Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”.

Romanos 14:17.

No hay gozo verdadero hasta que puedas gozarte en Dios y en Cristo. Los que se gozan en Dios tienen un gozo con el que no se entrometen los extraños; es un gozo que ningún hombre puede quitarles; equivale a una plena seguridad de fe de que el alma está reconciliada con Dios por medio de Cristo, de que Jesús mora en el corazón; y cuando el alma reflexiona sobre sí misma, magnifica al Señor y se regocija en Dios, su Salvador.

Así se nos dice que “Zaqueo recibió a Cristo gozoso”, que “el eunuco siguió su camino gozoso”, y que “el carcelero se regocijó en Dios con toda su casa”.

Oh, amigos míos, ¡qué gozo tienen los que saben que sus pecados les son perdonados! ¡Qué cosa tan bendita es para un hombre mirar hacia adelante y ver una eternidad sin fin de felicidad delante de él, sabiendo que todo obrará para su bien! – Es un gozo indecible y lleno de gloria. ¡Oh, que Dios los haga a todos partícipes de ella!

He aquí, pues, el reino de Dios. Es “justicia”, es “paz”, es “gozo en el Espíritu Santo”. Cuando esto se coloca en el corazón, Dios reina allí, Dios mora y camina allí.

Pero, ¡cuán pocos son los que han sido hechos partícipes de este reino! ¿Lo habéis sido? Entonces sois reyes, aunque mendigos; sois felices por encima de todos los hombres del mundo; tenéis el cielo en vuestros corazones; y cuando la corteza de vuestros cuerpos caiga, vuestras almas se encontrarán con Dios, vuestras almas entrarán en el mundo de la paz, y seréis felices con Dios para siempre.

Espero que no haya nadie que tema la muerte; ¡qué vergüenza, si la teme! ¿Qué, teméis ir a Jesús, a vuestro Señor? Puedes gritar: “Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón?”. Puedes seguir tu camino regocijándote, sabiendo que Dios es tu amigo, muere cuando quieras, los ángeles te llevarán a salvo al cielo.

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