Una lluvia grande se oye”.

– 1 Reyes 18:41.

¡Es impresionante ver cómo Elías arriesgó todo en manos de su Dios! Por tres años y medio hubo sequía en toda la nación, y el agua era sumamente escasa. Sin embargo, él insistió en que el agua se derramara abundantemente sobre el sacrificio que había de reivindicar el nombre de Jehová.

“¿Cómo? ¿Desperdiciar nuestras últimas reservas de agua, sin el más mínimo indicio de lluvia a la vista?”. “Sí”, dijo Elías, “hacedlo otra vez”. Y dijo aún: “Hacedlo la tercera vez”. Y como si esto no fuera suficiente, él mismo cavó una zanja alrededor del altar.

Si nosotros también deseamos santificar el nombre del Señor, debemos traer lo que tenemos y entregárselo a él. Alguien preguntará: “¿Y qué pasará si la lluvia no viene? Necesito asegurar el agua que tengo”. ¡Dios nos libre! Ese es el camino de la sequía y de la esterilidad. ¡Entreguémoslo todo a él! Lo que perdamos será nada en comparación con la abundancia de Su lluvia.

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