Lecciones básicas sobre la vida cristiana práctica.
El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón».
– Sal. 40:8.
Lo que ahora consideraremos es mostrar que un nuevo creyente puede conocer la voluntad de Dios. Esto es de gran importancia, porque la falta de tal conocimiento causa gran daño a Su servicio.
Desde el día en que es salvo, un hijo de Dios sufre un cambio drástico en su vida. Antes, él se sentía frustrado cuando no podía hacer lo que quería, pero era feliz si él podía obrar según su deseo. Tal felicidad se derivaba de su propia voluntad. Pero ahora, su centro ha cambiado, porque él tiene un Señor. Si aún vive según su propia voluntad, como antes, él no estará satisfecho; al contrario, se sentirá muy intranquilo.
Después que has sido salvo, tú descubres que la causa de tu malestar radica en seguir tu propia voluntad. Cuanto más actúes según tu deseo, menos feliz eres. Pero, si en lugar de seguir tu propio pensamiento aprendes a seguir a Dios por la vida nueva en ti, tendrás paz y alegría.
Sin duda, este es un cambio maravilloso. Es muy gratificante hacer la voluntad de Dios. Nunca creas ni por un momento que seguir tu propia voluntad te hará dichoso. El camino hacia la felicidad no está en seguir tu voluntad, sino en seguir la voluntad de Dios.
La vida que hemos recibido tiene una demanda básica: debemos caminar según la voluntad divina. Cuando más hacemos la voluntad de Dios, más felices somos; cuanto menos andamos en nuestro propio camino, más recto es nuestro andar delante de Dios.
Si no vivimos según nuestro propio parecer, tendremos una vida más ascendente en la presencia de Dios. Pero si seguimos nuestra propia voluntad, las cosas se harán más difíciles. La felicidad se encuentra en la obediencia, no en la voluntad propia.
Hermano, tan pronto como te conviertes en un cristiano, tú debes empezar a aceptar el pensamiento de Dios. Solo su voluntad debe gobernarlo todo. Nadie debe vivir según sus propias ideas. Serás salvo de muchos peregrinajes innecesarios si eres suave y tierno delante de Dios y aprendes desde el principio a someterte a su voluntad. La razón por la cual muchos fracasan en su vida cristiana es porque siguen su propia voluntad.
Recuerda, caminar según tu propia voluntad solo te acarreará dolor y pobreza espiritual. Al final, Dios te llevará a acatar su voluntad, pero él tendrá que obtener tu sumisión a través de circunstancias especiales o tratos inusuales. Si no fueras su hijo, él podría dejarte ir. Pero, ya que eres su hijo, él te llevará a su manera en el camino de la obediencia. Toda desobediencia solo te hará vagar innecesariamente. Al final, terminarás obedeciendo.
Cómo conocer la voluntad de Dios
¿Cómo podemos conocer la voluntad de Dios? A menudo cometemos errores. No es fácil para nosotros, personas terrenales, entender la voluntad de Dios. Sin embargo, tenemos un consuelo delante de él: no es solo que nosotros queramos hacer la voluntad de Dios, sino que también Dios quiere que la hagamos.
Nosotros buscamos entender su voluntad, y él nos llama para conocerla. Puesto que él quiere que hagamos su voluntad, de seguro él nos permitirá comprenderla. Por lo tanto, es un asunto de Dios revelarnos su voluntad. Ningún hijo de Dios necesita preocuparse sobre cómo puede hacer la voluntad de Dios cuando no tiene conocimiento de ella. Aunque es difícil saber la voluntad de Dios, preocuparse por ello es innecesario. De alguna manera, Dios hará su voluntad conocida para nosotros.
¿De qué manera es posible conocer la voluntad de Dios? Hay tres cosas a las cuales se debe prestar atención. Cuando estos tres factores coinciden, puedes estar bastante seguro de lo que es la voluntad de Dios. Pero si estos tres elementos no se alinean, si uno de ellos no armoniza con los otros, entonces tú sabes que aún tienes que esperar más delante de Dios.
El arreglo de las circunstancias
La Biblia nos dice: «¿No se venden dos pajarillos por un cuarto?» (Mat. 10:29). En otro lugar, dice: «¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos?» (Luc. 12:6). Matemáticamente, si un cuarto compra dos pajarillos, dos cuartos comprarían cuatro gorriones. Pero el Señor dice que dos cuartos compran cinco pajarillos. Esto demuestra cuán baratos son los gorriones. Un cuarto por dos, dos cuartos por cinco, y uno agregado sin costo. Sin embargo, ni aun este quinto pajarillo podría caer a tierra aparte de la voluntad de Dios.
