“Para aprender a orar, hay que orar. La única manera de comprender las profundidades de la oración, es orando, no leyendo acerca de ella en los libros. Llegamos a las alturas más inalcanzables orando, no escuchando sermones. La única forma de aprender a orar es orando de rodillas, humillados y quebrantados. Es una habilidad que se desarrolla a través de la experiencia. Aprenderla es como dominar un oficio. Como aprendices, debemos dedicarnos a ella. Es indispensable el deseo genuino, la práctica, la planeación y el tiempo, para llegar a ser especialistas en ella”.
Dick Eastman, en No es un camino fácil.
“Jesús nunca enseñó a sus discípulos a predicar; solamente les enseña a orar. No hablaba mucho de lo que se necesitaba para predicar bien; pero habló mucho de orar bien. Saber cómo hablar a Dios, es más que saber cómo hablar a los hombres No el tener poder con los hombres, pero el tener poder con Dios, esa es la primera y principal cosa”.
Andrew Murray: Con Cristo en la Escuela de la Oración.
“Tu parte en la oración intercesora no es debatirte acerca de cómo interceder, sino emplear las circunstancias diarias y las personas que Dios pone a tu alrededor en Su providencia para presentarlas delante de Su trono, y dejar que el Espíritu en ti tenga la oportunidad de interceder por ellas. De esta manera, Dios alcanza el mundo a través de sus santos”.
Oswald Chambers: En pos de lo Supremo.
“Derrama el deseo de tu corazón delante de Dios, y espera en silencio delante de Él. Siempre deja un tiempo en silencio al orar, no sea que el Padre celestial quiera revelarte su voluntad. Ven al Padre como un hijo indefenso, herido por diversas caídas, destituido de la fortaleza, para permanecer en pie, o del poder para limpiarte a ti mismo”.
Madame Guyon: Experimentando a Dios a través de la oración.
“Lo que la iglesia necesita hoy día, no es más o mejor mecanismo, no nuevas organizaciones o más y modernos métodos, sino hombres a quienes el Espíritu Santo pueda usar; hombres de oración, hombres poderosos en oración. El Espíritu Santo no fluye a través de los métodos, sino a través de los hombres. El no desciende sobre los mecanismos, sino sobre los hombres. El no unge planes, sino hombres, hombres de oración”.
E.M. Bounds: El predicador y la oración.
“Muchas oraciones carecen de sinceridad. Muchos piden cosas que en realidad no desean. Muchas mujeres están orando por la conversión de sus esposos, la que en realidad no anhelan. Creen que lo desean, pero si comprendieran lo que significa, cómo necesitaría una revolución completa en sus métodos de negocios, y cómo por consiguiente acortaría sus ingresos y que sería preciso cambiar por completo su modo de vivir, la petición verdadera de su corazón sería, si hubiera sinceridad para con Dios: “Oh Dios, no conviertas a mi esposo. No deseo su conversión a un costo tan grande”.
R.A. Torrey: Cómo orar.
“La oración abre, por así decirlo, el corazón de Dios, y por medio de ella, el alma, aun estando vacía, se llena. Por la oración, el cristiano puede, también, abrir su corazón a Dios como lo haría con un amigo, y obtener de Él un renovado testimonio de Su amistad”.
Juan Bunyan: La Oración.
“El poder de la oración es tan fuerte y tan móvil que todo lo que tenemos que hacer cuando oramos es señalar la persona o la cosa a la que deseamos se aplique el poder, y Él, el Señor de ese poder, lo dirigirá al lugar deseado”.
Olan Hallesby, en La oración.