Una mirada a los principales temas que ocupan al mundo en los días que corren.
Cada país o región tiene sus propias novedades y preocupaciones particulares. Sin embargo, nos conviene atender a los temas que trascienden fronteras y que influyen sobre el mundo entero. Una correcta interpretación de la actualidad mundial nos ayudará a entender las señales de los tiempos, que anuncian el regreso de nuestro Señor Jesucristo (Mateo 16:3).
En las últimas semanas, son tres los focos de noticias que despiertan nuestra atención, y que intentaremos resumir para la consideración de nuestros lectores.
El cambio climático
Mientras escribimos este artículo –principios de Diciembre de 2007– se realiza en Bali, isla de Indonesia, la 13ª Cumbre de la ONU sobre el cambio climático. Representantes de unos 190 países debaten durante dos semanas con el fin de alcanzar un nuevo acuerdo que reemplace el Protocolo de Kyoto, pues su vigencia expira en 2012.
Haciendo un poco de historia, recordemos que en 1997, en Kyoto, Japón, las naciones suscribieron un acuerdo para reducir las emisiones de gases que producen el llamado «efecto invernadero». El principal de ellos es el dióxido de carbono (CO2), proveniente del uso de combustibles fósiles como petróleo, gas o carbón. Como era previsible, desde entonces el objetivo no se ha cumplido; al contrario, los niveles de emisión han ido en permanente aumento.
La adhesión a este Protocolo en el tiempo, lejos de ser entusiasta y espontánea, ha sido lenta y objeto de muchas discusiones. En marzo de 2001, Estados Unidos, catalogado como el principal responsable de estas emisiones, se negó a ratificarlo y retiró su firma, por entender que tenía defectos insalvables, y que su entrada en vigencia afectaría los intereses de su economía. Recién en mayo de 2002, quince países de la Unión Europea ratificaron el protocolo. Japón y Canadá lo hicieron el mismo año. En diciembre de 2003, Rusia anunció que no iba a ratificarlo, sin embargo, lo aprobó en octubre de 2004.
En esos mismos días (3 de diciembre), y como una señal esperanzadora para la actual Cumbre, el recién asumido primer ministro australiano, Kevin Rudd, firmó documentos para ratificar el Protocolo de Kyoto, poniendo fin a la oposición que Australia mantuvo por mucho tiempo, y dejando así a Estados Unidos como el único país desarrollado importante que se niega a firmarlo.
En el centro del debate de esta Conferencia se encuentra la necesidad de lograr consenso sobre cómo frenar las emisiones más allá del año 2012. Los críticos de este Protocolo, principalmente Estados Unidos, dicen que los marcos vinculantes (resoluciones, compromisos o protocolos) no funcionan y, en cambio, prefieren los avances tecnológicos.
La posición de Estados Unidos ha sido matizada por Harlan Watson, jefe de la delegación de ese país a la Cumbre, al subrayar que el nuevo tratado para la protección del clima no debe entorpecer el crecimiento económico de las naciones en desarrollo. «Los países en vías de desarrollo necesitan crecer para sacar de la pobreza a cientos de millones de personas. Nosotros aceptamos plenamente que ello tenga como consecuencia un aumento de sus emisiones», agregando que por esa razón Estados Unidos apuesta más bien por el desarrollo de nuevas tecnologías para la generación de energía limpia.
Por su parte, la Unión Europea apoya el uso de los tratados vinculantes. Arthur Runge-Metzger, jefe de la unidad de Clima de la Comisión Europea, ha manifestado la intención de lograr que durante la Cumbre de Bali se fije un objetivo concreto para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, que podría ser a la mitad, de aquí al año 2050, «admitiendo que muchos países en vías de desarrollo temen que una reducción tan drástica de las emisiones podría afectar sus legítimas perspectivas de crecimiento económico».
Varios observadores creen que esta diferencia entre las dos economías más poderosas resultará en el fracaso de la conferencia de Bali en preparar el camino hacia un segundo protocolo. «Permitir que la ventana de la oportunidad se cierre, representaría un fracaso moral y político sin precedentes en la historia de la humanidad», declaró Kevin Watkins experto de la ONU en materia ambiental.