No quiero hablar del gorrión primero o segundo, sino del quinto. A menos que sea voluntad de Dios, este quinto gorrión no caerá a la tierra – aunque fue adquirido sin precio, simplemente siendo agregado a la compra. Así, la Biblia nos indica que todos los arreglos ambientales, todas las cosas que suceden en el entorno, son expresiones de la voluntad de Dios. Nadie caerá a tierra fuera de la voluntad del Padre celestial. Por lo tanto, si tú ves un gorrión en el suelo, esto concuerda con la voluntad de Dios.
Los nuevos creyentes deberían aprender a conocer la voluntad de Dios a través de las circunstancias. No hay nada en nuestras vidas que sea accidental. Los acontecimientos de cada día son medidos por el Señor. Necesitamos ver que todo en nuestra vida –eventos, familias, esposos, esposas, hijos, compañeros, familiares– todo está dispuesto para nosotros por el Señor. Las cosas que nos ocurren a diario están todas dentro del orden del Padre. Debemos aprender a conocer la voluntad de Dios en nuestro entorno. Este es el primer factor.
Muchos nuevos creyentes aún no han aprendido cómo ser guiados por el Espíritu Santo; ellos pueden saber muy poco de la enseñanza de la Biblia. Sin embargo, Dios aún puede guiarlos, porque ellos pueden al menos ver la mano de Dios en todo lo que les sucede. Este es el primer paso.
La guía del Espíritu Santo
Hemos visto cómo la mano de Dios se manifiesta en las circunstancias que nos rodean. Dios no quiere que seamos como el caballo o la mula que no tienen entendimiento. Él nos dará dirección desde adentro. «Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios» (Rom. 8:14).
¿Quién puede ser conducido por el Espíritu de Dios? Los hijos de Dios podemos, porque el Espíritu Santo nos conduce desde adentro. Dios no solo nos guía a través de las circunstancias, sino que también nos guiará por su vida en nuestro espíritu. Recuerda que somos habitados por el Espíritu Santo; lo tenemos en nosotros. Debido a esto, Dios puede hacer conocida su voluntad para nosotros en lo más profundo de nuestro ser.
Nuevos creyentes, ustedes tienen un nuevo espíritu, y el Espíritu de Dios también habita en ustedes. Ese Espíritu de Dios que mora en ustedes les dirá cuál es la voluntad de Dios. El testigo está dentro de ti. Esta es una característica del creyente de hoy: no solo conoce a través de las circunstancias, sino también desde su propio interior. No solo puede ver el arreglo del Señor en su entorno, sino también el Señor mismo revela adentro cuál es su voluntad.
Aprende, pues, a confiar en la guía del Espíritu Santo dentro de ti, así como en la disposición de Dios en tu entorno. En el momento más apropiado, el tiempo de necesidad, el Espíritu de Dios dentro de ti no callará, sino que te alumbrará, mostrándote si el asunto es o no es de Dios. Tan pronto como alguien cree en el Señor, él es capaz de ser conducido por el Espíritu Santo. Él no necesita esperar un tiempo futuro.
Con el fin de conocer la voluntad de Dios, tú necesitas saber algo de este sentimiento interior. Sin embargo, no debes sobredimensionarlo, para no caer en el análisis. Lo que debes ver es simplemente que el Espíritu de Dios habita en el lugar más íntimo del hombre, es decir, en su espíritu. Por eso, la conciencia del Espíritu Santo no puede ser superficial o externa; viene de la profundidad de tu ser. No suena como una voz, y sin embargo, es como una voz. No es exactamente como un sentimiento, y sin embargo, es como un sentimiento.
El Espíritu del Señor dentro de ti te dirá lo que es y lo que no es su voluntad. Si tú eres del Señor, cuando sigues el cauce de esta vida nueva, tienes la sensación de ir bien. Pero si te rebelas o resistes un poco, te sientes molesto e intranquilo dentro de ti.
La enseñanza de las Escrituras
La voluntad de Dios no es solo manifiesta en nuestro entorno, y por su Espíritu Santo habitando; también nos es dada a conocer a través de la Biblia. Su voluntad ha sido revelada muchas veces en el pasado, y esto está registrado en las Sagradas Escrituras. La voluntad de Dios es una sola, no dos o diez, o cien, o mil voluntades. La voluntad de Dios es única. Él no cambia de un día a otro. Su voluntad continúa siendo la misma por siempre. Por esta razón, los hijos de Dios deben conocer la Biblia. En ella encontrarán la revelación de la voluntad de Dios.
