Lecciones básicas sobre la vida cristiana práctica.
Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa».
– Hechos 16:31.
La mayoría de las cosas poseen una unidad fundamental; en el caso de la salvación, la unidad básica es la casa. En la Biblia, vemos que Dios da muchas promesas con respecto a sus tratos con los hombres. Si conocemos estas promesas, seremos beneficiados en gran medida; si no es así, sufriremos pérdida. La promesa que Dios da con respecto a la salvación tiene como unidad básica a la familia, no a un individuo. Se debe recordar esto a los nuevos creyentes, porque resolverá muchos problemas y les traerá gran provecho.
La unidad de salvación
Cuando la Biblia habla de la vida eterna, toma siempre al individuo como la unidad; nunca toma a una casa como la unidad. Pero, cuando se ocupa de la salvación, considera en realidad a la casa en lugar del individuo. Debemos ver que la unidad de la salvación es la casa, en tanto que, para la vida eterna, es el individuo.
El principio básico de la Biblia es que la salvación de Dios es para la familia. Ahora examinemos las pruebas en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.
Ejemplos del Antiguo Testamento
1. La casa entera entró en el arca
«Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca» (Gén. 7:1). «…en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua» (1ª Ped. 3.20b).
El arca no era para una persona, sino para toda la casa. La Biblia afirma que aquel hombre llamado Noé era justo delante de Dios, pero en ninguna parte se registra que los hijos y las nueras de Noé eran justos. Solo se refiere a Noé como un hombre justo. Sin embargo, cuando Dios preparó su salvación para Noé, él ordenó a toda su familia que entrara en el arca. El arca utilizó la casa en lugar del individuo como su unidad.
Un nuevo creyente debe traer toda su casa al arca. Tú puedes orar: «Señor, yo he confiado en ti. Ahora te pido que recibas a toda mi familia, porque tú has dicho que toda mi casa puede entrar». Dios considerará tu fe y dará entrada a toda tu casa.
2. Un cordero pascual para cada casa
«Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia … Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer» (Éx. 12:3, 7).
Sin duda alguna, el cordero pascual era para la casa, no para un individuo. Esto nos muestra cuán importante es la casa a los ojos de Dios. El cordero era inmolado no solo a favor de una persona sino de la familia entera, y su sangre era puesta en la puerta para que aquel hogar fuese preservado. El ángel, el destructor, pasaría por alto la casa que tenía la sangre en la puerta.
Cuán maravilloso es que la salvación que el Señor Jesucristo ha preparado es como el cordero pascual para toda la casa entera. Es para que la familia coma el cordero y aplique la sangre. Toda la familia junta recibe la salvación del Señor.
3. Un hogar guardado por un cordón de grana
«Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza, y nosotros sin culpa. Mas cualquiera que se estuviere en casa contigo, su sangre será sobre nuestra cabeza, si mano le tocare» (Jos. 2:19). «Y será la ciudad anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab la ramera vivirá, con todos los que estén en casa con ella, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos» (Jos. 6:17).
En el caso de Rahab la ramera, la casa entera también fue preservada. ¿Por qué? Porque ella ocultó a los mensajeros. Dios le dio una señal – ella debía atar la cuerda escarlata en su ventana, y todos aquellos que estuviesen en el interior de la casa serían librados de la matanza. El resto de los habitantes de Jericó fueron todos ejecutados. La salvación estaba en la cuerda escarlata, pero ésta libró no solo a Rahab, sino también a su casa.
El alcance de la salvación es bastante claro – es toda la casa. En el capítulo 2 de Josué, vemos la promesa; en el capítulo 6, el cumplimiento práctico. Así como fue la promesa, fue la realidad. Por lo tanto, toda la casa de Rahab fue salvada.
Ejemplos del Nuevo Testamento
1. La casa de Zaqueo
Y, ¿qué decir de Zaqueo? «Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham» (Luc. 19:9).
¡Cuán maravilloso es que el Nuevo Testamento proclame el mismo principio! Pensamos generalmente en la salvación como viniendo al individuo. Tal vez muchos han predicado esa forma. Pero el Señor declara que «la salvación ha venido a esta casa».
Cuando prediques el evangelio, presta atención a la salvación de la casa. No esperes que solo sean salvos los individuos. Si realmente crees y esperas más, tu labor experimentará un gran cambio.
Quisiéramos que familias enteras sean convertidas. Mucho depende de tu fe y expectativa. Si tú esperas que los incrédulos vengan al Señor uno a uno, vendrán uno a uno. Pero si crees en su venida casa por casa, lo lograrás casa por casa. El alcance de la salvación de Dios es la casa; no reduzcamos ese ámbito.
2. La casa de Cornelio
«…un hombre piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre» (Hech. 10:2). «Él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa» (Hech. 11:14). Cornelio invitó a sus parientes y amigos para que oyeran a Pedro. Mientras Pedro hablaba, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, y todos los que estaban reunidos en su casa fueron salvos. Ésta es una tremenda demostración de que Dios trata con las familias y no solo con individuos.
3. La casa de Lidia
«Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos» (Hech. 16:15). Los apóstoles predicaron el evangelio a la familia de Lidia y ellos creyeron y fueron bautizados.
4. La casa del carcelero filipense
«Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa» (Hech. 16:31). Este es uno de los versículos bíblicos más famosos en la cristiandad. Cree en el Señor Jesús y serán salvos, tú y tu familia. No creo que podamos objetar esta declaración. La palabra de Dios no dice: «Cree en el Señor Jesucristo y tendrás vida eterna, tú y tu casa», sino: «Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa».
5. La promesa es para ti y para tus hijos
Ya hemos visto cómo fue abierta la puerta del evangelio para los gentiles en la salvación de la casa de Cornelio. Volvamos atrás, para examinar ahora la situación en Pentecostés. «Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare» (Hech. 2:39).
La promesa dada en Pentecostés es que el pecado del hombre puede ser perdonado y él puede recibir el Espíritu Santo. Esta promesa es para tus hijos así como para ti. Por lo tanto, es de especial importancia para los padres de familia de hoy apropiarse de esta promesa, diciendo: «Esta promesa fue dada para nosotros y para nuestros hijos. No es para nosotros de modo exclusivo, porque nuestros hijos pueden poseerla junto con nosotros».
Si en verdad creemos, el Señor obrará. El camino es claro: Dios nos bendecirá como familia. La salvación de la casa es un enorme principio – si alguien cree, toda su casa será salva. Permanece firme delante de Dios, para que toda tu casa pueda ser transformada.
Traducido de Spiritual Exercise (Christian Fellowship Publishers, 2007).