Bjon Lomborg, autor del libro «El ambientalista escéptico», ha generado intensa controversia con sus argumentos en relación al calentamiento global. Según él, en la mayoría de los casos se exagera el problema y sostiene que es incorrecto insistir en la reducción de las emisiones como forma de combatirlo. «Aún si Estados Unidos y Australia suscribieran el protocolo y aún si Canadá y Japón hicieran lo que han prometido, que probablemente no lo harán, el protocolo de Kyoto costaría unos 180 mil millones de dólares al año y apenas pospondría el calentamiento global, para fines de siglo, en siete días». O sea que, estaríamos pagando un alto costo para eventualmente lograr casi nada.
El autor plantea que la solución es de largo plazo y que hay que crear la tecnología que nos permita reducir las emisiones de carbono a un menor costo. Por ejemplo, los paneles solares cuestan casi diez veces más que utilizar combustibles fósiles. Si se logra abaratar esos paneles, todo el mundo los utilizaría.
«Todo el mundo está hablando, pero en la práctica se está haciendo muy poco. En 1992 en la Cumbre de la Tierra en Río se prometió reducir las emisiones a los niveles de 1990 para el año 2000. Superamos esas metas en doce por ciento. Luego en Kioto, en 1997, prometimos reducir las emisiones por debajo de los niveles de 1990 para el año 2010. Probablemente vamos a sobrepasar esta meta en un 25 por ciento» afirma el autor de la mencionada publicación.
La comunidad científica internacional, los gobiernos y los distintos organismos ambientalistas del mundo se mantendrán muy ocupados en este tema por mucho tiempo, pues los efectos del temido cambio climático ya se están haciendo sentir, y con efectos devastadores, en muchas regiones del planeta.
Annapolis: La nueva esperanza de paz
Israelíes y palestinos han acordado en la cumbre de Annapolis (Maryland, EE.UU.), reabrir las negociaciones de paz para lograr un acuerdo definitivo que cierre un conflicto, que en 2008 cumplirá 60 años. En la Declaración de Annapolis, firmada por el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas (conocido popularmente como Abu Mazen), y el primer ministro israelí, Ehud Olmert, se han impuesto un calendario: el acuerdo debe de lograrse antes del 31 de diciembre de 2008.
Si se logra ese objetivo, el presidente George W. Bush (bastante desprestigiado por la mayoría de sus políticas internacionales), habrá logrado dejar un verdadero legado para la Historia, asesorado diestramente por su secretaria de Estado, Condoleezza Rice. El único problema es convertir esos buenos deseos en realidad, porque las diferencias entre palestinos e israelíes siguen muy lejos de estar resueltas.
De hecho, la delegación palestina no firmó el documento hasta el último instante, cuando logró que el primer ministro israelí, Ehud Olmert, accediera a negociar de forma inmediata los «aspectos centrales» del conflicto: el estatus del Jerusalén Oriental, las fronteras entre Israel y la futura Palestina, los asentamientos judíos en Cisjordania, y el derecho de retorno a lo que hoy es Israel de los palestinos expulsados del territorio en los años 40. A simple vista estos temas bastan para desalentar el análisis más optimista.
Tal acuerdo significaría la creación del anhelado Estado Palestino antes de fines de 2008. Condoleezza Rice ha reconocido que: «El mundo está escéptico en cuanto a el tema». Bush en tanto ha afirmado que «los Estados Unidos usarán su poderío para garantizar que ambas partes enfrentadas adopten las decisiones necesarias».
Condoleezza Rice solicitó el consejo de los ex presidentes Jimmy Carter y Bill Clinton, de sus predecesores James Baker, Madeleine Albright, Henry Kissinger y de varios diplomáticos, en procura de evitar que las nuevas negociaciones de paz israelo-palestinas corran la misma suerte que las precedentes.
Como era de esperar, el grupo radical Hamas, ha expresado violentamente su oposición a firmar acuerdos con Israel. De igual manera, los sectores israelíes más radicales, rechazan toda negociación que conduzca a la creación de un estado palestino independiente.
