Dos aspectos de la revelación de la gloria de la iglesia en Efesios.
Hay cuatro epístolas en el Nuevo Testamento que son como cuatro pilares de la revelación neotestamentaria. Cada una de ellas enfatiza un aspecto particular de cuatro grandes asuntos que son centrales en el pensamiento de Dios. Son ellas: Efesios, enfatizando la gloria de la iglesia; Colosenses, la gloria de Cristo; Romanos, la gloria del evangelio, y Hebreos, la gloria de la carrera cristiana.
Ellas son como las cuatro patas de una mesa, que permiten mantener bien firme y estable tanto en nuestro discernimiento del cuerpo de verdad espiritual revelada por Dios en el Nuevo Pacto, como nuestra experiencia de ella.
La revelación de la gloria de la iglesia en Efesios
Examinemos entonces algunos aspectos de la revelación de la gloria de la iglesia en Efesios. Aquí, el apóstol Pablo usa varias metáforas, explícitas e implícitas, para hablar con respecto a esta gloria: elcuerpo (1:23; 5:30), la hechura de Dios (2:10), el nuevo hombre (2:15), la familia de Dios (2:19), eledificio y el santuario para morada de Dios en el Espíritu (2:21-22), la esposa (5:22-31), el soldado (6:10-17).
Entre todas ellas, vamos a detenernos por ahora en la segunda y tercera, o sea, la hechura y el nuevo hombre.
Hechura de Dios
Sabemos que la palabra usada para hechura en 2:10 es la palabra poema, en el texto original, que habla de una obra maestra de las manos de alguien. El material original que Dios tomó para escribir este poema está descrito en los versos 1 a 3 del capítulo 2: son aquellos que estaban muertos, esclavizados, degenerados y, finalmente, condenados. Este material fue trabajado por las manos de aquel que es el Artífice supremo, aquel que estando en Cristo reconcilió consigo mismo al mundo, movido solo por su misericordia y amor.
De este modo, Dios nos dio juntamente con Cristo, o sea, en unión con él, vida, resurrección, ascensión (2:5-6), y ahora nos está edificando juntamente para que seamos su morada en el Espíritu. Por esto, es también solo junto con todos los santos (3:18) que podemos comprender la anchura, la longitud, la altura y la profundidad de este eterno propósito que Dios estableció en Cristo.
Vemos así que esta palabra juntamente tiene gran relevancia para nuestra comprensión del significado de esta hechura. Primeramente, fuimos unidos a Cristo; sin embargo, para que Dios cumpla su eterno propósito, necesitamos ser edificados juntos, pues a él no le satisface que las piedras del santuario estén esparcidas por las encrucijadas de todos los caminos. Esta es una de las lamentaciones de Jeremías. Su hechura, constituida de esta forma, revelará no solo que él es misericordioso y lleno de amor uniéndonos a Cristo, sino también uniéndonos unos a otros en un único edificio que demostrará la multiforme sabiduría de Dios.
La palabra creados en 2:10 y la palabra crear en 2:15 muestran que esta hechura y este nuevo hombreson la misma cosa, pues Cristo no creó dos cosas en sí mismo cuando sufrió en la cruz. En el versículo 10 se dice que somos esta hechura, creados en Cristo Jesús, y en el versículo 15 se dice que él sufrió para crear en sí mismo un nuevo hombre. Así, concluimos que la hechura, la obra maestra de Dios, es entonces este nuevo hombre, que pertenece a una nueva creación y en el cual todo es nuevo (2ª Cor. 5:17).
El nuevo Hombre
¿Cuál es la constitución de este nuevo hombre? Esta epístola nos dirá que el nuevo hombre de la nueva creación de Dios tiene a Jesucristo –aquel que es el nuevo principio de Dios por ser tanto el último Adán como el segundo hombre– como su Cabeza, y a la Iglesia –un pueblo que fue unido en una misma vida, orgánicamente, con él– como su Cuerpo.
El nuevo hombre de la nueva creación de Dios es un hombre corporativo, y es por medio de él que Dios mostrará su multiforme sabiduría. Esta es la razón de la obra del Espíritu Santo, que opera insistentemente en nosotros para unirnos a Cristo, enseñándonos tanto a habitar en él permanentemente, como a unirnos unos a otros en verdadero amor y servicio mutuo. No se verá la gloria de la iglesia sin que esto acontezca.
Sin embargo, recordemos que, cuando el llamado es para salvación, éste está dirigido a todos; pero, cuando Dios llama a la consagración, devoción y servicio a él, este llamado se dirige a su novia. Por eso se dice: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias». En medio de su pueblo, Dios está buscando un pueblo para sí, y es en éstos que él alcanzará aquello que tanto anhela su corazón.
