Una puesta al día de lo que sucede en Europa, Estados Unidos e Israel a la luz de la Palabra de Dios.
Lecturas: 2 Crónicas 20:15 y 17; Salmo 2; Apocalipsis 13:1-5; 17:14.
En los meses recientes, he sentido varias veces como si tuviera un asiento de palco, un asiento de preferencia en el teatro, desde el cual se puede ver muy claramente la puesta en escena. Esta sensación ha sido tan real que la he compartido con mis amigos más cercanos. Los eventos que están teniendo lugar con tal celeridad ante nuestros ojos tienen una gran trascendencia, un profundo y profético significado, necesario para la comprensión de los tiempos en que vivimos. Como el apóstol Pedro apunta, nosotros tenemos esta palabra profética más segura a la cual hacemos bien en estar atentos como a una lámpara que brilla en lugar oscuro hasta que llegue el día y la estrella de la mañana se levante en nuestros corazones.
La Unión Europea y el resurgimiento del viejo Imperio Romano
El surgimiento de una vasta Unión Europea es uno de esos eventos. En mayo, creció de 15 a 25 naciones, extendiéndose desde el Atlántico al Mediterráneo, desde Portugal a las fronteras de la vieja Unión Soviética. La Unión Europea ahora incluye tres naciones soberanas que por muchos años fueron parte de la Unión Soviética: Lituania, Letonia y Estonia. Es el más grande bloque comercial en el mundo, con una población de 450 millones de personas. El sueño de Napoleón, el sueño de Mussolini y otros fascistas, y el sueño de Hitler, se han cumplido, no mediante la guerra, sino en la paz, por aceptación voluntaria y no por imposición. Sería imposible sobrestimar la importancia de este evento. En el más alto nivel, si la Unión Europea consigue su propósito, llegará a ser una superpotencia, si no el superpoder en el mundo.
Todas esas 25 naciones han firmado el Tratado de Roma. Para los que conocen sus Biblias, esto tiene profunda y solemne importancia. Daniel y Juan vieron un gran poder mundial que se levanta en la última fase de la historia, centrado en Roma, un conglomerado del carácter y los valores de Babilonia, Persia, la civilización helénica y la romana.
Juan vio esta bestia, este animal salvaje, este animal venenoso –como también se puede traducir del griego– como algo nunca antes visto, emergiendo del mar inquieto, un cuadro de las naciones en su incesante búsqueda de la edad dorada. El animal reunía en sí los rasgos de las cuatro bestias que había visto Daniel, y éste tomaba el control del mundo. Es importante reconocer que todo esto empezó con Babel y la determinación del hombre caído –en su propia energía, con su propio poder e ingenio, separado de Dios– de unir cielo y tierra en una era interminable de igualdad, prosperidad y hermandad; quiso producir una sociedad mundial que expresara su propia creatividad y poder.
Babel, por supuesto, es Babilonia. De hecho, en hebreo, es Bavel. Babilonia es el nombre griego. El Señor acabó con este esfuerzo separando a los hombres a través del idioma. De Babel surgió Babilonia. De Babilonia vino Persia, y luego el helenismo, el culto de la belleza y el más seductor de todos los esfuerzos de Satanás por dominar el mundo. Del helenismo vino Roma con su énfasis en la ley, el orden, la recta administración y las buenas comunicaciones.
¿Es esta amplia Unión Europea lo que se describe en Apocalipsis 13? ¿Cuánto más se extenderá? No se limitará ciertamente a 25 naciones. Lo que está claro, al menos, es que a través de los siervos de Dios, como se registra en la Biblia, el Espíritu Santo ha profetizado que el viejo Imperio Romano se levantará una vez más, no exactamente como era, ni con las fronteras que tenía, pero en el mismo espíritu y esencia. Ellos predijeron un gran poder mundial con influencia enorme cubriendo todo el planeta. Daniel profetizó que sería en los días de ese último y cuarto imperio –no el último, sino el cuarto imperio de la civilización romana– que el Mesías vendría. Y es muy interesante que cuando este imperio se levante de nuevo, el Mesías volverá.
