Una revisión de algunos hechos que están sucediendo en el mundo.
Mientras se preparaba la presente edición, en el mundo se desarrollaban importantes acontecimientos: la tensión entre China continental y Taiwán, la gira del Presidente Bill Clinton a India y Pakistán; las elecciones en Rusia, la visita del Papa Juan Pablo II a Palestina, y la espantosa muerte de una secta en Uganda.
Los difíciles equilibrios de la política internacional
Todos sabemos cuánto le preocupa a las potencias occidentales lo que pueda ocurrir con la poderosa China, armada con un inmenso arsenal nuclear. Esta potencia ha amenazado con la guerra si Taiwán, su provincia insular rebelde, decide proclamar su independencia. El recientemente electo presidente de Taiwán Chen Shui-Bian es partidario de la separación.
Por su parte, China reclama la reincorporación de la provincia a su soberanía, para acabar con la separación que data de 1949, cuando los nacionalistas de Chiang Kai-Sheck se refugiaron en la isla después de la victoria de los comunistas en el continente.
Estados Unidos mantiene un fuerte compromiso de seguridad con Taiwán, y ha enviado importantes funcionarios de estado a la zona para entrevistarse con los Presidentes de uno y otro país, a fin de «calmar los ánimos».
Según el New York Times «la estrategia de Estados Unidos consiste en dar la impresión de que intervendría en defensa de la isla si China efectuara alguna maniobra militar». No obstante, los asesores del Presidente dudan que los estadounidenses se arriesguen a una guerra por tal causa. (Citado por «El Mercurio», 21/03/2000).
Por su parte, Rusia ha manifestado su apoyo a China en el asunto, lo que no es raro, por cuanto este país fue el único que apoyó la sangrienta intervención rusa en Chechenia, condenada por todo Occidente.
En este marco, el Presidente Bill Clinton realiza una «histórica» –por no decir «extraña»– visita a India y Pakistán, países que son enemigos entre sí, con varias guerras en su historia reciente, y que mantienen una gran tensión por la disputa de la región de Cachemira (zona montañosa, cuyo dominio es reclamado en parte por China, India y Pakistán). Ambos países poseen grandes arsenales nucleares con misiles de largo alcance.
Al parecer, el viaje de Clinton no obtuvo grandes resultados, como hubiera sido, por ejemplo, la negativa de estos países de adherir al Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares, o al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. Pero, al menos, logró disminuir las tensiones entre ambos países, y algunos acuerdos de intercambio económico. Por sobre todo, a Estados Unidos le conviene granjearse alguna amistad con estos estratégicos países, que –juntos– suman más de mil millones de habitantes, y que son limítrofes con China.
Por otra parte, Rusia también sorprendió al mundo estos días cuando, tras el triunfo de Vladimir Putin, se dispararon tres poderosos misiles de largo alcance, sin carga nuclear, los que en pocos minutos atravesaron desde Europa hasta Asia, dentro de su propio territorio, claro está.
Cabe preguntarse, ¿cuál es la razón de esta misteriosa demostración de fuerza? En un artículo publicado por El Mercurio (8/01/2000) se dice que Putin, en su primera semana como Presidente Interino tras la renuncia de Boris Yeltsin, propuso aumentar en cerca del 60% el gasto militar para enfrentar la crisis de Chechenia.
En otra parte del mundo, los líderes de la Unión Europea (UE) pretenden tener operativo un ejército de 60.000 hombres para el año 2003, lo que ya ha levantado algunos recelos de la OTAN.
No podemos negar que existe «nerviosismo», por decir lo menos, entre los «grandes» del planeta.
El General Ricardo Izurieta, Comandante en Jefe del Ejército de Chile, planteó –en relación al rol de las fuerzas armadas en el mundo global– que en el presente ninguna de las potencias ha debilitado su seguridad ni su defensa, y que, en algunos casos, se ha incrementado. «Si bien los motivos de conflicto ya no son las fronteras proyectadas en Postdam (luego de la 2ª Guerra Mundial). Las nuevas amenazas derivadas de problemas económico-ambientales, terrorismo, narcotráfico, luchas regionales y étnicas, han demandado de la defensa tanto como el período de la Guerra Fría, pero en un mundo globalizado» – indicó (El Mercurio, 21/03/2000).
Con el cambio de milenio que estamos viviendo, muchos sueñan con una nueva era de paz, de prosperidad y de entendimiento entre los pueblos de la tierra. Sin embargo, lo que hoy está ocurriendo en el mundo nos muestra claramente que los hombres siguen muy bien preparados para nuevos conflictos bélicos de impredecibles consecuencias.
¿Qué ocurre en el corazón del hombre?
Lo que acontece en el mundo global no es más que un reflejo de lo que ocurre en lo íntimo del hombre. Dios dice que el corazón del hombre es «engañoso más que todas las cosas y perverso, ¿quién lo conocerá?» (Jer. 17:9). La verdad es que sólo Dios mismo tiene el diagnóstico preciso, pues a pesar de todo el desarrollo científico e intelectual del hombre a través de los siglos, sigue siendo una realidad que:
«No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto y desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos» (Rom. 3:10-18).
No sólo las grandes potencias están armadas hasta los dientes. ¿Cuántos «misiles» están almacenados en el corazón de muchos, dispuestos para ser lanzados contra su prójimo? ¿Cuántos pensamientos de violencia o de venganza están a punto de estallar contra el primero que nos provoque? ¿Cuántos matrimonios se están rompiendo, y cuántos niños están siendo brutalmente maltratados?
