Solo hay un lugar para descansar, y es en el Señor. Si intentamos encontrar descanso en nuestro entorno, en el conocimiento, en la salud, en los sentimientos o incluso en la experiencia espiritual, pronto descubriremos cuán cambiantes son todos ellos. De este modo somos derrotados, porque tales fundamentos son inestables.
Gracias al Señor, él mismo es nuestro lugar de descanso. Aunque no podemos descansar en nada en esta tierra, sin embargo podemos encontrar nuestro descanso en él, porque él es nuestra “torre fuerte” (Salmo 61:3). Descansamos en su amor eterno, un amor que nos abraza hasta el extremo.
Este amor hizo que el Señor Jesucristo descendiera del cielo, fuera crucificado en la cruz por nosotros, resucitara de entre los muertos, ascendiera de nuevo al cielo, intercediera por nosotros y preparara un lugar para nosotros. Y vendrá también otra vez a recibirnos consigo. ¡Qué maravilloso es este amor!
No importa lo que nos suceda, no tenemos por qué angustiarnos, sino que podemos descansar en Aquel que tanto nos ama. Además, encontramos descanso en el Señor debido a Su sabiduría. Él sabe cómo arreglar las cosas y cómo proceder con nosotros. El Señor sabe hacer que todas las cosas cooperen para el bien de los que le aman (ver Romanos 8:28).
Aunque a veces nos sintamos desesperados y muy preocupados, él no es como nosotros, pues sabe cómo mantener todas las cosas y planificar incluso las más pequeñas. ¿Por qué habríamos de preocuparnos? ¿No tiene él la sabiduría para todas las cosas?
Además, podemos descansar en el gran poder de Dios porque Él tiene la fuerza para liberar a sus hijos y tiene el poder para derrotar todas las artimañas del diablo, porque él es siempre el vencedor. Tal es el poder divino que obra por nosotros.
Oh, hermanos temblorosos, descansemos en el Señor, porque este poderoso es nuestro Padre. Que él nos permita encontrar descanso de los problemas mirando al descanso que hay en él y ser consolados. ¡Confiemos en su amor, sabiduría y poder, liberándonos así de preocupaciones inútiles!
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