Cómo la Palabra del Señor, única fuente real de sabiduría, es despreciada en nuestros días.
«Los sabios son avergonzados, están abatidos y atrapados; he aquí ellos han desechado la palabra del Señor, ¿y qué clase de sabiduría tienen»? (Jeremías 8:9. LBLA)1.
Esta antigua problemática que nos presenta el libro de Jeremías, escrita hace más de 2.600 años, está completamente vigente hoy, en la denominada «era del conocimiento». Nos dice que la palabra del Señor es la única fuente verdadera de sabiduría, pero los insensatos que aseguran estar plenos de sabiduría, desprecian la sabiduría y la enseñanza (Proverbios 1:7)
Sabios modernos dogmáticos
En noviembre de 2016, 300 sabios modernos, expertos en distintas áreas de las ciencias biológicas, se reunían en la sociedad científica más prestigiosa del mundo, la Royal Society de Londres, con el firme propósito de intentar ordenar el caos en que se encuentran las distintas teorías evolutivas, las que comenzaron a surgir desde hace un siglo y medio.
Finalmente, alrededor de dos tercios de los expositores de esa cumbre científica mundial, señalaron que se hacía necesario formular una nueva teoría de la evolución, mostrándose contrarios a seguir con las teorías existentes, porque están erradas (Royal Society 2016)2. En otras palabras, las ciencias biológicas actuales no cuentan con una estructura teórica sólida para explicar el origen y diversificación de las especies.
Sin embargo, de acuerdo a un procedimiento estándar definido y practicado por los evolucionistas, no hay lugar para reconocer la fuerte crisis que experimentan estas teorías evolutivas naturalistas, a pesar de sus crecientes inconsistencias. La gran mayoría de la comunidad científica ignora las controversias y conflictos entre las distintas teorías y hablan, escriben y enseñan de evolución como si estuviesen en los primeros días de la formulación de estas teorías, antes de que fuesen halladas erróneas. Es, por tanto, una sabiduría dogmática.
Ello da pie a que dos milenios y medio después, debamos seguir repitiendo la pregunta de Jeremías: ¿Qué clase de sabiduría tienen (los sabios de hoy)? Por una parte niegan a priori las evidencias de variadas ciencias (Genética, Bioquímica, Biología Molecular, Biosemiótica), las que apuntan a explicar la vida en sus múltiples formas, como producto de un acto de diseño inteligente sobrenatural, y por otra, aceptan las teorías naturalistas que han sido declaradas científicamente obsoletas.
Frutos de esta clase de sabiduría
«De animales a dioses» es una frase que forma parte del título de un libro, el que se ha convertido en un éxito de ventas a nivel mundial, traducido al menos a 20 idiomas3. Fue escrito por el historiador israelí Yuval Noah Harari y publicado en español en 2014. Variadas columnas de opinión de importantes periódicos del mundo señalan que este libro está marcando tendencias y definiendo líneas de pensamiento en las altas esferas de la cultura humana del siglo XXI, donde no son pocos los líderes políticos e intelectuales que lo suscriben plenamente.
Por cierto, en su libro, Noah Harari sigue la ideología cientificista de moda en el mundo académico e intelectual de hoy, esto es el evolucionismo darwiniano. Y es sobre esta base que el autor intenta explicar de qué manera «un simio insignificante», llegó a ser «el amo del planeta», argumentando que el «arma secreta» del Homo sapiens, habría sido su «gran capacidad para el autoengaño colectivo».
El autor se pregunta: «¿Por qué nuestros ancestros recolectores se unieron para crear ciudades y reinos? ¿Cómo llegamos a creer en dioses, o a confiar en el dinero o en las leyes? La respuesta la da desde la ideología evolucionista, argumentando que «hace 100 mil años, al menos seis especies de humanos habitaban la tierra, y hoy solo quedaría una, la nuestra: Homo sapiens».