La Escuela de Cristo
En el versículo 4:24, la expresión nuevo hombre aparece por segunda vez en esta epístola. ¿Qué tenemos allí? Una preciosa enseñanza práctica con respecto al significado de la escuela de Cristo. Desde el versículo 20 al 24 es descrita esta escuela. Es la escuela en la cual es formado el nuevo hombre y, para que este nuevo hombre sea formado en nosotros, para que el nuevo hombre sea una verdad no solo en Cristo, sino también en nosotros, es que Dios nos matriculó en esta escuela santa, divina y bendita.
En esta escuela, en primer lugar, nosotros «aprendemos a Cristo». Cristo es el asunto o contenido. Fue por eso que él dijo: «Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida». Cuando recibimos las palabras de Cristo y las acogemos con mansedumbre en nuestro corazón, estamos recibiendo a Cristo mismo. ¡Qué lección! ¡Sus palabras son él mismo! Cuando aprendemos a Cristo, «la verdad en Jesús», somos conformados a su propia imagen. No es un asunto de mera enseñanza intelectual, sino verdadero conocimiento espiritual, capaz de hacernos participantes de aquello que él mismo es en sí mismo.
También en esta escuela nosotros tenemos a Cristo como el propio Maestro, pues es dicho: «Si es que en verdad lo habéis oído». Qué preciosidad es para nosotros saber que es solo Cristo mismo quien puede enseñarnos sus palabras por su Espíritu, aunque sean hombres los instrumentos usados por Dios como vehículos de ellas. Juan dijo: «Y serán todos enseñados por Dios» (Jn. 6:45). ¿Lo hemos oído nosotros regularmente? Oídos de eruditos son los oídos de aquellos que aprenden siempre, pues son despertados cada mañana para oír. Oír es la base tanto de la consagración como del servicio a Dios.
En tercer lugar, se dice que «en él fuisteis enseñados», o sea, Cristo es la escuela misma, su ambiente. Solo podemos ser instruidos en él, como la esfera en la cual habitamos y permanecemos. ¡Cuán real es esto! ¡Cuánto necesitamos cuidar de permanecer en él, en una relación correcta con él, con una conciencia pura y buena, para que podamos ser enseñados por él!
También hay un sentido corporativo en esta cuestión, o sea, cuando nos reunimos, necesitamos cuidar de reunirnos en él, permitiendo que el Espíritu Santo establezca el señorío de Cristo entre nosotros, pues para esto él fue derramado – para establecer a Cristo como Cabeza en sus asambleas.
En cada reunión de iglesia, deberíamos ser capaces de reconocer la guía del Espíritu Santo y sujetarnos a ella, para ser conducidos a los pies del Señor y permanecer sentados siendo enseñados en él. ¡Cuántas pérdidas y confusiones podrían ser evitadas si no nos distrajésemos de esta gran responsabilidad que tenemos de reunirnos en él!
Entonces, ¿cuál es el propósito de esta escuela de Cristo?
Primero, es para que, «en cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos». Aquí está primero el despojarse de lo que es la vieja creación, pues un viejo ropaje necesita ser quitado de nosotros.
Segundo, es para que «renovaos en el espíritu de vuestra mente», que significa ser mudados en aquel principio que gobierna nuestra manera de pensar, aquel principio que está por detrás de la escena, en los bastidores y recodos de nuestro ser, y que nos hacen ser como somos, actuar y reaccionar, pensar y hablar como lo hacemos. La gran noticia para nosotros es que podemos ser renovados en esta profundidad de nuestro ser si estamos en la escuela de Cristo, habitando en él y aprendiendo de él.
Tercero, esta escuela es para que nos revistamos del nuevo hombre, que significa que todo aquello que Cristo es podrá ser entrelazado en la urdimbre y la trama de nuestro tejido moral y espiritual.
¡Esta sí es una salvación tan grande! La escuela de Cristo nos hará personas totalmente nuevas en todo aquello que somos, pensamos y hacemos, en todas nuestras motivaciones, prioridades y metas, pues este nuevo hombre es «creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad». Siendo creado según Dios, este nuevo hombre puede responder a los designios, los intereses y la mente de Dios. Cuando Adán cayó, se volvió un hombre viejo, incapaz de responder a la voluntad y a los planes de Dios para los cuales él había sido creado. Este hombre caído es «nuestro viejo hombre» (Rom. 6:6), pues en él fuimos inmersos, en Adán. Él tuvo su fin en Cristo y su cruz. Ahora, en Cristo, todas las cosas son hechas nuevas, una nueva creación, un nuevo comienzo.
Si permanecemos en la escuela de Cristo, este nuevo hombre de la nueva creación será revelado. La ardiente expectativa de la creación lo aguarda, el Espíritu Santo gime para que él sea formado en nosotros, y nosotros debemos anhelar que él se haga realidad en la iglesia. ¡Esta es la gloria de la iglesia!
«A él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén»(3:21).