Tengamos cuidado de no poner una piedra de tropiezo en el camino del otro, empujándolo a un estado de fe más avanzado al que nosotros ya hemos sido llevados. Es aquí que hay el peligro de hacer fuerza sobre las almas. Demos testimonio de todo lo que hemos comprobado por la gracia de Dios, pero al mismo tiempo dejemos al Espíritu Santo que haga su obra de testimonio a aquellos a quienes conducen, siempre según ellos pueden aceptar.
J. Penn-Lewis: La cruz, piedra de toque de la fe.
El acercarse a Dios significa tiempo para estar quieto. Cuando se pronuncia la última oración, cuando la última nota de alabanza ha resonado, entonces, en el silencio, el corazón puede esperar y escuchar a Dios. Nunca lo he hecho sin escucharle que me habla. No tiene que ser con una voz articulada; pero, tan pronto como he hecho cesar mis prisas, y mi ajetreo, y mi confusión, y he dejado de prestar atención a la babel que suena alrededor de mí, y he dicho: “Habla, Señor, que tu siervo oye.” Él lo ha hecho, a veces para reprenderme, las más de las veces, pero siempre con amor.
G. Campbell Morgan: Los triunfos de la fe.
Nació en un establo prestado. No tuvo un hogar que pudiera llamar suyo. Celebró su última cena en un aposento prestado. Entró en Jerusalén cabalgando en un asno prestado. Fue crucificado en una cruz prestada y enterrado en un sepulcro prestado.
Billy Graham: El mundo en llamas.
Abramos los ojos y veamos si hay ramas secas alrededor nuestro en las iglesias. Jóvenes cuyas profesiones de fe habían sido brillantes pero que se han enfriado. O viejos que han retenido su profesión pero en los cuales ha muerto la vida espiritual que una vez apareció en ellos. ¡Que los ministros y los creyentes tomen en serio las palabras de Cristo y vean y pidan al Señor si se puede hacer algo para las ramas que empiezan a secarse!
Andrew Murray: La vid verdadera.