Claves para el estudio de la Palabra
Palabra clave: Obras – Versículo clave 2:26.
Esta es la epístola del vivir santo. Coloca un gran énfasis en las obras, no aparte de la fe, sino como prueba y fruto de ésta. Se opone al antinomianismo (1). Existe un lado moral en el evangelio. El discípulo está bajo la ley aunque es justificado por la fe. La obediencia a la fe es su lema. Donde habita interiormente la gracia, habrá un templo purificado de toda impureza.
El autor es, sin duda, Jacobo, anciano de la iglesia en Jerusalén, conocido por su piedad práctica. Se dice que sus rodillas estaban encallecidas por su constante intercesión. Él recibió el título no solo de Justo, sino también de «columna del pueblo».
La epístola, dirigida a las tribus de la dispersión, tiene un aire de autoridad patriarcal, como de un padre de la iglesia. Ella es totalmente hebraica en la forma de los pensamientos, sentimientos y lenguaje. Más que cualquiera otra, esta epístola trata de la vida exterior. La palabra de Dios es un espejo para mostrarnos qué tipo de hombres somos, y para influir sobre el carácter y la conducta.
El único oyente verdadero de la Palabra es aquel que la practica. La vida es el escenario donde se desarrollan las tentaciones, exigiendo lucha y resistencia heroica. Los planes de negocios deben expresar solo la realización práctica de la voluntad de Dios – una vocación, no un pasatiempo.
Debemos exhibir un tipo de carácter no mundano, evitando no solo la amistad del mundo, sino también su contacto contaminante. Por otro lado, debemos cultivar la comunión cristiana, no haciendo acepción de personas y refrenando la lengua. Toda real gracia interior produce fruto exterior: sabiduría de lo alto, y fe. La ley del amor hace que la oración sea poderosa y produzca resultados.
Pablo y Santiago no se contradicen. Ellos no están enfrentados cara a cara, en mutua oposición, sino hombro a hombro, luchando contra enemigos comunes.
1 (gr. anti = contra, y nomos = ley). Es la práctica de vivir sin considerar la justicia de Dios, usando la gracia como licencia para pecar.