¿Está o no ocurriendo hoy un cambio climático en nuestro planeta?
Uno de los temas complejos que ocupa al mundo hoy, es el denominado «calentamiento global», el cual se asocia también a un eventual «cambio climático». Se realizan marchas en el hemisferio Norte y en el hemisferio Sur, protestando en contra de eventuales malas prácticas del ser humano que estarían provocando estas alteraciones.
Se realizan cumbres mundiales de científicos expertos en temáticas ambientales, en donde participan centenares de países, y la Organización de las Naciones Unidas encarga múltiples estudios sobre el tema a científicos especialistas de todo el mundo. Actualmente toman cargos de liderazgo en el cambio climático conocidos científicos, pero también lo hacen artistas de cine e incluso, ahora último, aun adolescentes están liderando campañas mundiales al respecto. El alto interés que ha suscitado este tema es universal.
Noticias que angustian
Efectivamente, casi a diario escuchamos noticias acerca del calentamiento global, informando de temperaturas récord en distintas partes del mundo, de sequías que están fuera del promedio histórico, etc. Las noticias y documentales generan angustia cuando muestran a ambos casquetes polares del planeta derritiéndose, con gigantescos témpanos de hielo separándose de los glaciares y derivando a los océanos.
Por otro lado, diversos estudios oceanográficos muestran que el mar está siendo cada vez más violento, debido al aumento en la incidencia de marejadas en los últimos años (Martínez et al., 2018)1, y al aumento de la frecuencia e intensidad de eventos extremos de oleaje, los que podrían ser atribuidos al calentamiento global, aunque, es difícil establecer con certeza una relación de causa y efecto. Lo concreto es que existe una coincidencia temporal entre ambos fenómenos.
En junio de 2017, la prestigiosa revista científica Nature (Figueres et al., 2017)2, publicaba un artículo escrito por científicos y representantes de la ONU para el cambio climático, señalando que el mundo tenía antecedentes unos tres años antes de que se produjesen los peores efectos del cambio climático.
Cuatro años antes del plazo climático fatal publicado en Nature, en junio de 2013, me tocó participar en una cumbre mundial sobre temáticas de medio ambiente en la ciudad de Marruecos, a la que asistieron 2.400 científicos representantes de 150 países, además de altos cargos de Naciones Unidas (UNESCO, PNUMA, OEA). Una de las conclusiones de los científicos que lideraban esa cumbre, fue: «Si no se toman medidas urgentes en temáticas ambientales a escala planetaria, nuestra civilización global colapsará en unas pocas decenas de años».
¿Un colapso?
De acuerdo a lo anterior, habría una determinada corriente científica que considera que nuestro planeta va en caída libre hacia el colapso climático, de no mediar cambios radicales en nuestro comportamiento de quema de combustibles fósiles. Es por ello que desde el año 2.000 aproximadamente, en ciertos círculos científicos se dice que nuestro planeta cambió de era geológica. Habría pasado desde una era denominada Holoceno, relativamente estable desde el punto de vista climático, a una era llamada Antropoceno, climáticamente alterada.
El nombre de esta «última era» apunta a que es el ser humano y su accionar quien habría sido capaz de generar graves alteraciones a escala planetaria, sobreexplotando los recursos naturales, alterando y contaminando todos los ecosistemas, y cambiando hasta el propio clima, debido a la acumulación en la atmósfera de los gases con efecto invernadero, donde el mayor responsable del calentamiento global sería el CO2 (dióxido de carbono).
El CO2 aparece ahora como el villano de la película, pero es bueno recordar que este gas es de vital importancia para la vida en la Tierra, porque los vegetales, tanto terrestres como marinos, lo utilizan en el maravilloso y complejo proceso de fotosíntesis, a partir del cual las hojas de las plantas atrapan CO2, incluyen agua más luz del sol, y los convierten en azúcares (alimento) y oxígeno.
Sin este alimento generado por fotosíntesis, prácticamente toda la vida en la Tierra desaparecería. Y la fotosíntesis requiere al menos que la concentración de CO2 en el aire sea de 180 ppm (partes por millón). Si tiene menos no funciona, si tiene más de esa cantidad funciona mucho mejor. El punto es que ahora la atmósfera tendría más de lo que supuestamente se ha estimado como máximo (300 ppm), habiendo sobrepasado los 400 ppm.
¿Cambio climático o calentamiento global?
¿Es la mayor concentración de CO2 en la atmósfera el factor responsable del calentamiento global o cambio climático? En realidad hay otra corriente de científicos que no está de acuerdo con que haya cambio climático, y afirman que las evidencias en las alteraciones planetarias se deberían más bien a un fenómeno llamado calentamiento global y no a un cambio mundial de clima.
