Algunos comparan a Bakht Singh con Sadhu Sundar Singh, otros con Watchman Nee, pero lo cierto es que fue el padre espiritual de cientos de miles de creyentes en la India y en todo el mundo.
Bakht Singh nació el 6 de junio de 1903, de padres acomodados, Jawahar Mal Chabra y Lakshmi Bai, en el sector norteño de Punjab, que hoy es parte de Pakistán. Era el mayor entre seis hermanos. Sus padres eran seguidores de la religión Sikh, dominante en la región.
Aunque de niño fue educado en una escuela de la Misión Presbiteriana, Bakht creció odiando a los cristianos, debido a la idea, muy predominante en ese tiempo, de que la religión cristiana era una herramienta al servicio de la colonización occidental, y que perturbaba las tradiciones y culturas locales. Junto a otros adolescentes hindúes, él solía burlarse de los pastores y maestros de la Biblia.
Por cinco años él estudió en un internado. Los hindúes y los musulmanes vivían en un lado, y los cristianos en el otro. Durante todos esos años él nunca visitó el lado cristiano. Cierta vez, después de aprobar un examen, le fue regalada una Biblia. Bakht la tomó y la rasgó. Conservó sólo la tapa porque tenía una hermosa encuadernación de cuero. Él solía pasar muchas horas en los templos Sikh observando todos los ritos religiosos.
De joven, Bakht tenía muchas ambiciones, como estudiar en Inglaterra, viajar alrededor del mundo, disfrutar de la amistad de todo tipo de personas, y permanecer fiel a su religión. También aspiraba poder vestir ropas elegantes y comer comida de clase alta. La ambición de estudiar en Inglaterra era para demostrar a los británicos que él no era inferior a ellos.
Sin embargo, su padre se oponía a su ida a Inglaterra. Él le ofreció mucho dinero intentando convencerlo de que se quedara con él para que le ayudara en su negocio. Había establecido una nueva fábrica de algodón y quería contar con su hijo mayor. Pero Bakht quería ir a Inglaterra. Al concluir su examen final en el colegio, Bakht se sintió muy triste porque no podría cumplir su deseo.
Siendo el hijo más amado por su madre, ella le dijo: «Te ayudaré a ir a Inglaterra, pero prométeme que no cambiarás de religión». Él le respondió: «¿Realmente crees que cambiaría mi religión?», asegurándole firmemente su lealtad y fidelidad. Ella, entonces, persuadió a su marido para que dejara ir a su hijo. «Mi padre, como un hombre de negocios, pensaba en términos de dinero, mi madre, siendo una persona religiosa, pensaba en términos de religión» – diría después Bakht Singh.
Así fue cómo en 1926, después de graduarse en la universidad estatal en Lahore, se fue como estudiante extranjero a Inglaterra y se matriculó en el King’s College (Universidad del Rey), en Londres, para estudiar ingeniería mecánica.
Los primeros meses en Inglaterra, Bakht permaneció fiel a su religión. Mantuvo su pelo largo y su barba, como correspondía a un ‘sikh’. Pero pronto perdió la fe, se rasuró, y se volvió ateo y liberal. En los próximos dos años adquirió todas las peores costumbres del mundo occidental: beber, fumar, vestir a la moda, visitar teatros, cine y salas de baile. También viajó por Europa, visitó museos, galerías de arte, se hizo amigo de la buena mesa, y trabó amistad con personas de todas las clases sociales. Todo lo que alguna vez había deseado, lo tuvo.
Pero de pronto comenzó a preguntarse: «¿Soy más feliz que antes?». El estado de su corazón le decía que estaba mucho peor, porque se había vuelto egoísta, orgulloso y codicioso. Había aprendido a mentir cortésmente a sus padres. Desencantado, comprobó que el mundo entero, sea en oriente o en occidente, es «vanidad de vanidades».
Entonces vino el gran día de la fe, el 11 de agosto de 1928, cuando tuvo su primer encuentro con el Señor Jesucristo. Viajaba de vacaciones con un grupo de estudiantes a Canadá en un transatlántico, cuando tuvo ocasión de tomar parte en un servicio cristiano a bordo. Indiferente al principio, su orgullo nacional y religioso le hizo casi abandonar el servicio mientras los demás oraban; pero luego, por cortesía, desistió, y se arrodilló como los demás. En ese momento sintió que un poder divino lo envolvía, trayéndole un gran gozo. Todo lo que pudo hacer fue pronunciar reiteradamente estas palabras: «Señor Jesús, yo sé y yo creo que tú eres el Cristo Viviente». Ese día desaparecieron sus prejuicios raciales y de clase.
