«Edificaré mi iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella». Estas palabras del Señor Jesucristo dadas a Pedro en respuesta a su conocida confesión: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente», representan tal vez la única ocasión en que él declaró explícitamente el significado más amplio de su venida al mundo. En ellas encontramos el designio más alto de Dios para sus hijos, incluso más allá de la salvación, la santidad, la vida abundante, la prosperidad, los avivamientos y todos aquellos tópicos que suelen enfatizarse como el centro de la experiencia cristiana. Sin duda, estas cosas son importantes para la vida de los hijos de Dios; con todo, no son lo más importante. Pues aquello que reclama toda la atención de Dios desde la eternidad es la iglesia, la desposada del Cordero.
El propósito de este libro es mostrar que la iglesia es esencialmente el resultado de la vida divina actuando desde el interior de los hijos de Dios. Dicha vida tiene una forma característica de operar y tiene, además, su fruto más evidente en el amor. Los aspectos funcionales de la vida de iglesia tratados en este libro tienen por fin mostrar cómo dicha vida crece y se expande para alcanzar su más íntimo designio. Su objetivo no es, en ningún sentido, establecer un modelo absoluto sobre el funcionamiento práctico de la iglesia y sus ministerios. Lo que se ha buscado es descubrir en las páginas inspiradas del Nuevo Testamento como la vida divina creció y se expandió en la experiencia de la primera iglesia.
Este libro está delimitado por la luz que el Señor nos ha dado hasta este momento acerca de cómo nace y se desarrolla su iglesia. Su asunto, en consecuencia, no está cerrado ni mucho menos agotado. No queremos ser absolutos al respecto. Más bien, esperamos que el Señor en su misericordia nos siga conduciendo, junto a muchos otros, por la senda de regreso a su intención original y eterna.