Y yo le vi, y he dado testimonio que éste es el Hijo de Dios».
– Jn. 1:34.
Te vi, Jesús, te vi completamente.
Declaro que el sonido de tu gracia
es tu precioso nombre confesado.
Declaro a las furiosas potestades
-del aire, de la muerte y del infierno- ,
que ángeles saludan tu victoria;
que toda enemistad quedó resuelta
en la locura de la cruz sangrienta.
Descansa ya mi machacada carne
de las jornadas meritorias tristes;
¡qué alivio fue encontrarme con tu gracia,
y qué bendita paz consuela el alma
al despertar cada mañana limpio!
No busco en las razones cerebrales
ni cómo ni por qué nací de nuevo;
confieso que el Señor es verdadero,
su brazo me sacó del cautiverio;
me hizo un vencedor por su victoria.
De gracia la ciudad está rodeada,
no hay muros ni fronteras en su Reino.
¡Jesús es el Señor del ancho predio!
¡Jesús es el Señor del Universo!