«Hasta allí, yo había sido un ateo, y en mi necedad había dicho a menudo que no había Dios. Desde ese día, las palabras ‘Cristo Viviente’ de algún modo llegaron a ser muy reales para mí. Esta experiencia me dejó con un deseo fuerte de saber más del Señor Jesús viviente. Hasta entonces no tenía absolutamente idea alguna de la vida o de la enseñanza del Señor Jesucristo», confesaría él años después.
Luego de una estadía de tres meses en Canadá, regresó a Inglaterra. Una vez allí, intentó asistir a los servicios en la iglesia, pero fue desalentado por el ambiente glacial e indiferente que imperaba en las reuniones. Prefería ir a los templos cuando estaban vacíos, porque allí sentía paz. Durante un año no contó a nadie su experiencia cristiana. El deseo de fumar y beber que había tenido, se había ido sin que nadie se lo prohibiera.
En 1929 regresó a Canadá, para terminar su curso de Ingeniería en Agricultura, en la Universidad de Manitoba, Winnipeg. John y Edith Hayward, cristianos devotos, lo favorecieron y lo invitaron a vivir con ellos. Ellos solían terminar cada cena leyendo la Biblia. Cuando un amigo le regaló un Nuevo Testamento, él se encerró en su cuarto y se quedó leyendo hasta las 3 de la mañana. El día siguiente amaneció totalmente nevado, así que permaneció todo el día en cama, sólo para leer.
El segundo día, mientras leía el Evangelio de San Juan, capítulo tres, llegó al versículo 3, y se detuvo en la primera parte del verso. Las palabras «De cierto, de cierto te digo» le hicieron sentir culpable. «Justo cuando leí estas palabras – cuenta él – mi corazón comenzó a latir más fuerte. Yo sentí que alguien estaba de pie a mi lado diciendo una vez y otra vez, «De cierto, de cierto te digo». Yo solía decir, «la Biblia pertenece al occidente», pero la voz decía, «De cierto, de cierto te digo». Yo nunca me había sentido tan avergonzado como me sentí entonces, porque todas las palabras blasfemas yo había proferido contra Cristo venían ante mí. Todos mis pecados de los días del liceo y de la universidad vinieron ante mí. Por primera vez aprendí que yo era el más grande pecador, y descubrí que mi corazón era malo y sucio.
Mis pequeños celos contra mis amigos, mis enemigos, mi maldad, estaban todos claros frente a mí. Mis padres pensaban que yo era un buen joven, mis amigos me consideraban un buen amigo, y el mundo me consideraba un miembro decente de la sociedad, pero sólo yo conocía mi real estado. Lágrimas rodaron por mis mejillas y yo estaba diciendo, « Oh! Señor perdóname. Verdaderamente yo soy un gran pecador». Por un tiempo sentí que no había esperanza para mí, un gran pecador. Mientras yo lloraba nuevamente, la Voz dijo, «Este es mi cuerpo molido por ti, esta es mi sangre derramada para la remisión de tus pecados». Entonces supe que sólo la sangre de Jesús podía lavarme de mis pecados. No sabía cómo pero sólo sabía que la sangre de Jesús podía salvarme. No podía explicar el hecho, pero gozo y paz vinieron a mi alma; yo tuve la seguridad de que todos mis pecados fueron borrados».
Poco después, Bakht consiguió su propia Biblia y comenzó a leerla, desde Génesis a Apocalipsis, con gran fruición. Solía leer hasta 14 horas seguidas. En poco más de dos meses terminó la Biblia completa, y varias veces el Nuevo Testamento. Luego comenzó a leerla de nuevo, por segunda y tercera vez. En los próximos dos años dejó de leer toda clase de revistas, periódicos y novelas, para dedicarse sólo a la lectura de la Biblia. Su conocimiento y su fe fueron creciendo rápidamente.
Un día, al llegar a Hebreos 13:8, leyó: «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos». Por muchos años, él había padecido catarro nasal, sin que los muchos médicos consultados pudieran ayudarle de verdad. A ello se habían agregado problemas con la vista. Entonces oró: «¿Sanarás mi nariz y me darás buena vista?». Por la mañana, cuando se despertó, descubrió con mucha alegría que había sido sanado. Desde entonces, no sólo él fue sanado, sino muchos más fueron sanados por la oración.
