La conocida conferencista cristiana Corrie Ten Boom cuenta que cierta vez se hallaba en la isla de Formosa cuando Dios le dijo que debería ir a varios países, por lo que debería comprar los pasajes aéreos. No tenía dinero, pero ella sabía que el Señor era su Pastor y también su Tesorero.
Cuando llegó a la agencia de viajes, le dijo a la dependienta: «Por favor, anote los lugares para los cuales necesito pasaje: Primero Hong Kong, después Sydney, Australia; después Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, después Tel-Aviv, en Israel; Auckland, en Nueva Zelandia; y al final Ámsterdam, en Holanda».
Ella anotó todo y después preguntó: «¿Cuál es su destino final?». «El cielo» respondió ella. La joven replicó: «No es eso lo que quise decir». «Pero fue eso lo que yo quise decir», replicó Corrie, «y ese destino no necesita usted anotarlo, porque ya tengo pasaje». «¿Cómo lo consiguió?», preguntó la mujer. «Hace más de dos mil años, Alguien compró mi pasaje para el cielo, y yo sólo necesité aceptarlo de su mano. Fue Jesús, que llevó mis pecados en la cruz, y así me garantiza entrada gratuita en el cielo».
En aquel momento, un dependiente chino que había oído la conversación, se acercó. «Eso es verdad», dijo. Corrie le preguntó al hombre: «¿Usted ya hizo su reserva para el cielo?». «Sí», respondió él, «ya recibí a Jesús como mi Salvador y Señor, y él me hizo hijo de Dios. Y todo hijo de Dios tiene un lugar asegurado en el cielo, en la casa del Padre». «Hermano», le dijo Corrie, «entonces ayude a esta joven para que haga su reserva para el cielo».
Después que los pasajes fueron extendidos, Dios proveyó a Corrie la cantidad exacta que ella necesitaba. Muy agradecida, revisó su paquete de pasajes, y fue entonces que percibió un error.
Inmediatamente llamó a la agencia y preguntó por la joven que la había atendido. «¿Por qué cambiaron mi itinerario?», preguntó. «Mi Jefe dijo que tengo que ir primero a Ciudad del Cabo y después a Tel-Aviv. Ustedes cambiaron el orden, poniendo Tel-Aviv antes que Ciudad del Cabo. Dios es mi Señor y tengo que obedecerle».
«Es imposible», replicó la joven; «no existe vuelo directo desde Australia a África. En el Océano Índico no hay ninguna isla en que el avión pueda abastecerse. Por eso usted tendrá que ir primero a Tel-Aviv.». «No», replicó Corrie, «tengo que hacer lo que mi Jefe determinó. Tal vez yo tenga que orar para que surja esa isla. Pero el itinerario tiene que ser ese».
Una hora después, la joven de la compañía aérea la llamó. «¿Usted ya oró pidiendo que surgiese la isla? Acabo de recibir un telegrama de la empresa australiana Qantas. Recientemente ellos comenzaron a hacer una escala en las islas Cocoa. Ahora ya existe una ruta aérea entre Australia y África, pasando por las islas Cocoa y Mauricio».
«¿Ve, señorita?», replicó Corrie, «Dios no comete errores en su planificación. No hay nada demasiado difícil para su poder, y nada demasiado insignificante para su amor».
Corrie Ten Boom, «Marching Orders for the End Battle».