El lugar de las Sagradas Escrituras en la revelación de la visión celestial y en el propósito de Dios.
Quisiera que viéramos en la Palabra de Dios, cómo el Señor nos muestra que Él es un Dios de orden. El Señor no está improvisando. Dios, desde antes de la fundación del mundo, tenía Su propósito, Su plan. La Biblia es una biblioteca que principalmente nos habla de Dios. Aquí en la Escritura, que por Su Espíritu nos legó, el Señor habla de Sí, nos va mostrando quién es Él, cómo es Él. Nos va revelando Su propósito y nos va mostrando lo que Él mismo es, lo que es el Hijo para el Padre en la eternidad antes de la creación, lo que el Espíritu Santo es antes de la creación; lo que es Dios en sí mismo, en su Única esencia. Él mismo va hablando de Sus personas, de la Persona del Padre, de la Persona del Hijo, de la Persona del Espíritu Santo, de Su unidad.
Algunos hermanos miran este aspecto de la Trinidad solamente desde el desarrollo de la Economía Divina, o sea, a partir de la creación, pero en la misma Palabra el Señor nos ha revelado mucho más; el Señor habla de Sí antes de la creación.
Entonces, quisiera que leamos algo de la revelación de Dios –no me malentiendan–, vamos a ver lo único que Dios no conoce. Vamos a Isaías 44:6-8, algo que Él sabe, pero que de Su misma boca dice que no conoce: «Así dice Jehová rey de Israel, y su Redentor. Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero y fuera de mí no hay Dios. ¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene y lo que está por venir. No temáis ni os amedrentéis; ¿No te lo hice oír desde la antigüedad y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo, no hay fuerte; no conozco ninguno». Esto es lo único que no conoce Dios: otro Dios. ¡Aleluya! Él sabe que no hay otro Dios, por eso no conoce otro Dios, porque indudablemente, sólo Él es Dios.
A medida que Él se va revelando en la Escritura, vamos viendo en ella todo lo que el Padre habla del Hijo y del Espíritu, todo lo que el Hijo habla del Padre y del Espíritu, todo lo que el Espíritu Santo habla del Padre y del Hijo por medio de los profetas y apóstoles, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, de antes de la creación y por supuesto después de ella. Tenemos que poner nuestro corazón, todo nuestro ser, hacia ese ser Todopoderoso, que es Trino en persona, pero que es Uno en esencia, porque así es que Él se nos revela de antes de la creación, de antes de Su economía y del desarrollo de la misma, así como también de la intervención directa de Sus personas en las diferentes etapas del cumplimiento del Kairós; solamente Él lo tiene en Su mano. Él es Omnipresente, Todopoderoso, Omnisciente.
A Dios no le sorprende nada, y desde antes de la creación, en el consejo eterno de Dios, en Su corazón mismo, estaba ese propósito de crear. Dios desde Su corazón, por Su voluntad, por Su beneplácito, quiso crear; estas no son casualidades de la vida, sino un plan perfecto de Dios sobre sus criaturas.
Porque Dios es Dios, Él se nos revela y se nos da. El Padre se reveló plenamente a través del Hijo, y el Padre y el Hijo se nos dieron a través del Espirita Santo, y ha puesto Su Espíritu en nosotros, entonces podemos descansar. El Señor no improvisa, el Señor está llevando acabo Su plan; a pesar de toda la oposición, Él sigue cumpliendo Su propósito, pues Su plan es con Su Hijo, y para con la Iglesia. ¿Recuerdan esa parábola del Evangelio: «Hubo un rey que hizo fiesta de bodas a Su Hijo…»? En esa frase, en ese versículo, está la síntesis del Propósito Eterno de Dios, porque es a través de la Cabeza, que es Su Hijo, que todas las cosas estarán bajo el estrado de Sus pies, y la Iglesia es Su Cuerpo.
Revelación general y revelación especial
Entonces, miremos ese aspecto de la eternidad de Dios en el primer versículo de la Biblia: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra». ¿Quién tuvo principio aquí? los cielos y la tierra ¿verdad? Dios creó; quiere decir que Dios es eterno. Desde el primer versículo de la Biblia Él está hablando de la eternidad del Dios trino que no tiene principio, y que por supuesto, jamás tendrá fin. Él dio comienzo al cielo y a la tierra, pero Él es eterno. No existe sobre la tierra otro libro que revele así a Dios. ¿Por qué? porque el verdadero Dios se reveló en la Biblia; por eso la Biblia está en todo el mundo, y aunque el Corán está en el mundo, y los Vedas están en el mundo, y los libros acerca de Krishna y de Buda y de la Nueva Era, que es la misma vieja, todos esos libros no nos hablan de Dios como nos habla la Biblia.
