El terreno del cristiano no son las denominaciones ni las organizaciones, sino Cristo.
Queridos amigos, no es mi intención extenderme mucho. De hecho, pienso que no diré mucho esta tarde, pero hay una cosa que debo decir. Estoy muy agradecido por la oportunidad que esta fiesta de amor me ha dado, la oportunidad de reunirme con muchos de mis compañeros hermanos y hermanas en Cristo. No soy tan vanidoso para pensar que esta fiesta de amor se ha dispuesto porque yo he venido a Filipinas, pero pienso que es una bendición muy grande que tantos de nosotros podamos estar juntos así.
Por lo tanto, agradezco a mis hermanos aquí por esta provisión. Si anoche, cuando yo estaba hablando aquí, me hubieran dicho que se reunirían más de setecientas personas alrededor de las mesas en esta sala, creo que habría tenido dificultad para creerlo. Ha sido una maravillosa fiesta, pero hay algo más maravilloso que la multitud y que la celebración. Es el amor de Cristo que está en cada corazón en esta sala esta noche.
La iglesia es tan grande como Jesucristo
Esta tarde, mientras yo pensaba y oraba pidiendo al Señor una palabra para compartir con ustedes, vinieron a mi corazón las palabras iniciales de Pablo, en la 1ª epístola a los Corintios: «Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro». Es la última parte de ese versículo que habló a mi corazón: «…con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro».
Creo que el apóstol Pablo era un hombre muy sabio, un hombre muy diestro, y en estos dos versículos esa habilidad es manifiesta. Noten que él empieza dirigiéndose a la iglesia de Dios que está en Corinto. Ahora, los corintios tenían un gran talento para la división. Después el apóstol dirá que hay divisiones entre ellos. Y sus divisiones se caracterizaban por girar en torno a diferentes hombres. Un grupo decía: «Nosotros somos de Pablo»; otro: «Nosotros somos de Apolos»; y otra facción declaraba: «Nosotros somos de Pedro». Eran personas notoriamente marcadas por divisiones. Fue a esas personas y a esas divisiones, que el apóstol dijo: «a todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro».
¿Cuán grande es la iglesia? Es tan grande como Cristo. El problema con los corintios era que veían a Jesús más pequeño de lo que él realmente es. Entonces, desde el principio, el apóstol dice: No; Jesús es más grande que todos los grupos juntos. «A todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro».
Las divisiones son siempre el resultado de hacer a Jesús más pequeño de lo que él es. Nuestro Señor Jesús es mayor que los hombres. Tenemos un himno que en uno de sus versos dice: «El amor de Dios es mayor que la medida de la mente de los hombres». Nosotros siempre estamos dimensionando a Dios –y al amor de Dios– según el límite de nuestra propia mente. Y si las personas no concuerdan con nuestro pensamiento, allí el amor de Dios se detiene con nosotros. Nosotros aquí esta noche representamos muchos grupos. Quizás tenemos nuestra propia noción acerca de las cosas, pero si esta reunión realmente mantiene su nombre, representa algo mucho más grande que nuestra mente. Nosotros no nos reunimos a los hombres o a un hombre. Ningún hombre para nosotros puede equipararse a Cristo.
Estamos aquí esta noche porque ésta es una verdadera fiesta de amor. Y eso significa que el amor de Cristo está en nuestro corazón. Nosotros dejamos nuestros grupos, dejamos nuestras divisiones. Estamos aquí en el terreno común de Cristo. ¡Qué gran cosa sería si todos los cristianos tomaran este terreno! El terreno de tantos cristianos, el terreno de las denominaciones, de algunas organizaciones, de alguna enseñanza especial, de muchas cosas diferentes, les es propio. Pero el terreno real del cristiano es Cristo. Si todos tuviéramos una mayor preocupación por el Señor Jesús que la que tenemos por las cosas religiosas, cuán diferente sería el mundo.
Espero que todos concuerden con esto. Ustedes están de acuerdo en teoría, pero saben que esto es muy práctico. Vivir en la puerta de al lado para algunas personas es una cuestión muy práctica. ¿Lo ha averiguado usted, o no? ¿Cómo se relaciona usted con su vecino?
Todos seremos vecinos en el cielo
Hay otra cosa ahora con la cual usted debería estar de acuerdo en teoría: Es que esta vida es una preparación para el cielo. ¿Usted lo cree? Podemos decir que estamos en camino al cielo. Usted espera un día estar allí, y estará de acuerdo en que esta vida presente es una preparación para el cielo. ¿Lo cree? Porque es muy práctico. Todos nosotros llegaremos a ser vecinos en el cielo. Viviremos en la puerta de al lado de los demás.
¿Recuerdan ustedes que hay una descripción de la Nueva Jerusalén al final de la Biblia? Me preocupa que la gente que ha escrito nuestros himnos haya ido descaminada en esto. Hay un himno que dice: «Las calles son pavimentadas de oro puro». Ésa es una doctrina falsa. En la Biblia se dice que hay sólo una calle en la Nueva Jerusalén. Esa única calle es de oro. Queridos amigos, todos nosotros viviremos en la misma calle en el cielo. Vamos a ser vecinos allí. Si esto ha de ser tomado literalmente, no podremos salir de nuestras casas sin encontrarnos con todos en el cielo.
Alguien vino una vez a Inglaterra desde América; había viajado en el mismo barco que nosotros. Nunca había estado antes en Inglaterra. Tomamos el tren para ir del puerto a Londres. Esta persona vio largas filas de casas pegadas unas a otras y parecía asustada por esto. «Miren todas las casas absolutamente juntas. ¿Cómo pueden vivir si no les gusta su vecino?».
En el cielo hay una sola calle, pavimentada con puro oro. Ahora, yo no creo que debamos tomarlo literalmente. Pienso que es simbólico, y que quiere enseñarnos dos cosas: 1. Todos nosotros vamos a estar en el compañerismo más íntimo en el cielo. 2. El oro es el símbolo del amor de Dios. Todos vamos a estar juntos en el amor de Dios.
Dije que ustedes creen que esta vida es la preparación para el cielo. ¿Es así? Ustedes han empezado a conocer mejor cómo vivir con su vecino ahora. Quiero decir a su vecino cristiano. «Todos los que en cualquier cada lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo».
¿Cuáles serán las características principales del cielo? Cristo será el todo en todos. Será la característica del cielo el todo de Cristo. No las cosas, no las instituciones, sino sólo Cristo. Si va a ser así, entonces ahora tenemos que empezar a hacer mejor de Cristo el todo. Si vamos a tener algo como un anticipo del cielo en esta vida, lo será sólo si Cristo es más que todo. Así que nuestra oración diaria debe ser: «Señor, prepárame para el cielo, y hazlo llenándome cada vez más y más de Cristo». Tomen estas palabras del apóstol Pablo: «Con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor de ellos y nuestro».
El Señor les bendiga a todos.
Del libro That They May All Be One. Mensaje impartido en Manila, Filipinas, Febrero de 1964.