Claves para el estudio de la Palabra.
Palabra clave: Precioso / Versículo clave: 1 Pedro 2:7
Estas epístolas fueron dirigidas a los “elegidos expatriados en la dispersión”, esto es, no a las iglesias de los gentiles, ni a los hebreos que aún se apegaban a la Ciudad Santa y su Templo; sino más bien a aquellos que habían renunciado al judaísmo, por Cristo, y a la Canaán terrena, por el Paraíso celestial. Pablo fue a los gentiles, viajando hacia el Oeste. Pedro, viajando para el Este, fue a las tribus dispersas (Gál. 2:9). Estas cartas tenían como objetivo confortar a los hebreos convertidos, ante las persecuciones que estaban por venir, o que ya estaban presentes. Otro objetivo era el de conducirlos, aun entre hombres perversos, a una vida piadosa, en medio de tribulaciones y pruebas de fe, y exhibir el gobierno de Dios en ellos y sobre el mundo.
Siete cosas preciosas son presentadas en estas epístolas: la prueba de la fe, la Sangre, la Piedra viva, Cristo mismo, la fe, las promesas, el espíritu manso y tranquilo. El pasaje central entre las siete es 1 Pedro 2:7, la clave de toda la epístola. La línea de pensamiento es ésta: la posición del creyente es primeramente contrastada con la del judío. El Mesías rechazado por Israel es entonces revelado como la Piedra angular, y los escogidos de Dios son los verdaderos herederos de la esperanza.
El discípulo es visto en su servicio y sufrimiento como estando bajo el cuidado de la gracia y providencia de Dios. Cristo es presentado como ejemplo; su muerte vicaria es nuestra salvación. Dios es el Juez, y él comenzará juzgando a los de su propia Casa. El discípulo es, al mismo tiempo, un peregrino, extranjero y forastero (comp. Heb. 11:13-16). El lugar del cristiano en este mundo (a semejanza de las epístolas de Pablo), está en las alturas y en el mundo venidero.
La segunda carta fue escrita en la expectativa de “abandonar en breve este cuerpo”. Pedro describe la iniquidad, de la misma forma en que Judas describe la apostasía de los últimos días. Aquí tenemos, en preeminencia, el gobierno de Dios sobre el mundo, y su juicio final de este mundo.