Solo por el Espíritu puede la iglesia transformarse en una expresión del Señor Jesús.
Lance Lambert *
Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros».
– Juan 14:16-18.
El tema de esta conferencia es «Conociendo al Espíritu Santo». En mi opinión, debido a los tiempos en los cuales vivimos, no hay tema más importante que éste. El mundo está en una encrucijada. Las llamadas «naciones cristianas» están desechando la palabra de Dios y este hecho solo puede traer juicio. Estamos entrando en días de mucha confusión, como un mar agitado por un tifón, desde allí vendrá el anticristo. Sin embargo, hay una noticia maravillosa: vendrá también el Señor, y por tal razón nosotros necesitamos conocer al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es el agente de todas las cosas. El es el supervisor de todas las cosas de Dios, como un director gerente. Él toma la voluntad, el propósito y el consejo de Dios y vigila su cumplimiento. En eso consiste la necesidad indispensable de conocer al Espíritu Santo.
Mi parte en esta conferencia es hablar acerca de la persona del Espíritu Santo, pero es difícil hablar acerca del Espíritu Santo sin hablar de la obra y la manifestación del Espíritu.
Conocer al Espíritu
Sin embargo, mi encargo es hablar acerca de conocer al Espíritu Santo. La ignorancia en relación al Espíritu Santo, el desconocimiento de su Persona, siempre ha conducido a la recaída, a la infructuosidad, a la esterilidad, a la falta de vida, creyendo cosas tremendas, pero, en lo práctico, contradiciéndolas, y aun llegando hasta la apostasía. Es cosa terrible y destructora descuidar de alguna manera la Persona del Espíritu Santo; incluso, muchas veces, se habla del Espíritu Santo como de ‘algo’.
Él es tratado como si fuese un mero instrumento, un medio o un vehículo, una especie de canal impersonal para Dios el Padre y el Hijo. Él es tratado como si no tuviese sentimientos ni personalidad. A menudo es tratado como si fuese una mercancía, una cosa a ser experimentada o un poder, una forma de superarse. Raramente es tratado por los cristianos como una persona.
El versículo 13 de Juan 16, en la versión King James, ha sido utilizado para justificar la ignorancia y aun el menosprecio de la persona y obra del Espíritu Santo. Esta versión dice: «No hablará de sí mismo», mientras el original griego dice simplemente: «No hablará por sí mismo».
La versión New American Standard de 1901 lo traduce correctamente y así también lo hace Darby. La New American Standard Bible lo expresa así: «No hablará por su propia iniciativa». La versión Nueva King James dice: «No hablará por su cuenta», y luego, entre paréntesis, «autoridad».
En otras palabras, el significado de esto no es que el Espíritu Santo nunca habla de sí mismo, sino que no hablará, por decirlo así, fuera de sí mismo. Él no habla por iniciativa propia.
Si te digo que no voy a hablar de mí mismo, significa que no diré nada sobre mí. Pero todo este libro es la obra del Espíritu Santo. Por lo menos doscientas veces dice: «El Espíritu Santo dijo… El Espíritu Santo dio a entender… El Espíritu Santo hizo esto o aquello». Es la obra del Espíritu Santo para revelarnos al Señor Jesús. Su obra es fijar nuestra mirada no en sí mismo, sino en el Señor Jesús. Su tarea es que el Padre y el Hijo puedan venir a morar en nosotros en realidad. Por lo tanto, siempre está volviendo nuestra mirada sobre el Padre y el Hijo.
Un grave riesgo
Pero si menospreciamos al Espíritu Santo, si ignoramos al Espíritu Santo, corremos un grave riesgo. Probablemente la más exitosa táctica o estrategia de Satanás para paralizar al creyente y a la iglesia es haber utilizado esta traducción en el mundo de habla inglesa, para que el pueblo de Dios no comprenda a la persona esencial del Espíritu Santo.
Consideremos por un momento la historia de la iglesia; cada movimiento del Espíritu Santo ha sido, dentro de un par de generaciones, frustrado. ¿Qué ha ocurrido? Ha sido el ignorar, menospreciar o apagar al Espíritu Santo.
Si la obra del Espíritu Santo es revelar el Mesías entronizado y glorificado, cuando él es ignorado y devaluado, entonces, como creyentes, nosotros vivimos vidas derrotadas. Entonces, como iglesia de Dios, tenemos derrota tras derrota. Vemos el deterioro de la autoridad y la vida espiritual, y somos incapaces de hacer nada al respecto.
