«Donde no hay visión, el pueblo se extravía …» (Prov.29:18, NVI) – dice el rey sabio. He aquí una recopilación de pensamientos sobre el tema, del conocido ministro escocés.
Escuchar cuando está oscuro
Siempre que Dios da una visión a un santo, lo pone, como si estuviera en la sombra de Su mano, y el deber del santo es estar quieto y escuchar. Hay una oscuridad que proviene del exceso de luz, y entonces es el momento de escuchar. Génesis 16 es una ilustración acerca de escuchar los buenos consejos cuando está oscuro, en vez de esperar que Dios envíe la luz. Cuando Dios concede una visión y luego hay oscuridad, espera. Dios obrará en ti de acuerdo con la visión que te ha dado, si esperas Su tiempo. Nunca trates de ayudar a Dios a cumplir Su palabra. Abraham pasó por trece años de silencio, pero en esos años toda su suficiencia fue destruida; no quedándole ninguna posibilidad para confiar en su propia manera de pensar.
Estos años de silencio fueron un tiempo de disciplina, no de reprobación. Nunca trates de producir tu propio gozo y confianza; espera en Dios y Él lo hará. (Comp. Isaías 1:10-11).
Consagrado a una Persona
La visión que tuvo Pablo en el camino a Damasco no fue una emoción pasajera, sino una visión que tenía direcciones muy claras y enfáticas para él, y dice: “No fui rebelde a la visión celestial”. El Señor le dijo, en realidad, a Pablo: “Toda tu vida será dominada por Mí; no tendrás ningún fin, ninguna meta, ningún propósito sino el mío”. “Instrumento escogido me es éste”.
Cuando somos nacidos de nuevo, si en realidad somos espirituales, todos tenemos visiones de lo que Dios quiere que seamos, y la gran cosa es aprender a no ser desobedientes a la visión; no decir que no puede ser alcanzada. No es suficiente saber que Dios ha redimido al mundo, y saber que el Espíritu Santo puede hacer todo lo que Jesús hizo efectivo en mí; debo tener la base de una relación personal con Él. A Pablo no se le dio un mensaje o una doctrina para que la proclamara; se le introdujo en una relación personal viva y dominante, “ponerte por ministro y testigo” (Hech.26:16). No hay nada allí fuera de la relación personal. Pablo estaba consagrado a una Persona, no a una causa. Pertenecía absolutamente a Jesucristo, y no veía otra cosa; no vivía otra cosa más. “No me propuse saber algo entre vosotros, sino a Jesucristo, y a éste crucificado”.
Visión vs. Sentido común
Es más fácil servir a Dios sin una visión, más fácil trabajar para Dios sin un llamado, porque entonces no eres molestado por lo que Dios exige; el sentido común es tu guía, revestido de un sentimiento cristiano. Prosperarás más y tendrás más éxito, más tranquilidad de corazón, si nunca te das cuenta del llamado de Dios. Pero una vez que recibes una comisión de Jesucristo, la memoria de lo que Dios quiere vendrá como un acicate: ya no podrás trabajar para Él sobre la base del sentido común.
¿Qué es lo que realmente tengo por precioso? Si no he sido asido por Jesucristo, contaré el servicio precioso, el tiempo dado a Dios precioso, mi vida preciosa para mí mismo. Pablo dice que estima su vida preciosa, solamente con el fin de cumplir el ministerio que había recibido; rehusó emplear su energía en cualquier otra cosa. Hechos 20:24 declara el casi sublime fastidio de Pablo al pedírsele que se considerara a sí mismo; era absolutamente indiferente a cualquiera otra consideración que no fuera la de cumplir el ministerio que había recibido. El trabajo práctico podrá ser un competidor contra la entrega a Dios, porque el trabajo práctico se basa en este argumento: “Recuerda cuán útil eres aquí”, o “Piensa de cuánto valor serías en esa clase especial de trabajo”. Esa actitud no toma a Jesucristo como el Guía respecto a dónde deberíamos ir, sino a nuestro criterio respecto en dónde seríamos de más utilidad. Nunca consideres si eres de utilidad; pero siempre considera que no eres tuyo, sino de Él.
Lo sumo nuestro por lo supremo de Dios
Si perdemos la visión sólo nosotros somos responsables, y la manera en que perdemos esta visión es por un escape espiritual. Si no llevamos nuestra creencia acerca de Dios a fines prácticos fenece la visión que Dios nos ha dado. La única manera de ser obedientes a la visión celestial es dar lo sumo nuestro por lo supremo de Dios, y esto puede hacerse tan sólo recordando la visión continua y resueltamente. La prueba de que hemos sido obedientes a la visión celestial se halla en los sesenta segundos de cada minuto y en los sesenta minutos de cada hora, y no en nuestros tiempos de oración y reuniones devocionales.
“Aunque se tardare, espérala”. No podemos lograr una visión, tenemos que vivir en la inspiración de ella hasta que se realice. Nos volvemos tan prácticos que olvidamos la visión. Al principio vimos la visión, pero no la esperamos; corremos al trabajo práctico, y cuando la visión se cumplió, no la vimos. Esperar la visión que se tarda es la prueba de nuestra lealtad a Dios. Es a riesgo del bienestar de nuestra alma que nos engolfamos en el trabajo práctico y pasamos por alto el cumplimiento de la visión.
