…para que creáis que Jesús es el Cristo, Hijo de Dios,
y para que creyendo, tengáis vida en su nombre» (Juan 20:31)
El misterio que estaba escondido
en el Cristo de Dios se revela:
al entrar en la Historia del mundo
con la imagen del hombre, encarnado.
Relevante palabra del cielo,
tabernáculo vivo y eterno
descubierto, desciende de arriba:
es Jesús que ha venido a la tierra.
Proclamado en los cuatro Evangelios,
por la pluma de cuatro escritores,
refiriendo de Cristo sus obras
que el Espíritu Santo atestigua:
En Mateo es el Rey soberano;
y de Marcos, el Siervo sufrido;
es Dios-hombre, que Lucas describe;
como el Hijo de Dios, Juan perfila.
Siendo Rey, en la cruz él se humilla.
Es modelo de Siervo en carácter.
Es el Hombre obediente y perfecto.
Es el Hijo de Dios cautivante.
De los cuatro Evangelios cojamos
la palabra acuñada de Cristo:
¡Es Jesús que por ella nos habla
de su imagen que es vida en la Iglesia!