En el capítulo 10 de Génesis aparece un personaje de importancia histórica y simbólica, el primer «grande» de la tierra: Nimrod. El significado de la palabra ‘nimrod’ tiene que ver con ‘marad’, ‘rebelar’. Nimrod llegó a ser el primer gran rebelde, ‘el primer poderoso en la tierra’. La palabra poderoso (‘gibbor’ en hebreo) indica violencia, poder tiránico, lo cual sugiere que Nimrod se convirtió en un déspota. (La Biblia de Jerusalén traduce ‘gibbor’ como ‘prepotente’).
El poder político de Nimrod se extendió por varias ciudades importantes, pero la más significativa es Babel. Nimrod fue el ideólogo y fundador de Babel. ‘Babel’ significa, en idioma babilónico, ‘la puerta del dios’, y en hebreo, ‘confusión’. Esto sugiere que Nimrod quería presentarse ante la gente como si fuera un dios. De hecho, a su muerte, fue llevado a los altares paganos como Marduk o Merodac, junto a su esposa, Semiramis, y su hijo, Tamuz. Esta tríada de dioses (el padre, la mujer y el niño) pasó posteriormente a todas las culturas, donde adquirió rasgos y nombres distintos.
Babel fue edificada en la extensa llanura que hay al sur de Mesopotamia. Como en Mesopotamia escasea la piedra, construyeron con ladrillo (hecho de arcilla cocida, endurecida). Con este material levantaron Babel. Los hombres querían lograr dos objetivos: Hacerse un nombre, y llegar al cielo. Se llenaron de ambición de poder, de orgullo y rebelión. Pero Dios descendió para ver lo que estaban haciendo, y confundió sus lenguas. Esto fue el juicio de Dios, que indica que Dios no estaba en ello, ni podía estar de acuerdo.
Babel es el comienzo de Babilonia, y como tal, representa el verdadero carácter, objeto y resultado de todas las asociaciones y religiones humanas. Es el prototipo de todas ellas. Y Nimrod está en su origen y después en sus altares. Babilonia es un nombre muy conocido, y de una influencia muy notoria en las Escrituras. Desde el capítulo 10 de Génesis y hasta el capítulo 18 de Apocalipsis, Babilonia siempre se identifica con las fuerzas que se oponen a Dios, a la obra de Dios, y al testimonio de los siervos de Dios. Todas las religiones humanas tuvieron su origen allí.
Cada vez que Dios se levanta un testimonio sobre la tierra, Satanás tiene una Babilonia para dañar ese testimonio. En el Antiguo Testamento, Babilonia se opone a Israel; en el Nuevo, Babilonia se opone a la iglesia. Nimrod sigue existiendo, no solo en la historia de Babel y en los altares religiosos. También sigue existiendo solapadamente en el corazón de los hombres que desean hacerse un nombre y que desean alcanzar el cielo por su propia inventiva.
Sin embargo, Dios no puede ser alcanzado por las obras humanas, sino solo por la fe en el Hijo de Dios. Tal como ocurrió con la aventura de Nimrod y Babel, todas las demás aventuras de este tipo fracasarán igualmente. Dios, que recibe a los humildes, siempre rechaza a los soberbios y prepotentes. Los Nimrod no tienen ninguna posibilidad de ser recibidos por Dios. Babilonia tampoco.
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