Está alerta a los ciclones de Dios. La única manera en que Dios siembra sus santos es por Su torbellino. ¿Vas a resultar una vaina vacía? Dependerá que estés viviendo realmente o no a la luz de lo que has visto. Deja que Dios te saque, y no salgas hasta que Él te haya sacado. Si eliges tu propio lugar, resultará una vaina vacía. Si Dios te siembra, darás fruto.
Es esencial practicar nuestro andar a la luz de la visión.
El peligro del relajamiento
Siempre se sabe cuando la visión es de Dios a causa de la inspiración que la acompaña; las cosas se presentan a la vida con grandeza y a manera de tónico, porque todo está vigorizado por Dios. Si Dios te da espiritualmente un tiempo de tentación en el desierto, como se lo dio a Su Hijo en realidad, sin una sola palabra Suya, sosténte; y el poder de sostenerte está allí porque ves a Dios.
La prueba de que hemos tenido la visión es que estamos tratando de obtener más de lo que hemos abarcado. Es una cosa mala el estar satisfecho espiritualmente. “¿Qué pagaré a Jehová?” dijo el salmista. “Tomaré la copa de la salvación”. Tenemos la tendencia de buscar satisfacción en nosotros mismos. “Ahora tengo la cosa asegurada; ahora estoy enteramente santificado; ahora puedo sostenerme”. Instantáneamente estamos en camino del desastre. Debemos siempre tratar de obtener más de lo que hemos alcanzado. “No que ya lo haya alcanzado, ni que ya sea perfecto”. Si tenemos solamente lo que hemos experimentado, no tenemos nada; si tenemos la inspiración de la visión de Dios, tenemos más de lo que podemos experimentar. Guárdate del peligro de un relajamiento espiritual.
Ideal vs. visión
Hay diferencia entre un ideal y una visión. Un ideal no tiene ninguna inspiración moral; una visión la tiene. La gente que se entrega a ideales, rara vez hace algo. El concepto que tiene un hombre con respecto a la Deidad puede ser usado para justificar el deliberado descuido de su deber. Jonás alegó que como Dios era un Dios de justicia y misericordia, todo saldría bien. Podré tener un concepto justo de Dios y esa podrá ser precisamente la razón por lo cual no haga mi deber. Pero dondequiera que hay visión, allí también hay una vida recta, porque la visión imparte incentivo moral.
Los ideales pueden adormecer y conducir a la ruina. Examínate espiritualmente y ve si tienes tan solo ideales o si tienes visión.
“Donde no hay visión, el pueblo se extravía” (Prov.29:18a, NVI). Una vez que perdemos de vista a Dios, empezamos a descuidarnos; hacemos a un lado ciertas restricciones, dejamos la oración, desechamos la visión de Dios en las cosas pequeñas y empezamos a obrar de acuerdo con nuestra propia iniciativa, sin esperar que intervenga Dios, estamos en la senda descendente; hemos perdido la visión. ¿Es nuestra actitud hoy día una actitud que dimana de nuestra visión de Dios? ¿Estamos esperando que haga cosas mayores de las que jamás ha hecho? ¿Hay frescura y vigor en nuestra vida espiritual?
En el valle de la humillación
Siempre tenemos visiones antes de que algo se convierta en realidad. Cuando nos damos cuenta de que aunque la visión es verdadera, no es real en nosotros, entonces es el momento cuando Satanás viene con sus tentaciones y tenemos la tendencia de decir que no vale la pena seguir adelante. En vez de que la visión se realice, lo que sucede es que llega el valle de humillación. (Is.35:7).
Dios nos da la visión, luego nos hace descender al valle para batirnos hasta darnos la forma de la visión, y es en el valle donde tantos de nosotros desfallecemos y cedemos. Toda visión se realizará si tenemos paciencia. ¡Piensa en el tiempo ilimitado de que dispone Dios! Nunca tiene afán. Nosotros siempre estamos frenéticamente afanados. A la luz de la gloria de la visión salimos para hacer algo, pero la visión no es real en nosotros todavía, y Dios tiene que llevarnos al valle, y hacernos pasar por los fuegos y los ríos para modelarnos a fuerza de golpes hasta que lleguemos al lugar donde puede confiarnos la verdadera realidad. Desde que tuvimos la visión, Dios ha estado trabajando modelándonos según el ideal; y una y otra vez nos escapamos de Su mano y tratamos de batirnos según nuestro propio molde.
La visión no es un castillo en el aire, sino un cuadro de lo que Dios quiere que seas. Deja que te ponga en Su rueda y te voltee como quiera; y tan cierto como Dios es Dios y tú eres tú, saldrás exactamente de acuerdo con la visión. No te desanimes durante el proceso. Si has tenido alguna vez la visión de Dios, puedes tratar tanto como quieras de sentirte satisfecho en un nivel más bajo; pero Dios nunca te lo permitirá.
Oswald ChambersTomado de “My Utmost for His Highest”.