¿Cómo habría surgido nuestra «sabia» especie», según Harari? Especula que algunas mutaciones genéticas habrían modificado las conexiones internas del cerebro de Homo sapiens, trayendo como consecuencia un gran desarrollo de la mente, de tal modo que éste logró pensar como ningún otro simio y pudo entonces comunicarse mediante un nuevo lenguaje simbólico. Con esta nueva «arma», el Homo sapiens habría adquirido la capacidad para manejar información sobre las personas, sobre sus ancestros, sobre sus religiones, etc.
Harari fascina por medio de mitos evolutivos
Pero, Noah Harari elabora todo su equívoco argumento, en base a los mitos evolutivos del siglo XXI 4,5,6, afirmando con total seguridad lo que la propia ciencia ha demostrado como falso. Dos estudios publicados recientemente en la principal revista científica del mundo afirman que todo lo que se ha hecho científicamente para validar la pretendida evolución humana está equivocado, y agregan que los supuestos ancestros humanos (Homo habilis, Homo erectus, etc.) debiesen ser eliminados7,8.
Entonces, la figura de los supuestos ancestros del hombre, reproducida millones de veces en textos de estudios y en clases de colegio y universidades no es sino otro mito evolutivo más. Sin embargo, es la base argumentativa del autor para fundamentar la versión moderna del «ascenso (evolutivo) del hombre», la que está seduciendo a millones de intelectuales en el mundo.
Es claro que Noah Harari sustenta su argumentación en la teoría evolutiva más antigua de la ciencia moderna, conocida como evolucionismo darwiniano. La ciencia conoce hoy al menos otras cinco teorías evolutivas, siendo la más reciente la «Evo Devo», surgida a inicios del año 2000.
El darwinismo tenía como base dos pilares: las mutaciones y la selección natural que actúa sobre ellas. Pero ha sido la propia ciencia la que se ha encargado de aclarar que las mutaciones no generan nuevos genes, porque éstas significan una pérdida de información para el genoma cada vez que ocurren, dado que son en un 99,9% deletéreas (negativas) o neutras9.
Por otra parte, el pilar de la selección natural tampoco es válido, porque el teorema matemático establecido por Fisher en 1935, sobre el cual se ha apoyado todo el evolucionismo darwiniano desde entonces, se ha demostrado que es falso10, 11, 12. Fisher descartó las mutaciones en su teorema fundamental de la selección natural, haciendo uso de un fuerte acto de fe. Simplemente creyó que las mutaciones deberían aportar de modo continuo las variaciones necesarias sobre las cuales actuaría la selección natural.
Sobre estos supuestos errados, basados más bien en un acto de fe dogmática que en ciencia, se fundó la versión moderna del darwinismo, conocido como teoría neodarwiniana. Y es sobre estas teorías equivocadas que Noah Harari está convenciendo a medio mundo que la evolución nos llevó en andas desde simios a dioses.
Los jinetes del Apocalipsis son derribados
Los intelectuales del mundo que fueron fuertemente seducidos por el penúltimo libro de Noah Harari («De animales a dioses»), ahora están alcanzando el Olimpo del pensamiento humano con su último libro titulado Homo deus (el hombre dios)13. Si en el libro anterior Harari explica cómo surgió el Homo sapiens que llegó a dominar la Tierra, en Homo deus explora y profetiza sobre el futuro de la humanidad, en donde el hombre alcanzaría el nivel de dios. Ensalzando al cientificismo y a la súper tecnología, asegura que el hambre, las enfermedades y las guerras serán eliminadas, e incluso a la propia muerte se le arrebatará su afilada guadaña. El ser humano entonces dejará de envejecer, y no morirá.
Es por esto que la intelectualidad mundial considera a Noah Harari un fenómeno del pensamiento moderno, un verdadero apóstol de la nueva era en que ingresará la humanidad, donde serán eliminadas las religiones y las ideologías, siendo la ciencia la única que reine en las altas cumbres del nuevo Olimpo.
