“Es demasiado tarde para buscar a Dios”
Muchos que han llegado a la vejez piensan que nada vale la pena. Que tampoco vale la pena creer. No quieren tener que reconocer que han fracasado en su vida, y que necesitan un Salvador.
Ellos hubieran querido venir a Dios con algo qué ofrecer. Al no tener nada, prefieren no hacerlo. Piensan que han cometido demasiados pecados y que, tal vez, Dios ya no los perdonará. Sus deudas se han amontonado delante de Dios; sus conciencias se sienten cargadas, pero aun así no quieren buscar alivio.
Ellos dicen: “He perdido toda mi vida en deleites. Oh, ya es muy tarde para mí”. Sacan cuentas de sus obras, de sus muchos esfuerzos para ser felices, y ven sólo una seguidilla de fracasos. Se dan cuenta de que aquello por lo cual lucharon, ¡no valía la pena!
Pero, ¿sabe usted? Esta actitud no le sirve de mucho. Dios no pierde mucho con la porfía suya de no arrepentirse, ¡pero usted lo pierde todo! Es su vida, por la eternidad.
(Por supuesto, aunque Dios no pierde nada, Él le ama, y quiere salvarle). Pese a que usted ha perdido gran parte de su vida, debe saber que en Dios hay esperanza; usted todavía puede encontrar alivio a sus penas, hallar la dicha que le fue tan esquiva, si se entrega del todo en las manos de Dios. Todavía puede ser útil, todavía puede sacar provecho de sus últimos días.
Usted debe saber lo que dice la Escritura: “¡He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación!” (2 Cor.6:2). Si usted ya peina canas, diga como el profeta:
“El Señor da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan, y se cansan, los jóvenes flaquean y caen, pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Is.40:29-31).
El Señor le ayude para ver que estamos en el tiempo preciso para buscar a Dios, y servirle. ¡No dilate esta decisión! ¡Aún tiene la oportunidad de añadir sabiduría a sus días!
“La religión es para gente débil”
Usted tiene toda la razón. La religión es para gente débil. Saulo de Tarso, el gran apóstol Pablo dijo: “Lo débil del mundo escogió Dios”. Ningún cristiano podría presumir de otra cosa.
Sin embargo, es preciso que usted vea qué cosas son capaces de hacer estas gentes débiles. ¿Usted ha leído algo sobre los mártires cristianos? ¡Usted no hallará allí historias de debilidad! Ancianos frágiles, mujeres embarazadas, jóvenes imberbes, enfrentando el momento más crucial, con arrojo y valor. ¿Es eso debilidad?
Dios transforma la debilidad de hombre en una gran fortaleza. Pablo completó así el pensamiento anterior: “Lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte”.
Muchos hombres se consideran fuertes, pero en realidad son débiles. Basta verlos enfrentar situaciones límites, (la bancarrota, la muerte de un ser querido) y ¡toda su fortaleza se viene abajo! (Una gran tragedia, una desgracia). Muchas veces no pueden resistirlo.
Pascal dijo que el hombre es una débil caña pensante. Eso es bastante cuerdo. Es sensato reconocer que los hombres no somos tan fuertes. Es sabio reconocer que aunque somos inteligentes, somos frágiles en muchos aspectos. Y es muy cuerdo buscar la verdadera fortaleza en Dios.
Entonces así, cuando venga el día malo, estaremos preparados. Entonces así, no quedaremos humillados cuando nuestra debilidad se descubra.
Los seres humanos llevamos muchas caretas. Diversas, variadas, ¡hermosas! Una de ellas es la de la fortaleza. Le invito a que se saque esta careta. Y para que no se sienta avergonzado, ¡sáquesela a solas delante de Dios! No importa lo que quede debajo. Él lo conoce de verdad. ¡Él lo conoce tal como usted es!
Entonces, pídale que le dé una naturaleza nueva. Una naturaleza celestial. Dios responderá su petición, y le dará la vida de Su Hijo. Entonces, cuando esto sea así, no le importará quedar desnudo, y ser tal como Dios lo hizo. Porque entonces tendrá a Cristo. ¡Y Él será su nuevo rostro! Usted no temerá ser débil. Al contrario, sabrá que cuando usted es débil, entonces es fuerte.