Además, de ese animal salvaje surgirá el anticristo. Será una expresión, una personificación del humanismo. En la Palabra de Dios, el 666 es la figura del hombre caído. Él desechará la ley de Dios como primitiva o prehistórica. Él contradirá la Palabra de Dios en cada nivel de la vida humana. Los principios bíblicos, la verdad revelada por Dios mismo, los valores judeo-cristianos serán descritos como esclavitud, como una ‘camisa de fuerza’ mental, como un mal para el progreso y bienestar de la humanidad. Se creará un nuevo sistema de valores sociales. Por esta razón, la Biblia lo llama ‘el sin ley’, lo que no significa que sea un gángster, sino que él se opone a la ley de Dios; quiere vivir aparte de ella. También es llamado ‘el hombre de pecado’, el hombre pecador, esto es, la personificación del hombre caído. Y su filosofía y su agitada energía es descrita con la expresión ‘el misterio de iniquidad’.
Paralelamente, se levantará una nueva fe mundial, probablemente una homogeneización de las religiones mundiales. Los mismos profetas en la Palabra de Dios también anunciaron esto. No será simplemente profecía o teoría, pues se realizarán maravillas y prodigios ante los ojos del mundo, confirmando su supuesta rectitud, relevancia y autoridad. Todo esto será el último esfuerzo de Satanás para frustrar y anular el propósito de Dios y apoderarse del mundo. Pero fallará. Y los reinos de este mundo vendrán a ser el Reino de nuestro Dios y de su Cristo.
Estados Unidos, una superpotencia en declinación
También quiero hablar sobre los Estados Unidos. ¿A dónde van los Estados Unidos? ¿Qué va a pasar con ellos? No puedo escapar de mi preocupación y carga, que es dolorosa y agobiante. Tengo la profunda sensación de que los días de los Estados Unidos como una superpotencia están contados. Si este sentimiento se convierte en realidad, afectará al mundo entero, y en particular, a la obra del Señor. Ciertamente afectará a Israel. Y oro que el Señor, en su misericordia y gracia, dé todavía otra oportunidad a los Estados Unidos.
Bajo la dirección del presidente George W. Bush, ha habido intentos reales para contener la ola de maldad. Él ha asumido una valiente posición en varios asuntos, por ejemplo, el aborto, los matrimonios gays, la eutanasia, por mencionar algunos. También ha hecho declaraciones favorables acerca de Israel, y creo que él ha adoptado una línea correcta en la guerra contra el terrorismo y la guerra contra Irak. Tomó la línea de la responsabilidad y no la línea política. Es su insistencia en la solución de dos estados para el problema israelí-palestino lo que, en mi opinión, lo ha puesto en un curso de choque con Dios, y lo ha dejado al margen de la protección, cobertura y asistencia divina. Y más que ningún otro, él necesita esa sabiduría, protección y liberación que sólo el Señor puede brindar.
El presidente Bush fue el primer mandatario norteamericano en expresar la idea de que la Tierra Prometida debe ser dividida. Lo ha declarado repetidamente hasta hace unas semanas, y creo que, a pesar de todo lo positivo que ha hecho, eso le ha traído un conflicto con el Señor y su propósito revelado. Lamentablemente, hay evidencias de que el Señor no está ayudándolo en este año de elecciones. Por ejemplo, la aparente incapacidad de los Estados Unidos para traer paz y seguridad al pueblo iraquí está enajenando a los iraquíes del presidente Bush y la administración norteamericana y de la coalición. Además, el creciente número de muertes de soldados y de civiles está causando mucho cuestionamiento y aun desórdenes en los Estados Unidos y en los países de la coalición.
Otra causa de preocupación es el alza de los precios del petróleo, que no puede sino causar alzas de precios y recesión, no sólo en los Estados Unidos y los países de la coalición, sino en todo el mundo. Y luego está la horrenda e inexcusable degradación y humillación de prisioneros iraquíes por parte de algunos soldados americanos –no importa qué tipo de cosas hayan pasado en las cárceles del mundo árabe y musulmán. Esto sólo revela muy claramente qué profundidad de depravación pueden alcanzar los seres humanos cuando las circunstancias lo permiten. Es lamentable que el honor y buen nombre de muchos que sirven recta y justamente en Irak haya sido opacado. Más que cualquier otro asunto, esto ha traído rechazo y condenación casi universal, y ha dado un gran impulso al sentimiento antiame-ricano a lo largo del mundo.