Lo curioso (una vez más) de tanta «maravilla» pseudocientífica, es que esta nueva propuesta se vuelve a apoyar en las obsoletas teorías evolutivas. Afirma que después de haber alcanzado el hombre la cumbre de la evolución biológica, éste ascendería a un nivel muy superior de la escala evolutiva, un nivel transhumano.
La diferencia, dice Harari, es que ahora el hombre tendría el control sobre sus genes y ya no deberá esperar a las mutaciones generadas al azar para evolucionar a un ser superior, sino que él manejará sus propios cambios, suplantando a su vez a la selección natural, por medio de la biotecnología, la ingeniería genética y la nanotecnología.
El Dataísmo, una nueva religión en ciencia
La clave estaría en controlar los datos, porque todo estaría concentrado en la información que contienen y en cómo se manejan. Por ello se le está llamando a esta nueva etapa cientificista humana el Dataísmo. El Dataísmo es propuesto como la religión del futuro, la cual exige una fe universal en el poder de los algoritmos (programas computacionales). Es la creencia de que el universo, los seres vivos y el hombre son solo flujos de datos que vienen y van, y por tanto todos los procesos y fenómenos asociados pueden comprenderse en términos de procesamiento de datos.
El funcionamiento de los átomos, las interacciones planetarias, e incluso nuestros deseos y sentimientos, serían solo datos que pueden ser calculados, ello bajo el supuesto que el ser humano sería solo materia estructurada con algoritmos bioquímicos. A partir de lo anterior, queda claro que el Dataísmo está fundamentado en el cientificismo, el que habría permitido «comprobar» que en esencia los seres humanos no somos más que algoritmos, similares a los que controlan a los teléfonos celulares, computadores, etc.
El nuevo «dios» de esta religión será algo así como el actual Google, aunque mucho más potente, y estará formado por un sistema de procesamiento de datos omnisciente y omnipresente; un dios, al cual los seres humanos estaríamos constantemente conectados.
¿Puede llegar a tanto la fantasía cientificista? Por cierto que sí, y ya en variados países se realizan congresos científicos futuristas, a los que asisten ‘mentes excelsas’ de la ciencia a aportar con sus visiones evolutivas de lo que llegará a ser el hombre en su siguiente evolución, desde hombre sabio (Homo sapiens) a hombre dios (Homo deus). Por tanto estas quimeras sin base científica están teniendo un gran respaldo de la academia y la intelectualidad mundial.
La Nasa y Google han invertido cuantiosos capitales en los últimos años para darle cuerpo a esta nueva era humana, y han generado la Universidad de la Singularidad14, donde ya se preparan los futuros líderes mundiales de esta nueva era transhumana.
En enero de 2018, el filósofo Julian Baggini explicaba para la BBC, la visión radical del transhumanismo. Decía Baggini: «Los transhumanistas esperan ansiosamente el día en el que el Homo sapiens sea sustituido por un modelo mejor (Homo deus), más inteligente y en mejores condiciones».
Homo deus y su errada cosmovisión
Los científicos e intelectuales del mundo que están siguiendo los postulados de Harari, suponen erradamente que la ciencia y la tecnología nos están pavimentando el camino para que la evolución corra más rápido, y en menos de medio siglo el Homo deus se levante sobre los restos del Homo sapiens, así como este último habría eliminado antes a otras especies humanas.
Pero, habría que preguntarse si realmente el Homo sapiens está haciendo las cosas mejor que antaño, y si ya ha superado los graves flagelos de la humanidad tales como el hambre, la desnutrición, el acceso a agua potable, las enfermedades, la depresión, la ansiedad. Lo anterior sin considerar el gravísimo daño ambiental y de recursos naturales que el Homo sapiens le viene haciendo al planeta.