El 4 de febrero de 1932, Bakht Singh se bautizó en Vancouver, Canadá. Después del bautismo, iba de un lugar a otro dando su testimonio. Dos meses después, él fue confrontado por el Señor acerca de su futuro, y decidió dejar de lado sus ambiciones terrenales, para consagrarse por entero al Señor.
Sin embargo, él sintió que el Señor le estrechaba el camino. «Tendrás que vivir por fe. Tú no debes pedir nada a nadie, ni siquiera a tus amigos o relaciones. No debes pedir ni siquiera una taza de café. Tú no estás para hacer ningún plan». A esto, el incipiente siervo de Dios replicó: «Señor, por un lado tú quieres que yo renuncie a todos mis derechos de propiedad y de tener un hogar, y me dices que viva simplemente por fe. ¿Quién va a proveer para mis necesidades?». Entonces, sintió que el Señor le decía: «Ese no es tu problema».
Posteriormente, él sintetizó así las condiciones de su llamamiento: 1. No te insertes en ninguna organización – sirve a todos por igual. 2. No hagas tu propio plan. Permíteme guiarte y llevarte en cada paso del camino. 3. No hagas saber tus necesidades a ningún ser humano. Sólo pídeme y yo te proveeré para tus necesidades.
Durante un año, Bakht Singh permaneció en América como predicador, porque ya había dejado de lado su carrera de Ingeniero. El 19 de octubre de 1932 escribió a sus padres relatándoles su conversión. Cinco meses después –el 6 de abril de 1933– él regresó a Bombay, tras siete años de ausencia. Tenía 30 años de edad.
El regreso
En Bombay se reunió con sus padres. «Nosotros somos los únicos que sabemos que eres un cristiano», le dijeron. «Por favor guárdalo en secreto y puedes leer tu Biblia e ir a la iglesia cuando quieras». «¿Puedo vivir sin respirar?», contestó Singh. «Yo le he dado mi vida entera a Cristo que murió por mí. No puedo seguirlo en secreto». «Si no puedes guardar el secreto, entonces no puedes venir a casa», contestaron sus padres, y lo dejaron allí.
Sin embargo, sus padres quedaron tristes. Su padre acudió a connotados maestros hindúes a preguntarles cómo podía conseguir paz. Ellos le dijeron que era una cosa difícil de lograr. Entonces un domingo pasó frente a un templo. El servicio estaba a punto de comenzar. Entró sin ninguna intención particular, y ocupó un asiento en la parte de atrás. Justo cuando comenzó el servicio, él vio una gran luz que le hizo exclamar: «Oh Señor, tú eres mi Salvador también». Entonces se entregó al Señor y una gran paz inundó su alma. Desde entonces su padre le apoyó decididamente en su ministerio entre los hindúes. El resto de la familia llegó también paulatinamente a la fe.
Singh empezó como un ardiente predicador itinerante a lo largo de la India, y alcanzó a muchos con el evangelio. Después de servir por algunos años, Dios trajo un avivamiento poderoso a través de él a Martinpur (ahora parte de Pakistán) y otros lugares en Punjab. «El papel de Singh en el avivamiento de 1937 que envolvió a la iglesia en Martinpur inauguró uno de los movimientos más notables en la historia de la iglesia en el subcontinente indio», declaró el Jonathan Bonk en el Diccionario Biográfico de Misiones Cristianas, publicado por Simon & Schuster Macmillan, en 1998. «Los años tempranos de su ministerio fueron marcados por poderosos milagros y maravillas, incluyendo curaciones físicas y grandes avivamientos».
En 1937, Singh fue uno de los oradores en la Convención de Sialkot, que era organizado por la Iglesia presbiteriana y otras denominaciones. Habló de Lucas 24:5 «¿Porque buscáis entre los muertos al que vive?». Su predicación electrizó a los participantes y organizadores por igual. En las palabras de J. Edwin Orr, Historiador británico de la Iglesia, «Bakht Singh es un evangelista indio equivalente a los mayores evangelistas occidentales, tan hábil como Finney y tan directo como Moody. Él fue un maestro de Biblia de primera clase del orden de Campbell Morgan o Graham Scroggie».