Vemos que la iglesia está como en una camisa de fuerza: tiene una tremenda convicción y fe en Dios; cree en las Escrituras, pero está absolutamente aprisionada, en esclavitud. Ha perdido su libertad de acción, es incapaz de ejercer autoridad, incapaz de usar las llaves del Reino e incapaz de vencer.
Una Persona
Nada es más importante que esta necesidad de conocer al Espíritu Santo. El Espíritu Santo es una Persona. Por esta razón, debes conocerlo. De la misma manera como conoces al Padre y al Hijo, así debes conocer al Espíritu Santo.
Efesios 4:30: «Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención». Él puede ser contristado. No se puede entristecer a un instrumento o a un producto impersonal, sino solo a una persona.
En Hechos 5:3-4, Pedro dice a Ananías: «¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo?». Solo puedes mentir a una persona. No puedes mentir a un instrumento.
Vamos a considerar otra cosa. En el Evangelio de Juan capítulo 14 versículo 16, Jesús dice: «Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre». ¿Te ha revelado el Espíritu Santo esta asombrosa declaración? Padre, Hijo y Espíritu Santo. «Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador». De tal manera que el Señor Jesús es ya el Consolador, y hay otro Consolador, «para que esté con vosotros para siempre».
El Señor Jesús está a la diestra de Dios. Como Dios, él está en todas partes; pero físicamente está a la diestra de Dios, y volverá desde aquel lugar. Aún tiene las marcas en sus manos, en sus pies y en su costado. Es este otro Consolador quien está con nosotros por siempre.
La palabra griega «parakletos» (consolador), es traducida de varias maneras: alguien que está al lado, abogado, ayudador, intercesor. «Yo rogaré al Padre, y os dará otro Abogado». Tienes un defensor a la diestra del Padre – el Señor Jesús. Pero también tienes un abogado contigo: el Espíritu Santo. Tienes un ayudador a la diestra de Dios, un intercesor. Pero también tienes un ayudante contigo, un intercesor. Él intercede por los santos dentro de tu espíritu.
No sé si estoy progresando, pero esto me parece algo tremendo. Cuando el Señor Jesús dijo: «Id, y haced discípulos a todas las naciones … y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mat. 28:19-20). ¿Cómo está con nosotros todos los días? Por el Espíritu Santo.
«Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra» (Mat. 28:18). Toda autoridad, todo el poder, está en manos del Señor Jesús a la diestra de Dios. ¿Cómo esto se hace real para nosotros? En la persona del Espíritu Santo. Si no conocemos la persona del Espíritu Santo, no tenemos autoridad ni poder.
Amados hermanos y hermanas, lo reitero, pienso que no hay nada más importante que esto de conocer la persona del Espíritu Santo. Cuando alguien conoce a la persona del Espíritu Santo, este ser humano, redimido por la obra consumada de nuestro Señor Jesús, se convierte en uno que ama al Señor Jesús. Ese hijo de Dios llega a ser alguien centrado en la persona del Señor Jesús. Ellos lo siguen a Él.
Líder y Maestro
Pensemos en algunos de los términos que se utilizan para referirse al Espíritu Santo. Él es señalado como un líder. Un producto no puede guiarte. Pero sí una Persona. «Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios» (Rom. 8:14).
Piénsenlo de nuevo. «Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad» (Juan 16:13). El Espíritu Santo es aludido no solo como un líder sino como un maestro. «Él os enseñará todas las cosas» (Juan 14:26).
Y el apóstol Juan escribe en una de sus cartas: «Pero la unción que vosotros recibisteis de él… os enseña todas las cosas» (1ª Juan 2:27). Eso no significa que no necesitamos maestros en la casa de Dios, o de enseñanza. Significa que no necesitas de alguien que te diga: «Esto está mal y esto está bien; esto es una secta y esto otro es de Dios», porque tienes una unción dentro de ti, el Espíritu de Dios. Él es testigo.
Pero estamos hablando de la persona del Espíritu Santo. Él es un líder, es un maestro. Qué cosa tan tremenda es cuando los nuevos creyentes llegan a conocer su Biblia. Generalmente, la gente lee libros sobre la Biblia, en lugar de leer la Biblia. Tú lees la Biblia y el Espíritu Santo es capaz de revelarte cosas, y luego puedes volver a los libros.
De todos modos, así es como siempre lo entiendo; de lo contrario, todo es de segunda mano. El Espíritu Santo es un maestro maravilloso.