Si hablamos de datos, éstos nos indican que la humanidad no está mejor hoy, en términos globales de bienestar, salud física y mental. Aunque el número de personas subalimentadas en el mundo había bajado alrededor de un 1,7% desde 2005, según la nueva edición del informe anual de la ONU sobre seguridad alimentaria y nutrición publicada en 2017, el hambre volvió a crecer, impulsada por variados conflictos bélicos y políticos, unido al cambio climático. Según este último informe, 815 millones de personas padecen hambre en el mundo, con millones de niños amenazados de malnutrición15.
Respecto a las enfermedades, la situación está muy lejos de ser controlada. En un informe de 2018, la OMS afirma que las principales causas de muerte de personas en el mundo se deben a enfermedades16. Por otro lado, para nadie es un secreto que la industria farmacéutica mundial y parte importante de la medicina, no tienen precisamente entre sus objetivos principales el elevar los estándares de salud y bienestar del ser humano, sino más bien buscan cómo mejorar cada vez más el lucrativo negocio de la salud.
Si revisamos la salud mental, la OMS (2018) reconoce que el suicidio es hoy una prioridad de salud pública, considerando que en el mundo se suicidan alrededor de 800.000 personas cada año, siendo la segunda causa principal de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años.
La utopía de poner fin a las guerras es otra falacia. El siglo XX vivió dos guerras mundiales, y el XXI se ha iniciado con una serie de enfrentamientos bélicos y políticos en distintas partes del planeta, lo que ha generado conflictos enormes, como lo es la crisis global de refugiados, compuesta por varias decenas de millones de personas que sufren las peores calamidades. Esto es claramente un fracaso de las Naciones Unidas, la cual surgió para mediar y traer la paz al planeta. Por si fuese poco, en los últimos meses, el mundo ha quedado expuesto nuevamente a un conflicto nuclear de importantes proporciones, teniendo en cuenta las crecientes amenazas mutuas entre los presidentes de EE.UU. y Corea del Norte.
¿Cómo puede entonces Harari y sus millones de seguidores científicos e intelectuales prometer hasta la vida eterna, si aún no se solucionan los problemas más básicos del ser humano? Pero el evolucionismo conduce a esta cosmovisión insensata, la cual lleva a creer en un ascenso evolutivo constante del ser humano. Sin embargo, los datos reales y concretos desde la genética dicen todo lo contrario.
Entropía Genética. La biología cuesta abajo
Variados estudios científicos han demostrado que, tanto las especies de animales como el ser humano, no van camino a un escalón superior en el ascenso evolutivo, sino que es todo lo contrario.
El prestigioso Dr. Sanford, experto en genética y con una vasta investigación científica en esta área, señala en su libro Genetic Entropy9 que el DNA humano se está deteriorando en una alarmante tasa a medida que pasa el tiempo, todo ello demostrado con modelos matemáticos. El resultado es que el genoma humano y también el de las demás especies, sufre daño y pérdida irreparable de información debido a las mutaciones. Este proceso de degradación del genoma, que lo llevará finalmente a su destrucción, es lo que Sanford denomina Entropía Genética. Se trata de una pérdida constante de información genética debido a mutaciones, lo que genera un daño acumulativo e irreversible al genoma.
La verdadera sabiduría es despreciada
Entonces, la comunidad científica biológica sabe que las mutaciones no producen cambios innovadores en el genoma, que lo lleven en un camino ascendente de mejoras (disminución de entropía), con eliminación de daños genéticos, para llegar finalmente a la inmortalidad. La información genética real es que está ocurriendo exactamente lo contrario; la biología de las especies y del ser humano va cuesta abajo, acumulando más y más daño genético (aumento de entropía), en un camino de muerte.
Entonces, una explicación sabia y coherente, tiene necesariamente una correlación con el relato bíblico del Génesis. Adán y Eva fueron creados inmortales, con un genoma perfecto, sin errores ni mutaciones. ¿Cuándo se inicia entonces el camino de descenso y muerte acumulativa del ge-noma humano? Cuando hace ingreso el pecado a la creación, debido a la desobediencia humana. Allí parte el aumento de la entropía en todas las escalas, desde el universo hasta los seres vivos (Rom. 8:20-22).