Pronto Bakht Singh se volvió un nombre familiar entre los cristianos protestantes a lo largo de la India. Las noticias de su vida extraordinaria y ministerio se encendieron por el mundo a través de las revistas misioneras y boletines. Él fue uno de los más buscados entre los evangelistas jóvenes en India en ese momento. Sólo en un mes recibió más de 400 invitaciones de toda India. En 1938, él fue a Madras y después a Kerala y otras partes de India Sur. Miles de personas se volvieron a Cristo. Según Dave Hunt, autor y escritor, «La llegada de Bakht Singh volvió las iglesias de Madras al revés… Las muchedumbres se reunieron al aire libre, tantos como 12.000 en una ocasión para oír a este hombre de Dios. Muchos tremendamente enfermos se sanaron cuando Bakht Singh oró por ellos, incluso sordos y mudos empezaron a oír y hablar».
Inicio de la obra
Siempre que la iglesia –el Cuerpo de Cristo– pasa a través de un declive espiritual, el Señor, que es la Cabeza de la iglesia, levanta a sus vasos escogidos para traer vitalidad al Cuerpo. Sin embargo, el ministerio de Singh no fluyó por los cauces habituales. Singh comprendió que el nuevo vino requería nuevos odres.
Tras una noche de oración, junto a algunos de sus co-obreros, en la cima de un monte en 1941, tuvo la visión de empezar a contextualizar el patrón de las asambleas locales en los principios del Nuevo Testamento.
El Señor lo llevó a él y sus co-obreros para establecer una iglesia local para cumplir los cuatro propósitos de la Iglesia sobre la base de Hechos 2:42. Estos principios pueden ser aplicados en cualquier país, en cualquier cultura sin comprometer la Palabra de Dios revelada. Los cuatro propósitos de la Iglesia son:
1) Mostrar la llenura de Cristo (Efesios 1:22–23).
2) Perseverar en la unidad de Cristo – la unidad de todos los creyentes (Efesios 2:14-19).
3) Perseverar en Su sabiduría (Efesios 3:9-11)
4) Mostrar Su gloria (Efesios 3:21 y Hechos 2:42). «Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones».
La primera iglesia se estableció en Madras, Tamil Nadu, el 12 de julio de 1941, y fue llamada «Jehovah Shammah». En la década de los ‘50 surgieron otras en Madras e Hyderabad en el Sur, y en Ahmadabad y Kalimpong en el Norte. Singh sostuvo su primera ‘Santa Convocación’, basada en Levítico 23, en Madras en 1941. Pero la asamblea en Hyderabad siempre fue la más grande, atrayendo a unos 25.000 participantes. Comían y dormían en tiendas, y se reunían bajo un gran toldo de paja para largas horas de oración, alabanza y reuniones de instrucción que empezaban al alba y acababan tarde por la noche. No se reclutaban trabajadores para las reuniones. El cuidado y alimentación de los invitados era manejado por voluntarios. Los gastos para las reuniones eran solventados por ofrendas voluntarias. No se pedía dinero desde fuera.
Desde Madras a Hyderabad
Bakht Singh creía firmemente en la eficacia de los obreros nativos para hacer la obra de Dios en la India. Por años, el país había dependido de las misiones extranjeras, por eso, parte de la visión de Singh incluía la preparación de obreros. A mediados de los ‘50 el Señor proporcionó los medios para albergar el ministerio de la iglesia extra local. Él llamó el nuevo lugar ‘Hebrón’, en Hyderabad. Allí eran enseñados los nuevos obreros en las Escrituras diariamente, participaban en los quehaceres domésticos y predicaban y daban testimonio en la calle. Ellos se quedaban hasta que habían aprendido lo que necesitaban saber, y entonces salían para hacer la obra de Dios, volviendo cuando quisieran.
El trabajo del Señor creció y se multiplicó. De los 1950’s a los 1970’s las iglesias locales establecidas por Bakht Singh y sus co-obreros eran las iglesias locales con más rápido crecimiento en India. Estas dos iglesias crecieron cualitativa y cuantitativamente intentando mostrar cómo se cumplían los cuatro propósitos de la iglesia.
Cierta vez que Singh estaba ministrando en Filadelfia, USA, le preguntaron sobre el papel de los misioneros americanos en la evangelización de su país, él dijo escuetamente: «Ellos ya no son necesarios en la India». Bob Finley, Presidente de Christian Aid Mission, dice haber sido testigo de cómo en Hebrón se preparaban más de cien misioneros para el servicio, mientras que otros cien comenzaban a hacer sus primeras armas en el campo.