Un comandante
El Espíritu Santo es un comandante (administrador). Una agencia (voluntad – medio), o un instrumento, no puede ser un comandante. Si consideramos Hechos 13:2: «Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado», en realidad es el Señor Jesús, la Cabeza de la iglesia, quien da apóstoles, profetas, pastores y maestros.
Versículo 4: «Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo…». Verás que el Espíritu Santo es un comandante (administrador), él es el director. Él está a cargo de la obra.
Un comunicador
Otra vez. El Espíritu Santo es un comunicador. Es una persona. Escucha lo que dice el Señor Jesús a Juan: «Escribe en un libro lo que ves y envíalo a las siete iglesias» (Apoc. 1:11). Es el Señor Jesús quien habla, porque dice que Juan se volvió y allí estaba el Señor Jesús.
Entonces el Señor Jesús dice: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias». El Espíritu Santo es un comunicador.
«Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber» (Juan 16:13-14). Es una cosa maravillosa cuando el Espíritu Santo toma de las cosas del Señor Jesús y las revela a nosotros. Él las revela, él nos ilumina. De alguna manera u otra, lo que está en el Señor Jesús se convierte en nuestro.
Un intercesor
Romanos 8:26-27: «Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos».
Oh, es maravillosa la persona del Espíritu Santo. Él intercede en el creyente. Es una obra que él hace, que de alguna manera no podemos expresar en palabras. Es como un parto; es concebido por el Espíritu Santo. La palabra griega alude a los dolores del parto.
Hay algo en el interior que no puede salir hasta el momento adecuado. Pero el creyente sabe algo en su interior, concebido del Espíritu Santo. Y cuando usamos palabras en la oración, sentimos alivio, pero solo por un breve tiempo, hasta que se cumpla esta carga.
La persona del Espíritu Santo es un intercesor. El Señor Jesucristo está a la diestra de Dios, y este intercesor está dentro de nosotros. Verás que es el Señor Jesús por el Espíritu Santo dentro de los creyentes.
Un constructor
El Espíritu Santo es un constructor (edificador). Es muy interesante cuando vamos a Zacarías capítulo 4 y tenemos un candelero de oro. Es el candelabro del tabernáculo y del templo. Lo sorprendente es que este candelero representa el programa de creación (construcción – edificación) divina. Y Zacarías no puede entender la visión. «¿Qué es esto?», le pregunta al ángel? Y el ángel le pregunta a él: «¿No sabes qué es esto?».
Esta es la palabra de Jehová a Zorobabel el constructor. «No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella». Es un programa de construcción.
Cuando llegamos a los tres primeros capítulos de Apocalipsis, hay algo sorprendente. En lugar de empezar con el León de Judá o el Cordero inmolado, en el trono, Dios elige a siete iglesias y en medio de ellas, el Mesías resucitado y glorificado. Y estas iglesias son cualquier cosa menos perfectas.
Hay una Jezabel en una de ellas, o las cosas de Satanás; en otra, la doctrina de los nicolaítas; una dice que vive, pero está muerta. Otra ha perdido su primer amor, y una de ellas cree ser maravillosa. Tiene estudios bíblicos, reuniones de oración, la mesa del Señor. Es una iglesia del Nuevo Testamento basada en los fundamentos correctos, y dice ser rica y no tener tiene necesidad de nada. Pero el Señor le dice: «Tú eres ciego, pobre, desnudo, miserable». Y lo más asombroso es que él está llamando. «Si alguno oye mi voz y abre la puerta…».
El Señor está fuera de la iglesia que él ha salvado. La Cabeza de la iglesia está fuera de su propia iglesia. Cuán increíblemente conmovedora es la palabra del Señor Jesús, «Si alguno oye mi voz». Qué tremendo, una iglesia del Nuevo Testamento, y nadie estaba oyendo la voz del Señor. Ellos estaban envueltos en su rutina, y realmente creían ser algo.
Ahora, cada una de estas siete iglesias está representada por un candelero de oro. En otras palabras, esto es un programa de construcción divina. ¿Quién es el edificador de la iglesia? El Señor Jesús. Él dice: «Sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella» (Mat. 16:18). ¿Quién es el capataz de la obra? El Espíritu Santo. Es el constructor. ¿No es eso asombroso?