Desde los días de los profetas, Dios está diciendo: «Convertíos, hijos de los hombres» (Sal. 90:3). «Buscad a Jehová mientras pueda ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar» (Is. 55:6-7).
En los inicios de su precioso ministerio terrenal, nuestro Señor Jesucristo nos dijo: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de los cielos se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio». Dios no puede mentir, y quienes se vuelven a Él de corazón hallarán verdadero refugio y una eterna salvación.
Los movimientos de la religión mundial
Otro hecho que ha acaparado la atención mundial en estos días, esta vez de corte religioso, es la petición de perdón hecha por la principal organización religiosa occidental. Ante esto, cabe hacerse un par de preguntas. ¿Cómo es posible tardar más de 400 años en reconocer «errores» como la Inquisición, entre otros? ¿Se busca realmente el perdón de Dios o simplemente causar una buena impresión ante el mundo? ¿Cómo es posible que los responsables de los «errores» hayan muerto sin reconciliarse con Dios y con los hombres, llamándose a sí mismos cristianos? Por el momento, saque usted sus propias conclusiones. La noticia es aun demasiado fresca como desconcertante, pero no olvide que el corazón del hombre es engañoso ante los ojos de Dios.
Con el viaje del Papa a Tierra Santa llama la atención que los temas más publicitados de aquella gira sean «la paz en la región», «el derecho de los pueblos a vivir en paz y tranquilidad en esa área» y «la memoria del holocausto». Esto contrasta con el prístino mensaje que los apóstoles proclamaron en Jerusalén llamando a los hombres, no a una paz social, sino al arrepentimiento y a la conversión.
Obviamente, el principal Personaje de ese territorio es el Señor Jesucristo mismo, su mesianismo, su evangelio y la promesa de su segundo advenimiento. Al parecer, a nadie le interesa destacar estas cosas. Grandes argumentos se levantarán, sin duda, más a favor que en contra de estos acontecimientos de gran connotación política más que religiosa.
Cuando vemos todo esto desde el punto de vista bíblico y profético, nos estremecemos al ser testigos de movimientos que podrían ser preliminares al establecimiento de un gobierno mundial, con características político-religiosas. Entonces el cumplimiento del Apocalipsis no vendrá con cosas como suicidios masivos de sectas de fanáticos ignorantes de la vida de Dios y de su Hijo Jesucristo, sino más bien con la aparición de un gran líder mundial «en pos del cual se maravilla toda la tierra», cuyo trono es tan poderoso que nadie puede luchar contra él (Ap. 13:2-4).
Este líder (gran líder) aparece acompañado de otro grande con características religiosas tales como hacer descender fuego del cielo y, además, conducir a todos los moradores de la tierra para que adoren (¡sí, adoren!) al primer líder mundial (Ap. 13:12-13).
Obviamente, el terreno está cada vez más preparado en el mundo para el establecimiento de este anhelado (y, a la vez, temido) gobierno mundial,* cuya principal característica será un atractivo mensaje de paz, prosperidad y seguridad para el mundo entero.
En estos días la atención del mundo ha estado centrada en Palestina, y su connotado visitante. Esta es, sin duda, la zona más explosiva del planeta a causa de la constante tensión árabe-israelí. Es una tierra tan visitada y disputada. Pero digamos que el más ignorado en aquella zona como en el mundo entero es Aquél que lloró sobre Jerusalén, diciendo: «¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor» (Mateo 23:37-39).
Cuando este Hombre fue a Jerusalén, lejos de recibir el elogio de los gobernantes, fue juzgado allí por la religión dominante, y condenado a muerte por el Imperio Romano. Allí se unieron la religión judía con la política de Roma para deshacerse de un Rey al que coronaron con espinas.
Lo crucificaron en las afueras de Jerusalén, en el Gólgota, fue sepultado en una tumba en una sitio cercano a Jerusalén. Al tercer día, ésta fue hallada vacía … unos días más tarde, luego de dar instrucciones a sus seguidores más íntimos, fue ascendido a los cielos desde el monte de los Olivos, también cercano a Jerusalén. Se fue con la promesa de volver. Hoy ese día está cada vez más cercano.
Entonces sí que Jerusalén y sus habitantes tendrán una gran visitación, no de un célebre Jefe de Estado procedente de alguna importante ciudad o nación de la tierra. Vendrá como Rey de reyes, con poder y gran gloria para establecer la justicia y la paz en toda la tierra (Isaías 9:6-7; 11:3-4). Se cumplirán así las palabras del dulce Cantor de Israel –David– el mayor Rey de la historia de Israel y de Jerusalén:
«Habrá un justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios. Será como la luz de la mañana, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra» (2 Samuel 23:3-4).
Entonces Jerusalén tendrá su mayor honra sobre todas las ciudades de la tierra, será llamada «la ciudad del Gran Rey» (Mt. 5:35). Bienaventurados los hombres y mujeres, quienes desde que el evangelio del Reino de Dios fuese anunciado por nuestro Señor Jesucristo mismo hasta hoy han corrido a refugiarse bajo sus alas. Allí han encontrado una gran salvación y una paz eterna que no les será quitada… nunca. ¿Está usted entre ellos?
* Léase el artículo «Las amenazas de un gobierno mundial» de Jack Kemp, en «El Mercurio», 20/02/2000.