El gobierno israelí, por su parte, liberó recientemente, el 3 de diciembre, a 429 prisioneros palestinos como un gesto de buena voluntad hacia el presidente palestino Mahmoud Abbas tras la conferencia de Annapolis. «La liberación de prisioneros palestinos de hoy está destinada a fortalecer a la dirección palestina moderada», dijo Mark Regev, vocero del primer ministro israelí.
Resulta interesante la opinión del presidente de Egipto, Hosni Mubarak, quien afirmó que la conferencia de paz para Medio Oriente celebrada en Annapolis «podría conducir a una paz extensa» en la región. En su opinión, la cumbre «llevará a la creación de un Estado palestino independiente e iniciará el camino hacia una paz extensa» que también llegaría a Siria y Líbano.
La voz del Papa
En otro frente, a fines de noviembre de 2007, se publicó «Spe Salvi», la segunda encíclica del Papa Benedicto XVI, que está dedicada a la esperanza cristiana. Su contenido es bastante fuerte y controversial, algo a lo que este pontífice ya nos está acostumbrando.
Entre otros temas, en ella se critica abiertamente tanto la Revolución Francesa como la Revolución del Proletariado de Karl Marx, y ha proclamado el fracaso, tanto del racionalismo como del marxismo, a los que considera culpables del ateísmo moderno. «Es falso crear una salvación en la tierra… es intrínsecamente malo entender que el hombre es capaz de hacer lo que no realiza Dios».
«Hay dos etapas esenciales de la concreción política de esta esperanza», prosigue Benedicto XVI, «la Revolución francesa y la marxista». Ante la evolución de la Revolución francesa «la Europa de la Ilustración (…) ha tenido que reflexionar (…) de manera nueva sobre la razón y la libertad». Por otra parte, «la revolución proletaria «ha dejado tras sí una destrucción desoladora». El error fundamental de Marx ha sido éste: «Ha olvidado al hombre y ha olvidado su libertad. (…) Creyó que, una vez solucionada la economía, todo quedaría solucionado. Su verdadero error es el materialismo». «Digámoslo ahora de manera muy sencilla –añade el Papa– el hombre necesita a Dios, de lo contrario queda sin esperanza».
Resultan notables estas frontales declaraciones de parte de un Papa, que no siguen la línea que el Vaticano acostumbra, como, por ejemplo, a hacer declaraciones de apoyo a los procesos de paz en las zonas de conflicto y a temas como los derechos humanos y la justicia social, que en general no despiertan mayor oposición. Esta Encíclica, en cambio, descalifica abiertamente el humanismo laico representado por los ideales de la Revolución Francesa y al marxismo que aun inspira a muchos movimientos políticos y a gobiernos de inspiración izquierdista en muchas regiones del mundo.
Está por verse el efecto que estas palabras puedan provocar. Aunque ya hay algo. Los ateos italianos ya han alzado su voz para criticarle: «Quiero tranquilizar al Papa» – declaró Raffaele Carcano, Secretario de la Unión de Ateos y Agnósticos Racionalistas tras conocer el nuevo texto papal. «Nos sentimos llenos de esperanza y no alimentamos la esperanza de un más allá sereno … La existencia de mil millones de ateos en el mundo demuestra que se puede vivir sin Dios pero con la razón», declaró el dirigente.
Los ateos no suelen tener referentes organizados; sólo se oyen generalmente declaraciones de ateos particulares con reputaciones obtenidas en ámbitos como el arte, la literatura o la ciencia, para protestar contra una fe que desprecian. Esta reacción nos habla de una tendencia mundial: una abierta oposición a todo lo que se llama Dios (2ª Tesalonicenses 2:4)
Por otra parte, es noticia reciente que el mismo Papa ha aceptado invitaciones de importantes líderes del mundo musulmán para reunirse en torno a sus comunes anhelos de una paz mundial. Este tema siempre despierta interés en quienes estudian las enseñanzas bíblicas en cuanto a los tiempos del fin, pues el apóstol Pablo enseña: «…cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina…» (1ª Tesalonicenses 5:1-4).
El mundo sigue avanzado, y nosotros seguiremos atentos a su curso. Vivimos días cruciales, en que los acontecimientos pueden precipitarse de pronto y configurar un panorama muy interesante desde el punto de vista bíblico. Entretanto, que el Señor guarde a su pueblo.