La manera en que Dios ve una cosa hoy es la misma que veía en el pasado. Aquello que él condenó antes, lo condena ahora. Aquello en lo cual Dios se deleitaba antes, sigue siendo su delicia hoy. La Biblia es el lugar donde Dios revela su mente. Dios manifestó su propia voluntad con respecto a muchas personas y muchas cosas en los días pasados. Todas ellas están registradas en la Biblia.
Puesto que la voluntad de Dios es uniforme, ya hay un número de ejemplos en la Biblia para mostrarnos lo que ella es. Es absolutamente imposible para Dios condenar hoy algo que él ya ha aprobado en la Biblia. Además, el Espíritu Santo hoy nunca nos llevará a hacer lo que Dios ya ha denunciado en la Biblia. La voluntad de Dios es una sola.
La voluntad de Dios se conoce en la concordancia de estos tres factores. Estos tres factores juntos manifiestan la voluntad de Dios – nuestro entorno, la guía del Espíritu y la palabra de Dios. Por la concordancia de estos tres, aprendemos a conocer la voluntad de Dios. ¿Qué debemos hacer si queremos buscar la voluntad de Dios en un asunto en particular? Para estar seguros, estos tres factores deben estar de acuerdo. No puede ser solo un factor, sino el acuerdo de los tres. Entonces podemos estar claros de Su voluntad.
El principio de la iglesia
Dios nos ha mostrado que su voluntad es manifiesta en su palabra, en el espíritu del hombre y en el entorno. Ahora vamos a añadir un factor más: la voluntad de Dios es manifestada a través de la iglesia. No hay ninguna guía que pueda mantenerse de forma independiente. Los hijos de Dios hoy en día son muy diferentes al pueblo del Antiguo Testamento. Durante aquel tiempo, ellos se convirtieron en el pueblo de Dios individualmente; pero hoy somos el pueblo de Dios corporativamente. Ellos se convirtieron en el pueblo de Dios como una nación, mientras que nosotros somos el pueblo de Dios como un cuerpo.
Ninguna mano puede moverse sin implicar a otras partes del cuerpo. ¿Cómo puede moverse la mano sin que el cuerpo se mueva? ¿Cómo pueden ver los ojos y el cuerpo no? ¿Pueden escuchar los oídos y el cuerpo no? El oír de los oídos es el oír del cuerpo; el ver de los ojos es el ver el cuerpo. Aunque los pies hacen la caminata, el cuerpo ha caminado. Asimismo, toda la dirección de Dios es corporativa, no personal, envolviendo todo el cuerpo.
La luz de Dios está en el santuario; la gloria de Dios también está ahí. Siendo la iglesia de Dios un santuario, la gloria de Dios se manifiesta allí, porque la gloria de Dios está en el santuario. No es solo que somos individualmente guiados por Dios, sino que todo el cuerpo –hermanos y hermanas– recibe la orientación del Señor. No es una persona quien toma una decisión; por el contrario, es el cuerpo quien decide. Debemos aprender a conocer la voluntad de Dios por el principio de la comunión.
Cuando estos cuatro factores están en una línea recta, todo está bien. La voluntad de Dios se manifiesta en nuestras circunstancias, en la dirección del Espíritu Santo, en la Biblia y a través de la iglesia. Después que alguien ha examinado los tres primeros factores, aún debe consultar a la iglesia. Dios manifiesta su voluntad no solo a una persona, sino a un cuerpo, es decir, a todos los hermanos y hermanas. Por tal razón, es importante estar claros en el sentir interior, en la palabra de Dios, en el entorno y finalmente en el consentimiento de la iglesia.
El problema del hombre
Por último, aunque todos los cuatro factores anteriores parezcan dar una indicación positiva, ello no necesariamente garantiza el haber encontrado la voluntad de Dios, porque si alguien confía en los métodos puede equivocarse. Él necesita clamar desde el fondo de su corazón, «Señor, yo soy tu siervo; quiero hacer tu voluntad».
A menudo es preocupante el hecho de que muchos buscan saber cómo conocer la voluntad divina sin tener realmente el corazón para hacerlo. Ellos quieren conocer el método apropiado. Parecen considerar la voluntad de Dios como una especie de conocimiento para almacenar sin usarlo. Ellos acuden a Dios para conocer Su voluntad, pero luego actúan de acuerdo a sus propios pensamientos.
No olviden la palabra del Señor Jesús: «El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios» (Juan 7:17). Busquemos realmente conocer la voluntad divina. Tomemos la voluntad de Dios como nuestro alimento y nuestra vida, y aprendamos a obedecerla.
Traducido de Spiritual Exercise, Chapter 28
Christian Fellowship Publishers