Un punto importante en la actual discusión sobre qué fenómeno es el que nos está afectando, tiene que ver con el significado de los conceptos. El «calentamiento global» ha sido definido como el incremento de la temperatura superficial promedio de la Tierra. Por su parte, el clima, en una definición gruesa, se refiere a una descripción estadística a largo plazo de lo que conocemos como estado del tiempo (diario o semanal), y que oímos en las noticias.
El clima considera promedios, variabilidad, valores extremos, de múltiples variables, las que conforman un patrón determinado en una escala de centenas o miles de años. Por tanto, un cambio climático sería una alteración de este patrón en una escala larga de tiempo. El calentamiento global sería una de las variables que integran el patrón climático.
En la actualidad se cuenta con abundante evidencia de que la temperatura media global en la superficie de la Tierra aumentó un 0,6 ± 0,2ºC durante el siglo XX; en donde 2005 ha sido el año con la temperatura global más cálida registrada hasta la fecha.
En un reciente estudio publicado en la revista Science (Cheng et al. 2.019)3 se concluye que los océanos se están calentando en promedio un 40% más rápido de lo que se pensaba. Estos investigadores señalan que este calentamiento se ha acelerado en las últimas dos décadas. Se calcula que los océanos del planeta han absorbido hasta un 93% del calor producido por el efecto invernadero, actuando como un gran amortiguador climático.
Modelos climáticos
Pero el clima de la tierra ha demostrado ser altamente complejo, y no ha podido ser entendido claramente por los científicos. Prueba de ello son los múltiples modelos climáticos diferentes que se han ido generando, sin lograr resultados adecuados. Los modelos climáticos suelen ser súper simplificaciones de complejas realidades, con muchos supuestos considerados. Muchos de estos modelos han mostrado altas contradicciones entre sí respecto a temperaturas pasadas de la Tierra; por tanto es lógico deducir que con mayor razón serán inexactos al querer predecir temperaturas futuras.
Adicionalmente, la Tierra ha experimentado variaciones de temperatura en el pasado, de lo cual contamos con evidencias. Desde comienzos del siglo XIV y hasta mediados del XIX, hubo un periodo frío en nuestro planeta, al que se le llamó la Pequeña Glaciación o Pequeña Edad de Hielo. Luego de ello, hubo un periodo más cálido.
Curiosamente, en una época más cercana, hace medio siglo atrás, la temperatura en la Tierra había descendido por alrededor de 30 años seguidos, y entonces se oía voces de que podría venir otra vez una nueva Edad del Hielo. Sin embargo, la temperatura promedio de la Tierra volvió a subir.
Es evidente que la temperatura global ha venido aumentando desde el siglo XIX, cuando finalizó la Pequeña Edad de Hielo. Pero la temperatura actual del planeta no está fuera del rango histórico conocido, porque los datos señalan que es similar a la que hubo hace unos 1.000 años atrás.
Por otro lado, no hay una correlación clara entre la temperatura de la Tierra y la concentración de CO2. Y existen variadas publicaciones científicas que no están de acuerdo en que el aumento de CO2 sea el responsable del calentamiento global (Rörsch et al, 2005; Jackson 2017) 4, 5.
En síntesis, hay consenso entre los científicos especialistas en temáticas ambientales que el calentamiento global es una realidad, aunque no existe el mismo consenso respecto a si está o no ocurriendo un cambio climático (Cook et al., 2.016) 6.
Cosmovisión no bíblica de los fenómenos climáticos actuales
Quienes aceptan la cosmovisión secular de que se está produciendo un cambio climático global, y que la Tierra será cada vez más hostil al ser humano, a tal punto que tendremos que abandonarla, e ir a vivir a otro planeta (Marte, por ejemplo), obviamente suscriben múltiples creencias y filosofías que se caracterizan por darle la espalda a Dios como Creador de este planeta único. Suponen que la Tierra se formó al azar, por procesos evolutivos cósmicos. Creen firmemente que no fue creada de modo sobrenatural por un Dios todopoderoso, aunque la Tierra tenga innumerables características y propiedades que la hacen perfecta para que exista la vida, lo cual deja de manifiesto el diseño y propósito del Creador, haciendo inexcusables los argumentos seculares naturalistas (Rom. 1:20).
El mundialmente conocido científico Stephen Hawking, especialista en astronomía y física, señaló en una entrevista en mayo de 2017 a BBC Mundo: «El tiempo se está acabando para la Tierra, y es necesario que salgamos de ella y colonicemos otros planetas, para evitar la extinción de la especie humana».
