Hubo una vez un sargento grandulón que se rindió a Cristo. En otro tiempo fue un soldado perverso en uno de los regimientos de Highland, pero después llegó a ser un testimonio vivo y radiante. El sargento contaba su propia conversión de la siguiente forma:
«Hubo un joven recluta en nuestra compañía que se convirtió en Malta, antes de que nuestro regimiento saliera para Egipto. Me avergüenzo de decir esto, pero junto a los demás, atormentamos la vida de aquel joven. El diablo parecía controlarme, y convertí la vida de aquel joven en casi insoportable.
«Cierta noche muy lluviosa aquel recluta regresó de su turno como centinela. Él estaba exhausto y empapado. Aun así, ante de acostarse, se arrodilló para orar. Le quité las botas, que estaban pesadas debido al barro, y puse una a cada lado de su cabeza. Él no reaccionó, sino que continuó orando.
«A la mañana siguiente, encontré mis botas espléndidamente lustradas y brillando al lado de mi cama. ¡Esa fue su única respuesta! La actitud de aquel joven partió mi corazón duro a tal punto que aquel mismo día fui salvo. Fue la primera vez que vi a un hombre demostrar su fe como un verdadero soldado de nuestro gran Capitán. ¡Realmente tal amor conquistó mi duro corazón!».
Tomado de «A Janela mais ampla de Deus», DeVern Fromke.