Con su habitual franqueza, Bakht Singh solía decir a los occidentales: «Ustedes sienten compasión por nosotros en India debido a nuestra pobreza material. Los que conocemos al Señor en India sentimos aflicción por ustedes en América a causa de su pobreza espiritual, y oramos para que Dios les dé el oro refinado en fuego que Él prometió a aquéllos que conocen el poder de Su resurrección…
«En nuestras iglesias nosotros nos pasamos cuatro o cinco o seis horas en oración y alabanza, y frecuentemente nuestra gente sirve al Señor en oración toda la noche; pero en América después que ustedes han estado una hora en la iglesia, empiezan a mirar sus relojes. Oramos para que Dios pueda abrir sus ojos al verdadero significado de la adoración. Para atraer a las personas a las reuniones, ustedes tienen una gran dependencia de los carteles, de la publicidad, la promoción y los recursos humanos; en India no tenemos nada más que al Señor mismo y probamos que Él es suficiente. Antes de una reunión cristiana en India nosotros nunca anunciamos quién predicará.
«Cuando la gente viene, vienen a buscar al Señor y no a un ser humano o a oír a alguien especial favorito que les habla. Nosotros hemos tenido unas 12.000 personas reunidas sólo para adorar al Señor y tener comunión juntos. Estamos orando para que las personas en América también puedan venir a la iglesia con hambre de Dios y no meramente hambre para ver alguna forma de entretenimiento o oír coros o la voz de algún hombre».
El ministerio en ultramar
En el año 1946, Bakht Singh dejó la India para desarrollar su ministerio en Europa, el Reino Unido, EE.UU. y Canadá. El Señor lo usó poderosamente en cada lugar, particularmente en la Conferencia Misionera de Estudiantes del Inter Varsity (ahora conocido como Convención Urbana) en Toronto, Canadá, donde él era uno de los principales oradores. Entre los que asistieron a la conferencia estaba Jim Elliott, quien fue martirizado en Ecuador en el año 1956 junto con otros cuatro misioneros americanos. En los años 50, Bakht Singh ministró en Australia, varias partes de Asia, África y los Estados Unidos de América. Dondequiera que él fue, el Señor lo usó para extender Su fragancia. Él era de hecho una brisa de aire fresco en medio de las iglesias tibias, y de los cristianos que tenían una forma de piedad pero que negaban la eficacia de ella.
En Australia, a través de su ministerio, el Señor inquietó a algunos creyentes para reunirse basándose en Hechos 2:42. Hay varias asambleas, particularmente en el área de Sydney que todavía se reúnen allí ahora como resultado del ministerio de Bakht Singh en los 1950’s y 60’s.
En 1969-70, Bob Finley invitó a Bakht Singh para hablar en el Instituto de las Misiones Indígenas en Washington, DC. El propósito principal del Instituto era darle a los estudiantes internacionales y escolares cristianos que retornaban, la visión de la iglesia del Nuevo Testamento basada en los principios del Nuevo Testamento ya practicados por Bakht Singh. Durante esos años él viajó también extensamente por varias partes de los Estados Unidos y Canadá ministrando en iglesias de diferentes denominaciones.
En 1974, después de su visita al Congreso de Evangelización Mundial en Lausanne, Suiza, Bakht Singh visitó varias partes de Europa, el Reino Unido, y los Estados Unidos. Durante esa visita él alentó la realización de Asambleas Santas en Nueva York, y en Sarcelles, Francia. El Señor usó estas Asambleas Santas para edificar a los creyentes de varias partes de Europa, el Este Medio y otros lugares.
Días finales
Singh contrajo el mal de Parkinson y estuvo totalmente postrado durante sus últimos diez años. Una pareja india se dedicó a cuidar de él todo el tiempo. Según el testimonio de sus biógrafos, cuando se acercaba el tiempo de su partida, ocurrieron una serie de hechos naturales significativos, «que hicieron recordar que él era un hombre enviado de Dios para la edificación de Su cuerpo y para Su gloria eterna». Por ejemplo, sólo unas horas antes de que él durmiera en Cristo, el domingo 17 de septiembre a las 6:05 de la mañana, hubo un terremoto en y alrededor de Hyderabad, junto con continuos e inusuales truenos y relámpagos. El día 22, justo antes de su sepultación, el sol brillaba esplendorosamente, y un arco iris rodeó el sol durante un breve tiempo. Cuando el arco iris desapareció, un anillo brillante que se parecía a una «corona» aparecía alrededor del sol. Entonces, de repente, bandadas de palomas volaron encima de Hebrón en el momento en que la procesión fúnebre accedió al cementerio.