Varias potencias mundiales han tomado muy en serio este desafío de abandonar la Tierra y colonizar otros planetas. Entre los más importantes están China, Rusia, Europa, Japón, India y Estados Unidos.
La Agencia de Administración Espacial y Aeronáutica de EE. UU. (NASA), señaló en un informe publicado en 2017 que los primeros seres humanos en Marte deben llegar alrededor de 2030, y para ello se espera gastar unos 450 mil millones de dólares en las próximas décadas (NASA 2017) 7. Se trata de una cifra colosal de dinero, difícil de imaginar.
Al respecto, cabría preguntarse ¿cuántos problemas graves del tercer mundo (desnutrición, salud pública, acceso a agua potable, etc.) podrían ser solucionados con esta enorme suma de dinero? Sin embargo, es claro que gran parte de esa fabulosa inversión dirigida a colonizar otros planetas caerá en el vacío. En primer lugar porque el ser humano jamás podrá igualar a Dios en su poder creador, habilitando un nuevo planeta para ir a vivir, y en segundo lugar, porque el dominio que Dios le dio al ser humano es solo en la Tierra (Abd. 1:4).
Cosmovisión bíblica de la creación de la Tierra
¿Cuál debiese ser la cosmovisión cristiana en todo esto? ¿Dice algo la Biblia al respecto? ¿Tendrá Dios algún rol en esta problemática?
En el primer versículo de la Biblia (Gén. 1:1), se nos explica que Dios es el Creador de la Tierra. Y luego en versículos posteriores (3-10), se detalla que Dios ordena la Tierra, y genera las condiciones ideales para hacerla habitable. En Isaías 45:18 leemos: «Él es Dios, el que formó la Tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, sino para que fuera habitada la creó».
Por otro lado, Dios mismo explica a Job lo grandioso que fue crear la Tierra con un diseño tan especial, que la hace única entre los demás astros (Job 38:4-7). Claramente, la Escritura anula la cosmovisión atea de que la Tierra se formó por azar, afirmando además que es única.
Los hallazgos científicos serios también avalan el relato bíblico de que la Tierra es un planeta único. El principal centro de investigación astronómica del mundo es la NASA de los Estados Unidos. Este centro, a través de su proyecto SETI, y después de más de medio siglo de investigación científica, llegó a la conclusión de que «muy probablemente estamos solos en el universo», porque la Tierra es demasiado perfecta para albergar vida, y agrega que «al menos dentro de una distancia de 100 años luz, no existen planetas como la Tierra», con condiciones óptimas para la vida (Davies 2010) 8. 100 años luz es una distancia inconmensurable, entendiendo que el Sol, el cual se encuentra a una enorme distancia de la Tierra (unos 149.000.000 de km), solo está a unos 8 minutos con 20 segundos, medida en términos de la velocidad de la luz.
El oxígeno atmosférico
Habría muchos ejemplos que citar acerca de lo especial de la Tierra, pero detengámonos en uno solo: el oxígeno atmosférico que nos permite respirar. El porcentaje de oxígeno del aire es aproximadamente un 21%. Y lo paradojal, es que este valioso gas para la vida ha permanecido constante en la atmósfera, a pesar del colosal uso de oxígeno en el último siglo, debido a la quema de combustibles fósiles por motores de combustión. Un solo vuelo de un avión intercontinental quema varios miles de litros de oxígeno, y en la actualidad, ya se han superado los 100.000 vuelos diarios en el mundo, a lo que hay que sumar todo el transporte terrestre y marítimo que también quema oxígeno al consumir petróleo u otro combustible.
Por otro lado, el proceso de fotosíntesis que realizan los vegetales (que genera oxígeno), ha disminuido debido a la fuerte deforestación y al daño en los ecosistemas marinos. ¿Cómo se explica entonces que se haya mantenido constante el oxígeno atmosférico, incluso hasta el segundo decimal, durante todo el siglo XX (20,94% de O2), y lo que llevamos del XXI? La única forma lógica y sabia de entenderlo es un control sobrenatural sobre la Tierra, por parte de Aquel que la creó para que la habitaran seres vivos que respiran, pero no solo la creó, sino que la sustenta con la palabra de su poder (Heb. 1:3).
No podríamos respirar si hubiese un descenso en la presión parcial de oxígeno en la atmósfera, y es lo que debiera estar pasando hoy, debido al excesivo consumo de oxígeno. Pero ello no ocurre, solo gracias a la intervención de Dios en la mantención del oxígeno adecuado para los seres vivos en la Tierra. Es necesario respirar profundo cuando uno reflexiona sobre este fenómeno, y agradecer al Señor por su control maravilloso sobre este planeta que nos dio para vivir.