El Señor podría haber tocado toda esta serie de incidentes y eventos problemáticos, pero no lo hace. Podría cubrirlos. Pero no lo hace. Y la pregunta que hemos de hacer es: ¿Él lo quiere?
Afganistán llegó a ser el pantano que agotó los recursos de la Unión Soviética y quebrantó su ‘status’ de superpotencia. En ese tiempo, tal consecuencia parecía impensable. Sin embargo, sucedió, y el mundo, como nosotros lo conocíamos, fue cambiado. Del mismo modo, es inconcebible pensar que Irak podría volverse el pantano que agote a los Estados Unidos y rompa su ‘status’ de superpotencia. No obstante, sin el Señor, esto podría suceder. La clave es el Señor –su presencia o su ausencia. Si él se niega a amparar a los Estados Unidos, el efecto será devastador.
A esto tenemos que sumar otro factor vital. En los Estados Unidos, este es año de elecciones. El presidente Bush ha estado firme en su administración contra una positiva marea de maldad, una ola corrupta que busca modernizar la totalidad de la sociedad americana y mundial, su carácter y sus principios. Si él no es reelegido, esto será en sí mismo un juicio divino, porque una avalancha de oscuridad espiritual y maldad caerá sobre Norte-américa, activada no por carne y sangre, sino por poderosos principados espirituales. Por mucho tiempo, tales seres espirituales han deseado destruir el último baluarte de los principios bíblicos de los valores judeo-cristianos. Ellos se aprestan ahora para golpear, y golpear duro, y sólo el Señor puede librar a los Estados Unidos de América de tal amenaza.
Es evidente que durante mucho tiempo los Estados Unidos se han estado balanceando al borde de un precipicio moral. Como un cáncer que carcome sus órganos vitales, los fundamentos originales cristianos y bíblicos de la vida social americana han sido atacados y aun desechados. Indudablemente, han sido rechazados en pro de los intereses de una sociedad globalizada. La legalización de los matrimonios gays en el Estado de Massachussets puede inclinar a los Estados Unidos al borde de este precipicio. Tres veces, el apóstol Pablo declara en Romanos 1: «Por lo cual, Dios los entregó a…» –y luego él describe sus efectos. El Señor los entregó a lo que ellos deseaban, y al terrible resultado que muestra Romanos 1:28-32.
Veámoslo en la versión New American Standard (1), porque pienso que es bueno tener las palabras más modernas: «Además, como estimaron que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios, él a su vez los entregó a la depravación mental, para que hicieran lo que no debían hacer. Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; son insensatos, desleales, insensibles, despiadados. Saben bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no sólo siguen practicándolas sino que incluso aprueban a quienes las practican» (NVI). (1) Nota del traductor: No existe un referente en español, por lo que tomamos la Nueva Versión Internacional, NVI.).
En mi opinión, si Bush no es reelegido, veremos aparecer estos mismos efectos en la sociedad americana. Qué sorprendentemente exacto y al punto es el Salmo 2, y los primeros tres versículos: «¿Por qué se sublevan las naciones, y en vano conspiran los pueblos? Los reyes de la tierra se rebelan; los gobernantes se confabulan contra el Señor y contra su ungido. Y dicen: «¡Hagamos pedazos sus cadenas! ¡Librémonos de su yugo»» (NVI). Ahora, aquí, la totalidad de esta sociedad mundial es descrita en un estado de confusión y disturbio; sus líderes buscan romper lo que llaman las ligaduras o trabas y echar fuera las cuerdas del Señor y de su Ungido. ¿Qué son estas ataduras, qué son estas cuerdas descritas así por estos líderes y gobernantes, la jerarquía de las naciones? La ley de Dios, la Palabra de Dios, la verdad revelada. En otras palabras, la luz divina como es revelada en la Biblia, es considerada un mal, esclavitud, traba, restricción e instrumento de muerte.
