“Dios está muy lejos de mí”
Hay muchas voces que quieren hacerse oír por los hombres. Muchas de ellas proceden del infierno mismo. La serpiente le dijo a Eva: “¿Con que Dios os ha dicho …?”, y luego le dijo: “Sabe Dios que el día que comáis de él (el árbol de la ciencia del bien y del mal), serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios …” La serpiente hizo que la mujer dudara del amor de Dios, que creyera que Dios no estaba buscando su bien, y que ella podía alcanzar el bien aparte de Dios, contraviniendo a Dios.
Esa voz todavía viene a los oídos de los hombres. “Dios no te ama”, “Dios se ha olvidado de ti”, “A Dios no le importas tú” “Dios está lejos de ti”. Esas voces vienen del infierno. Proceden del mismo engañador que hizo caer a Eva.
Sin embargo, Dios le ama a usted y está cerca de usted; es verdad que sus pecados han levantado un muro entre usted y Dios; es verdad que sus rebeliones le han alejado a usted. Pero, siendo Él infinitamente bueno, e infinitamente poderoso, Él vendrá a usted apenas le invoque. Derribará el muro, salvará todas las distancias.
El Espíritu de Dios ha sido derramado sobre la tierra. Él está atento a su voz. Si usted le invoca, Él responderá. Si usted clama desde el fondo de su desesperación, Él acudirá raudo más que un relámpago, tocará su corazón, sanará sus heridas, y llenará el vacío de su alma.
¡No tema! Dios está cerca de usted. En realidad, nadie está más cerca que Él. No importa si está en su pieza solo, o caminando por despoblado; no importa si viaja solo, o si está comiendo solo. Sepa que usted no está solo. Ahí está Él para ayudarle. Dígale: “Señor Jesús: Tú estás aquí, ayúdame. Quédate conmigo. Te necesito. Entra en mi corazón. Ahora mismo. Gracias, Señor.”
“Hay demasiados hipócritas en la iglesia”
Hacer esta acusación implica algunas cosas bastante serias. Primero: Lo convierte a usted en juez de su prójimo. En tal caso, recuerde usted la Sabiduría de Dios: “No juzguéis, para que no seáis juzgados …” “Con la vara con que medís, os volverán a medir” “¿Por qué miras la paja en el ojo ajeno y no echas de ver la viga en tu propio ojo?” “Tú, ¿quién eres para que juzgues al otro?”
Segundo: En la iglesia (que Dios conoce) no hay hipócritas. En los ambientes cristianos, suele haberlos. En la iglesia sólo hay hombre y mujeres nacidos de nuevo. Su nueva naturaleza es una realidad, ¡no una aspiración ni una impostura! En los ambientes cristianos suele haber hipócritas. Sí, allí puede haber algunos (o muchos) que nunca hayan renacido. Como no tienen ellos la vida de Dios adentro, ¡la fingen! Esos ambientes cristianos son meras organizaciones cristianas, pero ¿son iglesia? En la iglesia (como Dios la ve) no hay hipócritas.
Tercero: Cada ser humano deberá dar cuenta a Dios de sí. ¡Ay del hipócrita que se pasó toda la vida engañando, aparentando, y enredando la obra de Dios! El hipócrita dará cuenta a Dios de sí. Pero yo también. Y usted. ¡Y más vale que nos vayamos preparando!
¿Sabe cómo nos podemos preparar bien? ¡Teniendo a Cristo en el corazón! Eso es lo único que vale. Dios se agrada plenamente en Cristo. No se agrada ni en esos hipócritas, ni en mí, ni en usted. Dios se agrada en su amado Hijo. Si usted le tiene, está todo bien. ¡Si no le tiene, más vale que corra a buscarlo!