Jugando a crear planetas
El cientificismo es irreflexivo y metodológicamente reduccionista, cree poder controlarlo todo, y crearlo todo, aún planetas en pequeña escala. Entre 1987 y 1991 en Arizona (EE.UU), se llevó a cabo un gran proyecto denominado Biosfera II (la Biosfera I es el planeta Tierra). Era como crear un segundo planeta Tierra en escala pequeña, totalmente aislado de la atmósfera. Eran varios domos enormes, herméticos, sin contacto ni intercambio de gases con el exterior. Se trataba de una especie de prototipo que se usaría posteriormente en Marte u otro planeta.
Dentro de los domos de la Biosfera II había plantas y también ocho científicos que quedarían encerrados por varios meses para ponerla a prueba. Las plantas producirían el oxígeno, y los científicos lo respirarían, y a su vez ellos liberarían dióxido de carbono que ocuparían las plantas por medio de la fotosíntesis.
Todo parecía perfecto, pero algo (o más de algo) falló. El oxígeno en el interior empezó a disminuir en un ritmo constante, desde un 20,9% inicial, hasta un 14,5% en 16 meses. Los científicos allí se estaban ahogando, y fue necesario inyectar en dos oportunidades grandes cantidades de oxígeno a la Tierra II, para que no fallecieran. Finalmente, terminaron abandonando el proyecto.
Científicamente no fue posible mantener constante el oxígeno en un ambiente tan pequeño como los domos. Sin embargo, la biosfera I, que es la Tierra, permanece con su porcentaje de oxígeno atmosférico invariable, a pesar de todo el colosal consumo. Cabría hacer aquí muchas preguntas, pero dejaremos planteada una sola. Cuando estos domos estén funcionando en Marte (si es que llegan alguna vez a hacerlo), ¿quién les socorrerá, alimentando sus sistemas con oxígeno, cuando les falle nuevamente el proceso?
Dios tiene el control sobre la Tierra y sus procesos
Los cambios que estamos viendo hoy en ciertas variaciones climáticas (no un cambio climático mayor), como alza de temperaturas, sequías, etc., en alguna medida ya fueron experimentados por al menos un par de millones de personas que atravesaron durante cuarenta años, áridos e inhóspitos desiertos, sin agua y sin alimentos. El éxodo del pueblo de Israel desde Egipto a Canaán está repleto de acciones sobrenaturales del Dios de la Biblia, mostrando una y otra vez que él tiene el control del funcionamiento terrestre.
El oxígeno en el desierto estaba asegurado, pero los problemas ambientales eran otros. Los mayores desafíos ambientales eran las temperaturas extremas (y adicionalmente la ausencia de agua y alimento).
Los desiertos se caracterizan por tener temperaturas extremas en 24 horas. En el día, la temperatura suele superar los 50° Celsius, mientras que, en la noche, puede descender varios grados bajo cero. ¿Cómo superar esto?
La Escritura nos dice en Éxodo 13 que Dios proveyó una columna de nube que les servía de guía y de protección del sol abrasador en el día, mientras que de noche se convertía en una columna de fuego para alumbrarles y también para darles calor. «Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego» (Éx. 13:22). Pero además del fino control ambiental sobrenatural en el desierto, Dios les proveyó de alimento y agua (Éx. 16:4 y 17:6).
De no haber controlado Dios la temperatura en el desierto (calentamiento extremo en el día y enfriamiento extremo en la noche), todo Israel habría muerto allí.
Este mismo Dios es el que tiene el control sobre este planeta hoy, y lo tendrá en tanto decida mantener la Tierra según sus propósitos eternos.
El calentamiento global está generando desviaciones en parámetros como la temperatura global, cambios en ciclos de precipitaciones, entre otros, pero estos cambios nunca podrán llegar a extremos que no permitan seguir viviendo en la Tierra, porque Dios sigue teniendo el control de ella, y porque fue una de las promesas que le hizo a Noé, después que destruyó a la Tierra y sus moradores en el juicio del diluvio universal (Gén. 8:22).
La maravilla del agua
Es cierto que la temperatura promedio de la Tierra ha aumentado en las últimas décadas y que hay mayor concentración de CO2 en la atmósfera hoy que hace ochenta años, y que el CO2 tiene cierto efecto invernadero, pero también es cierto que aún no conocemos bien cómo funcionan el ciclo del agua y de los gases. Por ejemplo, se nos ha repetido incesantemente que el responsable principal del efecto invernadero es el dióxido de carbono (CO2), pero en realidad no lo es.
