Lecciones básicas sobre la vida cristiana práctica.
Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas».
– Sal. 63:1.
¿Por qué debemos madrugar?
Lo que ahora deseamos exponer ante los nuevos creyentes es muy simple: debemos levantarnos temprano de nuestra cama todos los días.
Permítanme citar las palabras de Miss Groves, una colaboradora de Miss Margaret Barber, que nos ha ayudado grandemente. Ella decía que la primera elección que da evidencia de nuestro amor al Señor es la elección entre nuestra cama y el Señor. Si tú decides amar más tu cama, duerme cuanto quieras; pero si escoges amar más a tu Señor, te levantarás más temprano. Ella me habló estas palabras en 1921, pero aún hoy día siento la frescura de ellas. Sí, un hombre tiene que elegir entre la cama y el Señor. Si tú amas más tu cama, duerme a pierna suelta; pero si amas más al Señor, debes levantarte de madrugada.
Muchos de los siervos de Dios en la Biblia tenían el hábito de levantarse temprano. El maná debe ser recolectado antes de que se levante el sol. Todo aquel que quiera comer el alimento que Dios le ha prometido deberá madrugar. Cuando el sol calienta, el maná se derrite, y entonces no quedará nada.
Todo nuevo creyente necesita saber que, para recibir el alimento espiritual de parte de Dios, para obtener el sustento espiritual, para crecer espiritualmente y para disfrutar de la comunión espiritual, él tiene que levantarse un poco antes. Si se levanta tarde, perderá su sustento. La vida cristiana débil que prevalece entre los hijos de Dios hoy se debe menos a algún problema espiritual serio que al hecho de levantarse demasiado tarde. Por lo tanto, no consideremos esto como una cuestión pequeña. El problema espiritual de muchos reside realmente en su negligencia en levantarse temprano por la mañana.
Es como si, por la mañana temprano, antes del alba o apenas comienza a amanecer, Dios dispensara su provisión de alimento espiritual y santa comunión a sus hijos. Quien se levanta tarde, pierde aquello. Muchos de los hijos de Dios no tienen problemas en la consagración, el celo y el amor, y sin embargo no pueden ser buenos cristianos por el hecho de levantarse tarde. El madrugar tiene mucho que ver con la vida espiritual. Nunca he encontrado a un guerrero de oración que se levante tarde, ni he conocido a una persona cercana al Señor que se levante tarde. Todos aquellos que conocen a Dios por lo menos se presentan ante él al romper el alba.
«Como la puerta gira sobre sus quicios, así el perezoso se vuelve en su cama» (Prov. 26:14). En su cama, el perezoso es como una puerta que gira sobre sus bisagras. Él dará vueltas en su lecho, pero nunca lo dejará. Él girará a un lado y otro, pero, con todo, permanecerá acostado. Muchas personas simplemente se aferran a sus camas. ¡Vueltos hacia un lado, ellos encuentran la cama encantadora; dando vuelta al otro lado, todavía la hallan deliciosa! Les encanta dormir, dormir un poco más y rezagarse más en la cama. Sin embargo, hermanos y hermanas, si ellos desean servir a Dios, ellos deben levantarse temprano cada día.
Quien se proponga ante Dios levantarse de madrugada, pronto experimentará un múltiple beneficio espiritual. Su oración en otro momento del día no se puede comparar con su oración al alba. Su estudio de la Biblia en otras horas no se puede igualar al de aquella hora; y su comunión con el Señor en otro momento nunca es tan dulce como al amanecer. Recuerde bien que la alborada es el mejor tiempo del día. Deberíamos presentar nuestro mejor tiempo a Dios, no a los hombres o a los asuntos del mundo. Es un necio aquel que gasta su jornada completa en el mundo y después, al anochecer, cuando está agotado, se arrodilla a orar y a leer la Biblia antes de irse a la cama. ¿Quién puede asombrarse de que su oración, su estudio de la Biblia y su comunión con el Señor sean defectuosos? Su problema es el hecho de levantarse demasiado tarde por la mañana.
Qué hacer después de levantarse temprano
Nuestro objetivo no es solo que la gente se levante temprano. Estamos buscando el valor espiritual y el contenido espiritual. Entonces, aquí hay algunas cosas que las personas deben hacer después de levantarse:
1. Tener comunión con Dios
Los hombres se levantan temprano por la mañana con el fin de tener comunión con el Señor. «Levantémonos de mañana a las viñas … Allí te daré mis amores» (Cant. 7:12). Siendo la mejor hora del día, debería ser ocupada en tener compañerismo con Dios, en esperar tranquilamente delante de él, en meditar en su presencia, en recibir la dirección de Dios, y en permitir que él nos hable, y nuestros espíritus estén abiertos a él.
La comunión significa tener nuestro espíritu abierto para Dios. Cuando el espíritu humano se abre a Dios, entonces la mente es abierta. Esto da a Dios oportunidad para dar luz, para proveer una palabra, para dar un toque de vida; también da al alma el privilegio de aprender a tocar a Dios, meditar y contemplar, y para elevar el corazón a Dios. Esto es, en pocas palabras, la comunión con Dios.
2. Cantar y alabar
La hora matinal es la mejor hora para cantar alabanzas al Señor. Podemos elevar nuestras bendiciones más altas en la hora de la mañana.
3. Buscar el sustento delante de Dios
Éste es el tiempo de recolectar nuestro maná. ¿Cuál es nuestro maná? Por supuesto, el maná señala a Cristo, pero éste no es nuestro énfasis aquí. Es la palabra de Dios de la cual disfrutamos a diario y a través de la cual recibimos fortaleza para caminar en el desierto. El maná es el alimento en el desierto y tiene que ser recogido temprano por la mañana. ¿Cómo puede alguien estar satisfecho y nutrido si él pasa ese primer tiempo del día en atender otros asuntos?
El amanecer es la hora para la comunión, la alabanza, el maná y la oración. «Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré» (Sal. 63:1). «…entonces buscaban a Dios … se volvían solícitos en busca suya» (Sal. 78:34). En el original, en ambos salmos encontramos la palabra «temprano». Temprano por la mañana es el tiempo para la oración. Después de tener comunión con Dios y ser alimentado con el maná, el creyente se fortalece para poner todas las cosas delante de Dios y para orar cuidadosamente sobre ellas. Orar requiere fuerza; el débil no puede orar. Con la nueva fuerza tomada de la comunión y de la alimentación con el maná, puedes orar – por ti, por la iglesia y por el mundo entero.
De esta manera, cada nuevo creyente necesita conocer las cuatro cosas que él debería estar atento a hacer ante Dios cada mañana: comunión, alabanza, lectura de la Biblia y oración. Si él las descuida, el día lo declarará. Incluso una persona como George Muller confesaba que si él se alimentaba ante Dios por la mañana o no lo hacía totalmente, eso determinaba su condición espiritual para la jornada completa. Su actuar por la mañana temprano presagiaba su día.
Muchos cristianos encuentran sus días difíciles porque sus horas matinales son deficientes. (Reconozco que una persona no se vería fácilmente afectada por circunstancias exteriores si conociera la separación del espíritu y del alma, y asimismo el quebrantamiento del hombre exterior. Esto, sin embargo, es un aspecto totalmente diferente). Para los nuevos creyentes, la exhortación se debe dirigir hacia el hecho de levantarse temprano, porque una vez que ellos lleguen a ser negligentes en esto, serán descuidados en casi todo. La diferencia que hace en el día, si alguien ha tomado alimento en la mañana o ha quedado hambriento, es en extremo grande.
Traducido de Spiritual Exercise, (Christian Fellowship Publishers, 2007).