La legalización de los matrimonios gays es parte de un ataque al matrimonio y a la familia como unidad básica de la sociedad. Es notable que incluso las primeras sociedades paganas, donde cualquier tipo de desviación sexual era permitido y aun aprobado, siempre reconocieron al matrimonio entre hombre y mujer como la norma, y a la familia como base. Durante unos 50 años en los Estados Unidos, ha habido este creciente movimiento para transformar, para cambiar la sociedad como nosotros la hemos conocido. Y la estrategia es que una vez que América esté quebrada en esta materia, todo el resto del mundo cambiará.
Si los otros estados en la Unión siguen a Massachussets, el resto del así llamado mundo cristiano los seguirá. No concluirá allí. Los poderes de las tinieblas no descansarán hasta arrojar toda la Palabra de Dios al vertedero, o por lo menos a los museos. Y una iglesia cristiana apóstata buscará reinterpretar la Biblia para ponerse a tono con la sociedad. Necesitamos orar sin cesar, orar severa y firmemente, por los Estados Unidos y por el presidente Bush.
Israel, una nación en crisis
Ahora, quisiera decir algo sobre Israel. Como he dicho reiteradamente, hoy vemos mucha confusión y cambio en el mundo: el crecimiento de la Unión Europea y todos sus pronósticos; el aumento del antisemitismo en Europa y el Reino Unido; la creciente hostilidad hacia Israel en todo el mundo; el actual fracaso de la guerra en Irak; la acción del terrorismo en Madrid y los cambios que produjo en España; las nuevas amenazas de mega-atentados terroristas en los Estados Unidos y probablemente en Gran Bretaña; las elecciones norteamericanas con todas sus serias implicancias para el futuro de los Estados Unidos. Y en el centro todo este alboroto y confusión, Israel, el pequeño Israel, semejante a un sello de correos en el territorio del Medio Oriente, tan pequeño, con una población de apenas seis millones y medio de habitantes, y aun así, ocupando en el escenario mundial una posición desproporcionada en relación a su tamaño. Esto es, en sí mismo, extraordinario.
Esta nación no sólo no existía como un estado durante 1900 y tantos años, sino ha sido debilitada, esparcida, de algún modo u otro. Que ella súbitamente aparezca y tome una posición fuera de toda proporción a su tamaño, en territorio y en población, es notable.
Es asombroso que un profeta hebreo, Zacarías, anunciara esto hace unos 2500 años. Vea Zacarías 12 y 14. Esto no es accidente ni coincidencia. Él dijo que súbitamente Jerusalén se volvería una copa, una copa de vino en la que Dios mismo ha introducido un veneno, para que cualquiera que lo beba se haga insensible. Que sería como una piedra que otros querrían mover a su antojo. ¿No es interesante? ¿No es actual, cuando usted ve a las Naciones Unidas, a la Unión Europea, a Rusia, o incluso a los Estados Unidos, pensar que pueden mover esta piedra de una posición a otra porque sería más conveniente, o ayudaría a algunos o al resto de las naciones? No importa cómo ello afecte a Israel. El Señor dice que esa piedra los desmenuzará. Ellos nunca podrán volver a vivir.
Eso es exactamente lo que pasó con el imperio británico; lo que pasó con el imperio otomano; lo que pasó con el imperio soviético; y pasará de nuevo con el imperio islámico. Y, Dios no lo permita, con los Estados Unidos. Y si la Unión Europea se invo-lucra, como será al final, con ella también.
Encuentro muy impresionante que Zacarías dijera que el Señor usaría a Jerusalén, aunque no había nada en Jerusalén que permitiera comprender que esto pudiera pasar. Ciertamente, hubo Cruzadas, entre los siglos X al XII de nuestra era, pero no hay nada que nos dé alguna indicación, excepto cuando Israel resurgió y Jerusalén llegó a ser la capital de ese estado.