El principal responsable del efecto invernadero en la Tierra es el agua que está en la atmósfera, siendo responsable en alrededor de un 80%. Esta agua atmosférica está en forma de vapor y de nubes. Es por esto que en invierno un día nublado es más cálido que un día despejado, el cual resulta hermoso, pero mucho más frío.
El mundo secular ateo que estudia los ciclos biogeoquímicos de la Tierra, aún no logra explicar cómo es que nuestro planeta tiene tanta agua, pero agradecen que sea así, porque el agua está compuesta por moléculas maravillosamente diseñadas, con múltiples funciones para sostener la vida. Dentro de estas funciones está la gran capacidad del agua de regular la temperatura, debido a que tiene un alto índice específico de calor. Esto último hace que el agua sea un buen almacenador de calor, ayudando así a regular la temperatura del planeta y también de los organismos vivos.
Esta cosmovisión secular debe saber que no es casualidad que el ser humano al nacer tenga un 80% de agua en su cuerpo y que alrededor de un 70% de la superficie de la Tierra sea también agua. Tiene mucha lógica concluir que tanto la Tierra como el cuerpo humano tuviesen un sistema de control de temperatura en base a un alto porcentaje de agua, ya que Dios fue quien los diseñó a ambos. La biología de los seres vivos requiere de márgenes estrechos de temperatura, y es precisamente el agua la encargada de mantener esos rangos estrechos, sin alteraciones mayores.
El ciclo del agua explica gran parte del funcionamiento de nuestro clima, pero todavía no entendemos muchos aspectos de él. Se han diseñado muchos modelos climáticos, pero ninguno de ellos ha podido predecir con precisión cómo las nubes afectan la temperatura de la Tierra.
Hace miles de años, Job reconoció este complejo fenómeno: «He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos, ni se puede seguir la huella de sus años. Él atrae las gotas de las aguas, al transformarse el vapor en lluvia, la cual destilan las nubes, goteando en abundancia sobre los hombres. ¿Quién podrá comprender la extensión de las nubes, y el sonido estrepitoso de su morada? He aquí que sobre él extiende su luz, y cobija con ella las profundidades del mar» (Job 36:26-30).
La cosmovisión secular atea, con su creencia de que nuestro planeta, perfecto para la vida, surgió por azar, tiene gran temor de que se alteren las condiciones climáticas que permiten la vida en la Tierra, y por tanto busca huir hacia otros planetas, porque este, supuestamente va a colapsar. Las discusiones y pronósticos sobre cambio climático y calentamiento global de los denominados expertos, seguirán en el mundo secular, junto a sus predicciones sobre el colapso de nuestro planeta.
No obstante, quienes somos creyentes en Cristo y su Palabra, siempre recurriremos al Experto por excelencia, a Aquel que diseñó la Tierra y sus climas, al Creador de todas las cosas, y en Génesis 8:22 tenemos su respuesta frente a la problemática que nos convoca. «Mientras la Tierra permanezca, la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche, nunca cesarán».
Por tanto, lo absolutamente seguro es que las estaciones, los ciclos climáticos, las siembras y las cosechas seguirán hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, por encima de las variaciones y alteraciones planetarias que puedan existir, simplemente porque así lo establece la firme promesa de Dios en su Palabra.
Literatura citada
1. Martínez, C. 2018. Coastal erosion in central Chile: A new hazard? Ocean & Coastal Management, 156: 141-155.
2. Figueres C., et al. 2017. Three years to safeguard our climate. Nature, Vol 546, pag., 593-595.
3. Cheng L., J. Abraham, Z. Hausfather, K. E. Trenberth. 2019. How fast are the oceans warming? Science Vol. 363, Issue 6423, pp. 128-129.
4. Rörsch A., R.S. Courtney and D. Thoenes. 2005. Global warming and the accumulation of carbon dioxide in the atmosphere: A Critical Consideration of the Evidence. Energy & Environment. Vol. 16, No. 1, pp. 101-125.
5. Jackson D. W. 2017. The Relationship between Atmospheric Carbon Dioxide Concentration and Global Temperature for the Last 425 Million Years. Climate, 5, 76; doi:10.3390/cli5040076.
6. Cook J. et al. 2016. Consensus on consensus: a synthesis of consensus estimates on human-caused global warming. Environ. Res. Lett. 11.
7. NASA 2017. Nasa’s plans for human exploration beyond low earth orbit. Report No. IG-17-017.
8. Davies P. 2010. Un silencio Inquietante. Editorial Planeta. 328 páginas.