Dios quiso revelarse a los hombres primeramente a través de Su creación; es lo que se suele llamar en Teología: La Revelación General de Dios.
Romanos 1:20: «Porque las cosas invisibles de Él, Su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa»; Dios se reveló al corazón de todos los hombres, desde Adán, y aún hasta en el último que haya de nacer antes del regreso glorioso de Cristo, se reveló a través de Su creación. No se necesita la Biblia para que el corazón del hombre conozca que hay Dios; eso fue lo que quiso enseñar Dios a los hombres, y lo vemos en la Biblia. Pablo termina el versículo arriba mencionado diciendo: «…de modo que no tienen excusa». Aunque los hombres de la antigüedad no tenían la Biblia, ninguno podrá excusarse delante de Dios en el día del juicio frente al gran trono blanco, porque se les reveló el Todopoderoso por medio de Su creación.
Nuestro Dios inspira al autor de Hebreos, y dice en el capítulo1:1: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado, por el Hijo a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo»; si los hombres no tienen excusa ante Dios, por causa de la Revelación General, ahora que Dios, por medio de la Revelación Especial, se ha revelado por Jesús Cristo, mucho menos tendrán excusa delante de Él para aquel día del juicio.
Revelación por la Palabra escrita
Entonces nosotros, amados hermanos, somos muy bienaventurados, porque el Dios eterno y poderoso, quiso revelársenos y nos manifestó Su gloria a través del Hijo y nos dio su Espíritu. No estamos solos. Así que la visión celestial comienza con Dios, con el corazón mismo de Dios, que quiso revelar su Palabra dejándonosla escrita, para que por medio de ella, estemos juzgándolo todo. El Espíritu Santo, que la inspiró toda, nunca la va a contradecir.
Con el Espíritu Santo y Su Palabra escrita, podemos juzgar absolutamente todas las demás cosas. ¿Qué sería de la Iglesia, qué sería de la humanidad, sin la Palabra de Dios escrita? Pienso que entonces creeríamos que Buda es Dios, y que Alá es Dios, que Zoroastro es Dios y que Krishna es Dios, o que cualquier otro es Dios, o que existirían muchos dioses, o que nosotros somos Dios, o que la naturaleza, la creación es Dios. Pero no, hermanos, precisamente para que eso no ocurriera, el Dios único y verdadero, nos legó la Escritura, la Biblia.
La primera advertencia que el Señor Jesús nos dio, cuando los apóstoles le preguntaron acerca de las cosas que vendrían en los últimos tiempos, antes de Su segunda venida, fue: «Mirad que nadie os engañe», porque vendrían muchos falsos cristos, falsos maestros, muchos falsos profetas, muchas falsas doctrinas. La Trinidad se nos ha revelado por medio de la revelación escrita. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se nos han revelado, y la seguridad que Él nos ha dado, está en Su Palabra escrita; Él tuvo mucho cuidado en cerrar el Canon con el apóstol Juan.
¿Qué pasaría si un testigo ocular no hubiera cerrado la Biblia? Si hubiera cerrado la Biblia otro que no fuera testigo directo, creo yo, que el Señor habría dejado como una abertura para que se le pudieran anexar futuras, o aun contemporáneas «revelaciones». Pero utilizó a Juan, uno de sus testigos directos, para cerrar el Canon. No que Pablo, o que Lucas, o que Marcos, o Santiago escribieran mal, no, pero el Señor quiso que Juan lo cerrara después de leer lo que otros ya habían escrito. Y entonces escribió el Apocalipsis, su evangelio y sus cartas.
Cada uno de esos escritos de Juan está relacionado con todo el ministerio que Dios dio. Recuerden que cuando el Señor se le apareció en Patmos, tenía en Su mano siete estrellas; cuando Juan cayó como muerto, el Señor se inclinó y puso Su diestra sobre él. Ahí puso las siete estrellas, la revelación completa de Dios. No que no haya enviados de Dios a las siete iglesias, no que no haya apóstoles; claro que los hay. Me refiero a que en esa revelación también vemos al Señor encargando de eso a Juan, para cerrar totalmente Su Revelación Especial, la Biblia. Estamos seguros: Dios es, Dios se revela, Dios se da, pero nos dejó la Escritura para así conocerlo mediante Su Espíritu, porque hay espíritus engañadores, y todo lo debemos juzgar por la Escritura.