Fue un acto de Dios, hace 56 años, restablecer el estado judío. Esto revela la mano de Dios en la historia. Ninguna otra explicación da sentido a los hechos. Dios quiso desafiar a las naciones y mostrar su real carácter, y puso otra nación en medio –tan humanos como ellos son, y en muchas formas, tan pecadores, tan desobedientes, con las mismas semillas de corrupción en su vida nacional y económica. Sin embargo, de alguna manera maravillosa, el carácter de Dios, la Palabra de Dios, el propósito de Dios, el Reino de Dios, e incluso la salvación de Dios está ligada con esta nación, Israel. Como Pablo señala: «Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios» (Ro. 11:28-29).
La elección divina, los dones y el llamamiento divino se refieren a un pueblo descrito en Romanos 9 a 11 como ciegos, como caídos, como perdidos, como excluidos, como endurecidos, como desobedientes, como enemigos del evangelio. No es de extrañar que los líderes y maestros cristianos que no entienden el misterio de Israel se compliquen con esto. Ellos hablan largamente de los derechos humanos, de los abusos de los israelitas y mucho más, pero todo ello viene dentro de esta lista. Es interesante constatar cuán pocos líderes y maestros cristianos hablaron de los derechos de quienes fueron enviados a la muerte entre 1938 y 1945. ¿Por qué? Es una pregunta válida. ¿Es porque éstos eran judíos? Pero en Israel, hoy, ellos están disfrutando un gran día.
La forma en que las naciones manejan a Israel es la forma en que ellas tratan a Dios. Cuando tocan a Israel, tocan a Dios; tocan su Palabra y su propósito. Sin saberlo, tocan algo preestablecido por Dios, una señal divinamente constituida para las naciones. Cuando esto viene a la iglesia verdadera, a los redimidos del Señor, nosotros entendemos que el juicio divino cae sobre las naciones que persiguen, rechazan o destierran a aquellos que pertenecen a él. Fácilmente entendemos que si el mundo toca a tales creyentes, toca al Señor mismo. Si los persiguen a ellos, lo persiguen a él.
Es mucho más difícil reconocer que el mismo principio opera en Israel y las naciones. Si las naciones lo repudian, Dios los repudia. Si lo maldicen, la maldición rebota en ellos por decreto divino. Si lo bendicen, la bendición viene a ellos. Si buscan destruirlo, Dios los destruirá. Isaías declaró: «Porque la nación o el reino que no te sirviere perecerá, y del todo será asolado».
Es muy significativo que en el momento que surgió el Israel moderno, el mundo entró en convulsión. Desde ese punto en el tiempo, 1948, se volvió el foco de la guerra, el conflicto y la controversia. Desde entonces, ha habido siete guerras, de las cuales por lo menos cuatro podrían haber sido su completa destrucción. En cada una de ellas, gracias a la misericordia y el amor de Dios, Israel triunfó. Si se necesitara una evidencia de que la batalla de Israel tiene que ver esencialmente con lo invisible, el mundo espiritual, y no sólo con carne y sangre, se encuentra aquí. El odio violento y resuelto hacia Israel es, después de todo, sólo la manifestación continuada de ese más antiguo de todos los odios, el antisemitismo, el espíritu del anticristo. Su fuente está en Satanás y en los principados y potestades espirituales gobernantes de las tinieblas de este mundo.
Aun antes que Israel reapareciera entre las naciones, Satanás intentó, en el período del Holocausto, exterminar a todo el pueblo judío a través de Hitler y el nazismo. El objetivo era frustrar el propósito de Dios de alzar a Israel como un estado entre las naciones del mundo. ¿A dónde conduce todo esto? El auge del antisemitismo, el aumento de la hostilidad mundial contra Israel en su condición presente, su creciente aislamiento, la negativa a reconocer la situación real por parte de quienes podrían ayudar, el doble estándar adoptado por los gobiernos de las naciones en sus tratos con él, el agotamiento y depresión de Israel por la incapacidad de afianzar la paz a pesar de estar inundados de planes, estrategias, acuerdos, de dentro y de fuera, todos éstos, son elementos de una situación muy peligrosa y explosiva.
