Porque para Dios somos olor grato de Cristo…”.
– 2 Corintios 2:15.
El sabor de los buenos ungüentos de Cristo puede fluir a través de las vidas santas de Su pueblo. Cada rasgo, cada perfección exhibida por él mismo en su andar por este mundo puede ser reproducida en aquellos que son suyos.
Mirad, por ejemplo, los preceptos y exhortaciones de las epístolas. Cada uno de ellos ha sido perfectamente ejemplificado en Cristo; y a menos que esto sea recordado, para que puedan ser asociados con Él mismo como la Palabra viviente, se convertirán en obligaciones duras y legales.
Cristo en nosotros, Cristo nuestra vida, como se expone en Colosenses, debe ser seguido por el despliegue de Cristo a través de nosotros, en el poder del Espíritu Santo. Para esto necesitamos estar mucho en Su compañía; porque cuanto más estemos con Él y ocupados con Él, tanto más seremos transformados a Su semejanza, y tanto más ciertamente se esparcirá el sabor de Sus buenos ungüentos. Y esto será un poderoso testimonio de lo que Él es; porque en este caso Su nombre, a través de nosotros, será como ungüento derramado; el dulce sabor del nombre de Cristo fluirá de nuestro caminar así como de nuestras palabras.
Al meditar en ello, ¿no podemos decir: “¡Qué privilegio! Qué misión, ser enviados al mundo para dar a conocer el sabor de los buenos ungüentos de Cristo, para que Su nombre sea, a través de nosotros, como ungüento derramado!”.
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