Hermanos hace unos años, llegó a Colombia el famoso Discovery Channel, y tan pronto lo vi, dije: «Este canal va a ser usado para robarles la fe a muchos». Usted lo ve, y es muy bonito ¿verdad? Naturaleza, ciencia, tecnología y muchas cosas más. Pero algo sutil se venía. ¿Y qué han sacado ahora? Películas como del «Evangelio de María Magdalena» y otras contrarias a la Fe. Hermano, y no las presentan una vez; las presentan muchas veces. ¿Qué es lo que están haciendo? minando la fe de muchos seudo-cristianos, que dicen ser cristianos; porque no conocen la Escritura; no se está leyendo mucho la Biblia. El Señor quiere que conozcamos la Biblia; porque Dios se revela a Sí mismo como Él es; eso no está en los libros de tecnología, sino eso está en su Biblia.
Y entonces, en el orden de Dios, ¿de dónde ha salido la Teología? pues de la Biblia, porque la Biblia habla de Dios. ¿Y de dónde el Propósito Eterno de Dios? pues, de la Biblia; la Teleología, el telos de Dios, el objetivo de Dios. Dios ha hablado de sí, Él tiene propósito, y Él crea, para que ese objetivo se lleve a cabo. Y la creación, antes de la caída, con todas las cosas, está en la Biblia. Palabras como: cosmología, angelología, antropología, hamartiología, no son más que el tratado de la creación, de los ángeles, del hombre, del origen del pecado; hermano, todo eso está en la Biblia, y leyendo la Palabra de Dios, usted lo va a encontrar.
El Señor no quiere que su pueblo muera por falta de conocimiento, sino que nos enamoremos de Él y lo conozcamos a través de la lectura de Su Palabra. Es muy necesario, porque todo lo que yo estoy diciendo aquí, ustedes lo están juzgando; no es para comerlo entero. Yo me puedo equivocar, pero ustedes están en la obligación de corregirme y en el deber de ayudarme y sacarme de mi error. ¿Pero cómo saber si yo me equivoco, si no se conoce la Escritura? Gracias al Señor, Él puso a los obreros, a los apóstoles, y a los ancianos, que saben, que les ha sido iluminada la Palabra y han sido obedientes y van delante de nosotros. No debemos olvidar el Ministerio de la Palabra que a través de los siglos y ahora mismo ha trabajado y sigue trabajando. Reconozco que he sido y seguiré siendo muy enriquecido y edificado por el Espíritu Santo, mediante el conocimiento que de la Palabra tienen mis hermanos mayores. Casi la totalidad de lo que hablo y que ahora puedo escribir, lo he recibido de ellos. Más el Señor quiere que todos estemos trabajando.
Entonces en la Biblia, todo comienza con Dios; Él es el Eterno. Él no necesita a la creación; es la creación la que lo necesita a Él. Él es trascendente a ella; pero si Él no la sostiene, no habría creación; no puede sostenerse ella misma; entonces vemos también la inmanencia de Dios. Hay que conocer al Dios de la Biblia, no al panteísmo que llama a todo dios; los árboles, las aguas, las aves, los astros, tú mismo son llamados dios. No, hermanos, podríamos ser confundidos, como muchos están siendo confundidos a causa de no conocer la Escritura. Dijo el Señor que al final de los tiempos vendrían falsos profetas, que engañarían si fuere posible aun a los escogidos. ¿Y por qué pasaría eso? Por no conocer la Escritura. Decía que algunos que han asistido a cultos y a misas decían: «¿Verdad que Jesús murió de anciano y tuvo hijos con María Magdalena?». ¿Por qué dicen así? Porque no conocen la Escritura. Que no nos vaya a pasar a nosotros eso.
El Señor quiere que aprendamos la Escritura, incluyendo la parte del Ministerio de la Palabra. Dentro de todo lo que la Biblia nos enseña, por causa del pecado, viene la Cristología, que habla lo que es legítimo de Cristo; y después viene la Pneumatología, la vida del Espíritu Santo, que es el único que puede aplicar la salvación, Soteriología, la vida de Cristo en nosotros. Solo y exclusivamente el Espíritu Santo. Se nos decía que los capítulos 14 al 17 de Juan son el testamento de Jesús. Allí es donde más el Señor nos habló del Espíritu Santo, que hizo vivir a la Iglesia; entonces viene la Eclesiología.
Lo que está escrito en todo el Nuevo Testamento es para que también tú y yo lo vivamos. Pero, ¿cómo lo vamos a vivir si no lo conocemos? ¿Cómo vamos a ver la obra de Dios, el mover de Dios y el hacer del Espíritu Santo transformando a la imagen del Hijo a la Iglesia, si no lo conocemos? El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias». Tenemos que conocer la Escritura, saber por el Espíritu Santo ¿para qué el Verbo se encarnó? ¿para qué murió en la cruz? ¿por qué resucitó? ¿para qué nos dio Su Espíritu? ¿Para qué? Para salvarnos, porque estábamos perdidos, y edificarnos como un Cuerpo a la imagen de Su Hijo.