En la actualidad, Israel está en la más grave crisis de sus 56 años. Algunos pueden discrepar de eso; pueden pensar que la guerra de independencia fue la crisis más grave, o que fue mayor la amenaza de destrucción de Israel en 1967, que tal vez la guerra de Yom Kippur fue más grave. Pero pienso que ésta es la más grave crisis. Israel está confundido. Su anhelo por la paz es casi patológico, pero nunca ha conocido la paz desde que reapareció en la escena mundial.
Israel puede ser una zarza, débil, pequeña, repudiada, falseada, rechazada, pasada por alto, pero el suelo en que se yergue es santo. Y en ese arbusto espinoso está la llama del sustento, el amor perseverante y la gracia de Dios, porque Dios está presente allí –no reconocido e ignorado, pero allí. Él no los desamparará, porque su propósito está ligado a ellos. Vendrá un día cuando sean salvados gloriosamente y llegarán a ser el testigo último y final para un mundo caído.
¿No es sorprendente que los poderes de las tinieblas estén en tal frenesí, avivando a la carne y la sangre por doquier? Ellos se están movilizando en un intento final para liquidar, de una vez por todas, a este pueblo, y con él, a la iglesia verdadera. Pero no hay que temer. Dios mismo está en el campo. Es su batalla. El primer intento de exterminio total del pueblo judío condujo a la recreación del estado por la gracia de Dios. El intento postrero llevará a la salvación de la casa de Israel. Nada detendrá a Dios.
Por consiguiente, el Salmo 2 es increíble, asombroso. En este Salmo pequeño, expresado y definido proféticamente, está el centro de todo. El problema real en el mundo –sea la Unión Europea, sean los Estados Unidos, sea la sociedad mundial, sea Israel o sea la iglesia de Dios, los redimidos por Dios, la verdadera iglesia– el problema real, es muy simple: que el Señor dijo al Mesías: «Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra». Ése es el corazón de todo. En otras palabras, es la obra del Evangelio, las Buenas Nuevas yendo hasta lo último de la tierra, por la cual hombres y mujeres de toda lengua, color y raza han entrado en la salvación de Dios, que Jesús mismo describió como la salvación de los judíos.
Es asombroso, la totalidad de la tierra finalmente vuelve bajo su mando, autoridad y poder. La tierra y su plenitud es del Señor, pero lo maravilloso es esto: hay una pequeña porción del planeta que todavía él llama Su tierra, y es muy importante y preciosa para él. Las naciones, los pueblos, los líderes, los reyes, los gobernantes, todos en alboroto, en confusión, quieren cambiar la sociedad entera. Quieren tirar las ataduras, romper las trabas, lanzar fuera las cuerdas. No quieren más al Señor ni a su Cristo, ni nada que sea de Dios. Dice: «El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos». Él ni siquiera es perturbado. Y dice: «Mi rey ya está en Sion, mi monte santo». A la diestra de Dios está el Cristo.
Queridos amigos, no puedo pensar en nada más maravilloso que esto. Porque el Señor dice: «Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; admitid amonestación, jueces de la tierra … Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían». ¿No es esta una palabra para que los creyentes que conocemos al Señor, seamos judíos o seamos cristianos, nos refugiemos en Su nombre? ¿Y no es maravilloso que este Salmo 24, nos invite a orar como nunca antes para que esta pequeña nación, de pie con Dios por su propósito, asuma su posición, se ponga en pie y vea su salvación?
Recuerden esta palabra: «Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla. Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos, El es el Rey de la gloria» (Salmo 24:7-10).
Extractos del texto «Middle East Update», June 2004. La versión completa, en inglés, puede leerse en http://www.cfi-usa.org.***
Una profecía de Lance Lambert
Fragmento central de una profecía que Lance Lambert dio en 1986 en una Conferencia Profética en Jerusalén, Israel. 153 profetas de 30 a 40 naciones se habían reunido para esperar y oír noticias del Señor.