Por tanto, no estamos evolucionando hacia una genética mejor. Los estudios de genómica indican claramente un patrón constante de degradación genética. En el caso del ser humano, se calcula una tasa de al menos 100 mutaciones por persona (siendo datos conservadores), las que son traspasadas a la generación siguiente9.
Estudios independientes realizados en ADN mitocondrial por el Dr. Nathaniel Jeanson, experto en Biología del Desarrollo y Genética, son concordantes con los realizados por el Dr. Sanford en ADN nuclear. Las mitocondrias son organoides que tienen su propio ADN, fuera del núcleo de la célula, y es por tanto independiente del genoma principal del núcleo.
Por muchos años, el Dr. Jeanson ha examinado la tasa de mutación del DNA mitocondrial, en muchas especies de animales, llegando a predecir exactamente la tasa de mutación de ADN medida por medio de un reloj genético molecular. Una de las interesantes conclusiones de estos estudios es el deterioro genético acumulativo del ADN mitocondrial en todas las especies estudiadas, debido a la negativa acción de las mutaciones17, 18.
Ignorancia voluntaria del conocimiento verdadero. No caben las excusas
En este artículo se ha revisado la equivocada cosmovisión actual de la mayor parte de la intelectualidad mundial, respaldada por la ciencia y las teorías evolutivas. La propuesta es un nuevo ascenso del hombre a un nivel transhumano, equivalente a una deidad, capaz de generar vida y lograr la inmortalidad. Pero esta propuesta no es más que cientificismo reciclado, unido a la ideología evolucionista, a la que se agrega una nueva religión, el Dataísmo.
Los datos científicos reales, sin embargo, respaldados por la genética y la genómica, indican que la biología humana va cuesta abajo, donde la entropía genética medida por medio de un reloj molecular, la lleva hacia un deterioro total. ¿Por qué se desprecia, entonces, el conocimiento bíblico, el que es totalmente congruente con los abundantes resultados científicos obtenidos por la ciencia actual?
Uno de los padres de la Microbiología, Luis Pasteur, señaló lo siguiente: «Un poco de ciencia nos aparta de Dios, mucha nos acerca». Hoy tenemos mucha ciencia y sin embargo gran parte de la comunidad científica está fundamentada en ideologías y religiones vestidas con el delantal blanco de la ciencia, y rechazan y desprecian la verdadera sabiduría que se encuentra en la palabra de Dios.
¿Se equivocó Pasteur? En realidad no; Pasteur, al investigar las bases de la Microbiología y profundizar en su conocimiento, reconocía el accionar y propósito de Dios. Pero él no se envaneció en su propio razonamiento y por tanto su entendimiento (corazón) no estaba cubierto con las tinieblas de la insensatez (Rom. 1:21).
El problema con la mayor parte de los intelectuales y científicos de hoy radica en la soberbia humana que le impide acercarse a Cristo para recibir la luz de su Palabra. Inventan teorías absurdas para intentar explicar lo inexplicable al razonamiento humano. La Escritura dice que «Pretendiendo ser sabios, se hicieron necios» (Romanos 1:22). Ciertamente es una descripción exacta de lo que vemos hoy día. Se requiere mucha necedad para afirmar que la ciencia de la evolución hará inmortal al ser humano.
La pregunta de Jeremías citada al inicio de este artículo, nos recuerda que a través de la historia el ser humano ha despreciado el verdadero conocimiento de Dios y de su creación, descritos en la Biblia. Al respecto Pedro escribe que «son voluntariamente ignorantes» (2 Pedro 3:5) y Pablo, ante el enorme cúmulo de evidencias que apuntan hacia la acción de un Creador, señala que «no tienen excusa» (Romanos 1:20).
Bibliografía
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