Ojo por ojo…
En cierta ocasión que Juan Wesley predicaba, se fijó en una señora del auditorio que tenía fama de ser criticona. Durante toda la reunión, ésta estuvo sin apartar la vista de la nueva corbata de Wesley. Al concluir la reunión, la mujer se le acercó y le dijo en forma brusca y severa:
—Señor Wesley, los lazos de su corbata son demasiado largos. ¡Eso a mí me resulta ofensivo!
Entonces Wesley preguntó si alguna de las señoras presentes tenía unas tijeras en su bolso. Cuando las recibió, las entregó a su censora y le pidió que cortara los lazos al tamaño de su gusto. Después que la mujer los cortó bien cerca del cuello, Wesley dijo:
—¿Está segura de que ahora sí está bien la corbata?
—Sí, mucho mejor.
—Entonces, permítame las tijeras un momento – dijo Wesley –. Estoy seguro de que a usted no le molestará que yo también la corrija a usted un poquito. Tengo que decirle, señora, que su lengua me resulta ofensiva — ¡es tan larga! —. Haga el favor de sacarla … Me gustaría recortársela un poco.
Citado en R. Kent Hughes en Disciplinas de un hombre piadoso.
Una lección en quechua
El misionero peruano, Víctor Laguna, de origen quechua, cuenta que en su primer viaje misionero entre los quechuas de la sierra, llegó a un pueblito lejano llamado San Nicolás. El viaje fue difícil y largo. Al día siguiente de haber llegado, se levantó muy temprano y después de su devocional con los hermanos que le acompañaban, se vistió a la usanza occidental, con camisa blanca, corbata y terno.
A los pocos minutos, llegó una hermana que lo saludó en quechua con mucha alegría. Les felicitó por haber ido a compartir con ellos. De pronto se le quedó mirando y cogiendo su corbata, le dijo:
— Ashullapa hatumpeqqa allapa shumaq (que quiere decir: “Esto es más bonito que la soga del burro”).
Desde aquella fecha, el misionero Laguna tuvo más cuidado con la cultura y las costumbres quechuas. ¡En los próximos viajes prefirió ir de poncho y sombrero!
Citado de Latinoamérica y las misiones mundiales.
Tarda, pero no olvida
George Müller (S.XIX), pastor y director de un Orfanatorio, era conocido por su fe y su persistencia en la oración. Siempre que oraba por necesidades específicas para su orfanatorio, Dios le enviaba exactamente lo que pedía. Sin embargo, oró durante más de 40 años por la conversión de un amigo y del hijo de su amigo. Cuando Müller murió, estos hombres todavía no se habían convertido. Pero Dios contestó esas oraciones a su tiempo. El amigo se convirtió mientras asistía al funeral de Müller, y el hijo, una semana después.
JEY, en Nuestro Pan Diario.
Sigue siendo el mismo
Cierto día estaba Nee To Sheng (Watchman Nee) con su esposa Pin-Huei (Charity) trabajando en su laboratorio de medicamentos. De pronto, Pin-Huei oyó a To-sheng responder un llamado telefónico en el cual la otra persona hablaba con voz fuerte durante largo tiempo. Nee se limitaba a escuchar, contestando de vez en cuando:
— Sí … sí … gracias … gracias.
Terminada la conversación, Pin-Huei le preguntó:
— ¿Quién era el que te hablaba de esa forma?
— Era un hermano que me decía todo el mal que yo estaba haciendo
—¿Y fuiste culpable de todo eso? – le preguntó ella.
— No.
— ¿Entonces, por qué no le diste una explicación en lugar de decir “gracias”? – exclamó Pin-Huei con impaciencia.
— Si alguien exalta a Nee To-sheng hasta el cielo –le respondió– sigue siendo Nee To-sheng. Y si alguien lo pisotea hasta el infierno, sigue siendo Nee To-sheng.
En A.I. Kinnear, La vida de Nee To-sheng.
Una respuesta sabia
En su biografía espiritual, William Barclay, el venerable erudito escocés, relata la tragedia de perder a su hija de 21 años y su novio, que se ahogaron en un accidente en bote. Él escribe: “Dios no impidió ese accidente en el mar, pero calmó la tempestad de mi corazón como para que mi esposa y yo pasáramos esa pesadilla y nos levantáramos de nuevo.”
Barclay cuenta también haber recibido una carta anónima sobre la muerte de su hija, que decía así: “Sé por qué Dios mató a su hija. Fue para rescatarla de las corruptas herejías suyas.” Barclay dice: “Si yo hubiese sabido la dirección del remitente le habría respondido con misericordia, no con enojo, como dijo Juan Wesley una vez: “Lo que crees tú que es Dios, para mí es el diablo.”
Marlin Vis, tomado de “Christianity Today”.
Domando a un indomable
Siendo un joven deseoso de servir al Señor, el evangelista Dwight L. Moody arrendó una sala de baile y allí reunía los domingos a una desordenada muchedumbre de niños callejeros, a quienes enseñaba el evangelio. Pero con alumnos tan indisciplinados, los métodos de Moody no siempre fueron muy ortodoxos. Una mañana Moody le dijo a su ayudante:
— Si este muchacho – señalando a un chico de 15 años – estorba en la clase hoy, me lo llevo al cuarto; haga usted entonar un himno hasta que vuelva.
Dicho y hecho. Moody cogió al perturbador indomable, y se lo llevó al cuarto vecino, donde le administró una tunda terrible. Al rato regresó con el rostro algo turbado, pero con aire de victoria.
—Creo que hemos salvado a ese niño – dijo, y continuó la clase.
Efectivamente, poco después aquel muchacho fue convertido, y años más tarde reconocía que aún disfrutaba de los beneficios de aquella dura lección.
Citado en Dwight L. Moody, Arboleda, de E.Lund.
Al judío y también al griego
Hudson Taylor, el fundador de la “Misión al Interior de la China”, solía comenzar cada año escribiendo un cheque a favor de “El Testimonio Hebreo-cristiano a Israel” con domicilio en Londres. Él indicaba en el cheque: “Al judío primeramente”.
Cuando David Baron, el devoto erudito líder de esa gran organización, recibía el cheque, de inmediato devolvía el favor enviando su donativo personal a la “Misión al Interior de la China” con la anotación: “Y también al griego”.
Tomado de La gracia de dar, de Stephen Olford.