«No pasará mucho tiempo antes que venga sobre el mundo un tiempo de disturbio y confusión sin precedentes. No teman, porque soy yo, el Señor, quien está agitando todas las cosas. Yo empecé esta conmoción con la primera guerra mundial y la aumenté grandemente a través de la segunda guerra mundial. Desde 1973 le he dado un ímpetu aún mayor. En la última fase, planeo completarla con la conmoción del universo mismo, con señales en el sol, la luna y las estrellas. Pero antes de alcanzar ese punto, yo juzgaré las naciones y el tiempo está cercano. Juzgaré a las naciones, no sólo por la guerra y la sedición, por la anarquía y el terrorismo, y por colapsos monetarios, sino también por desastres naturales: por terremotos, por escaseces, por hambres, por enfermedades y por plagas viejas y nuevas.
«Yo también los juzgaré entregándolos a sus propios caminos, al desorden, al egoísmo sin amor, al engaño y a creer a la mentira; a la religión falsa y una iglesia apóstata, aun a una cristiandad sin mí. No teman cuando estas cosas empiecen a suceder, porque yo las descubro a ustedes antes para que estén preparados, y en el día de conflicto y de maldad puedan permanecer firmes y victoriosos. Porque he determinado que ustedes sean los medios para animar y fortalecer a muchos que me aman pero que son débiles. Quiero que a través de ustedes muchos puedan fortalecerse en mí, y que multitudes de otros puedan encontrar mi salvación.
«¡Y oigan esto! No teman al poder del Kremlin, ni al poder de la revolución islámica, porque yo planeo abatir a ambos por medio de Israel. Yo derrumbaré su orgullo y su arrogancia, y los quebrantaré, porque ellos han blasfemado mi nombre. Ese día vengaré la sangre de todos los mártires y de los inocentes a quienes ellos han masacrado. Ciertamente haré esto, porque ellos han pensado que no hay quien los pueda juzgar. Sin embargo, yo he visto sus caminos y he oído los lamentos de los oprimidos y de los perseguidos, y romperé su poder y provocaré su fin. Prepárense para cuando todo esto venga, porque les será dada la gran oportunidad de predicar el evangelio libremente a todas las naciones. En medio de todo el tumulto y la agitación, y en el corazón de todo, está mi Iglesia.
«En los lugares celestiales, ella está unida a mí en un Espíritu y yo la he destinado para el trono. Ustedes, que son mis amados, a quienes yo he redimido y he ungido, son mi propiedad. Yo los equiparé y les daré poder, y se alzarán y harán grandes cosas en mi nombre, aun en medio de las tinieblas y la maldad. Porque a través de ustedes revelaré mi poder, mi gracia y gloria. No se detengan ni duden de mis caminos, porque en todos mis tratos con ustedes yo siempre tengo en mente que serán parte de mi Novia y reinarán conmigo. No olviden que esto requiere disciplina y entrenamiento. Así que ríndanse a mí, para que yo pueda hacer una obra en ustedes en el tiempo que resta, pues yo planeo que, aun durante toda esta conmoción, la Novia será preparada.
«Porque, en medio de estos juicios, multitudes y multitudes serán salvadas de las naciones. Ustedes apenas sabrán cómo traer la cosecha, pero mi Espíritu los equipará para la tarea. Y me volveré a Israel en ese día, y fundiré su dureza. Yo convertiré su ceguera en visión clara, y arrancaré el velo de su corazón. Entonces ellos serán redimidos con corazón rebosante de gozo, y serán una fuente de nueva vida y resurrección a toda la compañía de los redimidos.
«No teman en estos días, porque yo he determinado que ustedes estarán de pie conmigo y me servirán. No teman, porque yo los amo, y yo los protegeré y los equiparé. Yo, el Señor, los ungiré con una nueva unción y ustedes harán mi obra y cumplirán mi consejo. Estarán de pie ante mí, el Señor de toda la tierra y me servirán con entendimiento y con poder, y reinarán conmigo durante estos días. Sobre todo, los llamo a ser intercesores».
Lance Lambert es un conocido conferencista y escritor cristiano, residente de Jerusalén y observador de los eventos de Medio Oriente por más de cuarenta años.