«Productor»
Y luego otra cosa. Es el Espíritu Santo –no sé cómo explicarlo; si alguien tiene una mejor palabra para ello estaría muy feliz, porque no suena muy bien– el Espíritu Santo es el productor. Escucha: «Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven» (Apoc. 22:17). Qué interesante. No dice: «Y el Cordero y la Novia», sino el Espíritu y la Esposa. Desde el principio, el Espíritu Santo ha sido quien ha tratado de «producir» a la novia.
Es fundamental conocer a la persona del Espíritu Santo. Tenemos que reconocerlo y conocerle como persona. Él debe ser amado, honrado, comprendido, obedecido. No podemos conocer la obra del Espíritu Santo, ni su manifestación, a menos que conozcamos y honremos a la persona del Espíritu Santo. Si no oímos lo que el Espíritu dice a las iglesias, no oímos al Señor Jesús.
Ahí radica toda la importancia de esta tremenda batalla. Sabemos que a veces el Espíritu Santo ha sido muy malinterpretado. Hay comunidades, asambleas o grupos de cristianos que nunca mencionan el Espíritu Santo y otras que solo hablan del Espíritu Santo. Necesitamos conocer al Espíritu Santo en verdad, en realidad.
Un expresión del Señor
Después de todo, el único requisito que la iglesia primitiva buscaba eran hombres y mujeres que fueran llenos del Espíritu Santo. ¿No es interesante? ¿Por qué no buscaban a gente llena con el Señor Jesús? Muy simple. Ser llenos del Espíritu Santo era ser llenos con el Señor Jesús. Era su plenitud, su poder, su belleza, su gracia.
Cuando estás lleno de Espíritu Santo, te llenas del Señor Jesús. Te conviertes, por decirlo así, en una expresión del Señor Jesús. Pero la Escritura dice: «Sed llenos del Espíritu» (Ef. 5:18). Porque no podemos ignorar al Espíritu Santo. Si lo hacemos, nuestro conocimiento del Señor Jesús será teórico. Será un estudio bíblico. Solo por la persona del Espíritu Santo puede un hombre o una mujer convertirse en una expresión viviente del Señor Jesús.
Solo por el Espíritu llegará la iglesia a ser una expresión de Cristo. Entonces, cuando la gente venga a nosotros, lo verá a él. Verán al Señor, y serán convencidos. Es la verdadera obra del Espíritu Santo. Convence a las personas; persuade a la gente.
Pregunto: ¿Estás lleno del Espíritu Santo? Y si no, ¿te rendirás al Señor Jesús? Nadie puede llamarle Señor sino por el Espíritu Santo, aunque muchas personas digan: «Señor, Señor». Significa que tú (por ti mismo) no puedes llamarle Señor sinceramente. Solo por el Espíritu Santo puedes rendirte a su señorío y liderazgo.
Transcripción de un mensaje oral, primero de una serie de tres, impartido en la West Coast Christian Conference en Richmond (USA), en Julio de 2004.
* Lance Lambert (1931-2015), británico-israelí, erudito de la Biblia y conferencista internacional, partió a la presencia del Señor el 10 de mayo de 2015, en Jerusalén. Conoció al Señor a los doce años de edad. Estudió cultura africana y oriental en la Universidad de Londres, a fin de prepararse para el trabajo misionero en China. Estudió chino clásico y mandarín, filosofía oriental e historia del Extremo Oriente. Sin embargo, la revolución china le cerró las puertas a su entrada a ese país.
Al inicio de los años 50, sirvió en la Fuerza Aérea británica en Egipto. En esa época, aprendió muchos principios de la oración intercesora. Más tarde, estableció la asamblea cristiana Halford House en Richmond (Inglaterra). Habiendo descubierto su ascendencia judía, se convirtió en ciudadano israelí en 1980, y se estableció cerca de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Su padre y algunos miembros de su familia fueron víctimas del Holocausto.
Escribió muchos libros, entre ellos La Importancia de la Cobertura, Casa de Oración y La Singularidad de Israel. Además, producía un periódico trimestral llamado Middle East Update, que transmite su visión única sobre los actuales acontecimientos en Oriente Medio a la luz de la palabra de Dios. Sus mensajes reflejan su profunda vida de oración intercesora y servicio a los santos en medio de la batalla, incentivando a muchos en la búsqueda de una vida espiritual más profunda. (http://www.lancelambert.org/).
El equipo de Aguas Vivas ha traducido y publicado varios artículos del hermano Lance Lambert, en diferentes ediciones entre 2000 y 2015.