vuestros ojos”. También nos recuerdan aquellos objetivos que se trazaron los edificadores de la torre de Babel: “Edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre …”

Vano intento, que caerá tan estrepitosamente como cayó aquél en el valle de Sinar. Nadie subió jamás al cielo, sino Aquel que descendió del cielo, Jesús el Hijo de Dios. Sólo por él y en él pueden los hombres acercarse al trono de la gracia, y alcanzar verdaderamente la inmortalidad.

CAR/EAF, “Aguas Vivas”.
 
1 Alfredo Sepúlveda en “El Mercurio”, Santiago de Chile, 22/05/2003.
2 En una página web dedicada a la película se dice: “¡No digo que “Matrix” sea LA película del Mesías! ¡Pero es UNA película del Mesías!”, y se destaca el hecho de que la primera parte del film se haya lanzado para Navidad.
3 “La simbología religiosa de “Matrix” despierta polémica”, en iglesia.net.
4 Citado por José de Segovia B., en “Matrix: ilusión y verdad”, icpress.org.
5 “La Nueva Era”, por Russell Chandler.
6 “La nueva Era: Estrategia evangelística de Satanás”, por E. Lutzer y J. DeVries.
7 Para una visión crítica de la Nueva Era puede consultarse, además: “Su hijo y la Nueva Era”, por Berit Kjos.