La necesidad de consagrarse
Recuerden aquella parábola cuando el hombre rico dice: «…haré unos graneros más grandes, y meteré mis frutos y mis bienes…Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?…». No sé si mis hermanos vieron la película «La lista de Schindler». ¿Recuerdan el final? Me conmueve ese final; también me conmovió la muerte de los judíos; pero hermanos, ese hombre desesperado decía: «Yo pude haber salvado algunos más con mi carro, y otros con mi anillo, y con este reloj…»; entonces le dicen: «Tranquilo; hiciste bien»; y replicaba: «No, no; yo habría podido hacer más». Él lo había dado todo, casi se queda sin nada; pero aún reconoce que habría podido salvar unos pocos más.
¿Qué diremos cada uno de nosotros ante el tribunal de Cristo? Eso es lo que me conmueve de esa película; me conmueve de que a muchos tocará decir: ¿Pero qué hice con esa finca? ¿Qué hice con esa empresa? ¿Qué hice con mi cuenta en el banco? ¿Qué hice con mis cosas? No hice nada; no las puse al servicio de mi Señor, no se las di. Y entonces ¿ahora qué? Allá, ya no se puede hacer nada. A nadie entierran con mudanza. Yo me imagino a muchas mujeres con un vaso de alabastro lleno de perfume, como tenía María, que ungió al Señor; y muchas pensaban: «No, es que él no vale la pena; si acaso una gotita. Esto vale mucho, y mejor yo lo puedo vender y hago estos negocios, y después le traigo». Pero María no lo pensó dos veces: ¡Tomó el vaso, lo rompió, y ungió al Señor! Nadie puede hacer eso hoy, y allá en el cielo ¿alguien puede hacer eso? ¡Nadie! Lo que no hagamos ahora en esta vida para el Señor, no lo podremos hacer nunca más. Démonos al Señor, porque se nos acaba el tiempo y ya no hay más oportunidad. Pero todavía estamos vivos, todavía estamos aquí. Tengamos por lo menos la cuerda, si es que no bajamos nosotros mismos al pozo; por lo menos ayudemos a tener la cuerda.
¿Qué dijo el Señor a sus apóstoles? «Me seréis testigos… hasta lo último de la tierra». Hermanos, que las iglesias de Chile estén siendo usadas por el Señor para llevar Su Palabra hasta lo último de la tierra, es un honor que no todas las naciones pueden tener. ¡Gloria al Señor! ¡Rompamos el vaso con alegría, y derramémosle el perfume al Señor! Porque en otras naciones ni siquiera el evangelio puede entrar, ¡y desde aquí está siendo exportado! Ojalá que todos podamos apreciar lo que el Señor quiere hacer; ojalá podamos valorar el momento de la vida, que el Señor nos está haciendo vivir. Ojalá tengamos visión celestial. Ojalá podamos ver no solo un movimiento que arrastra multitudes, sino al Dios de la gloria, al Señor de señores. Ojalá podamos percibir la grandeza de nuestro Dios que se nos da gratis, y que está trabajando en nuestro corazón. No endurezcamos nuestro corazón. Dispongámonos al Señor.
Todo está en la Biblia
Recuerdo una anécdota: un hermano oraba: «Señor, envíame a Japón, a Estados Unidos, a Australia, a todas partes». El Señor le dice: «¿A quién tienes de vecinos en tu casa?» ¡Tenía un japonés, un americano y un australiano! Así somos. Primero Jerusalén, porque Dios es un Dios de orden, después Judea, después Samaria y después hasta lo último de la tierra. Los pastores no paren ovejas, las ovejas son las que paren a las ovejas; los pastores las sostienen. Nuestro Dios es Santo, y todo eso está en la Biblia ¿Usted quiere aprender del matrimonio? ahí está en la Biblia ¿Quiere aprender cómo se crían los hijos? ahí está en la Biblia ¿Cómo darse al Señor con todos sus bienes? Ahí está en la Biblia. Todo está en la Biblia; todo lo juzga la Biblia ¿Quieres saber los acontecimientos de los últimos tiempos? O sea la Escatología, ahí esta en la Biblia.
Por eso necesitamos meternos más con la Palabra, para disponernos a la obra del Espíritu Santo que esta haciendo, y que está revelada en este versículo: «Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos» (Rom. 8:29). No estás aquí para que seas como Alejandro, no estás aquí para ser como Nee o Lutero, ni como Juan, ni Pablo, ni Pedro. Estás aquí en la tierra para que seas hecho conforme a la imagen de Jesucristo. Él es nuestro modelo; a él debemos ser transformados, y sólo el Espíritu Santo lo va a realizar. Dispongámonos, conozcamos la Palabra, y dejemos que el Espíritu haga Su trabajo. Para eso nos creó Dios, y para eso nos llamó. ¡Bendito sea Su Santo Nombre!