Las personas vinieron de toda la India y de otros países a pagar su último homenaje y tributo a su padre espiritual. Una multitud de cristianos de todas las denominaciones, idiomas, tribus y colores se reunieron, alabando a Dios por cada recuerdo dejado por este hombre de Dios. Las noticias de su partida se extendieron como el fuego y más de 600.000 vinieron a homenajearlo entre el 17 y el 22 de septiembre. Según David Burder, miembro de Christian Aid en Delhi, unas 250.000 personas asistieron a sus funerales, las cuales, sosteniendo sus Biblias en alto, siguieron el carro que llevaba los restos mortales al cementerio general. Un policía comentó: «Esta es la primera vez que he visto tan grande y pacífica procesión hasta ahora en todos mis años de servicio».
El secreto de su vida espiritual
El Señor usó a Bakht Singh como Su vaso escogido para enriquecer y reforzar la vida espiritual de muchos cristianos alrededor del mundo. Él ministró a Cristo y la visión de la Iglesia. Pocos quedaron al margen del impacto de su vida y ministerio: individuos, denominaciones, sociedades misioneras, clérigos, laicos y no cristianos. De Cachemira a Kerala, muchos fueron desafiados y transformados por sus mensajes basados en la Biblia y ungidos por el Espíritu; y dondequiera que él fue, centenares iban a oírle hablar y compartir la Palabra de salvación.
La vida y ministerio de Bakht Singh ha sido comparado a menudo con Hudson Taylor y otros grandes cristianos; compartió jornadas espirituales con Billy Graham, Francis Schaeffer y Martin Lloyd-Jones, por nombrar algunos.
Muchos le preguntaron sobre el secreto de su vida espiritual. He aquí algunas de las claves:
1) Su total dependencia del Dios viviente.
2) Él aceptaba la Biblia como la Palabra de Dios y animaba que cada creyente tuviera su propia Biblia y viviese en obediencia total a la Palabra revelada de Dios. Su visión de la Palabra de Dios y su memoria fotográfica de las Escrituras eran legendarias. Bob Finley decía: «Yo nunca he visto a un hombre con un conocimiento y entendimiento mayor de la Biblia que Bakht Singh. Todos nuestros predicadores occidentales y maestros parecen ser niños ante este gran hombre de Dios».
Durante la visita de Bakht Singh a Inglaterra en 1965, Martin Lloyd-Jones, el afamado expositor y maestro de la Biblia y Keith Samuel, uno de los oradores de Convención de Keswick se reunieron con Bakht Singh. Ellos pasaron varias horas haciéndole preguntas de la Palabra de Dios. Las respuestas de Bakht Singh desafiaron y sorprendieron a estos hombres. Entonces Martin Lloyd-Jones le preguntó cómo él había entrado en tal visión y conocimiento de la Palabra de Dios. Bakht Singh respondió que simplemente leyendo y meditando en la Palabra de Dios sobre sus rodillas. La mayor parte de su vida, hasta que se puso enfermo, él leyó la Biblia de rodillas y meditó en ella durante horas. El Espíritu Santo de Dios le reveló cosas maravillosas de Su Palabra.
3) Buscó e hizo la voluntad de Dios costase lo que costase.
4) Tenía una pasión por Dios y compasión por las almas.
5) Descubrió y practicó la adoración bíblica y animó a todos los santos varones y mujeres a adorar al Señor en espíritu y en verdad.
6) Alentó la comunión entre los santos introduciendo la ‘fiesta de amor’.
7) Una de sus más grandes contribuciones fueron las Santas Convocaciones anuales. La primera asamblea se realizó en Jehovah Shammah, Madras, en diciembre de 1941, que duró 19 días. Norman Grubb, que era el Director Internacional de la Cruzada de Evangelización Mundial, decía esto sobre su visita a la Santa Convocación en Hyderabad: «A nosotros los occidentales, la parte más llamativa de toda la obra con Bakht Singh son las Asambleas Santas sostenidas anualmente en Hyderabad… El hermano Bakht Singh convoca estas asambleas anualmente donde se amasan juntas varios miles de personas en cuartos cerrados y todos alimentados por el Señor durante una semana sin solicitar nada a los hombres … He aquí un indio probando a Dios».
8) La indigenización de los principios del Nuevo Testamento en las iglesias locales. Después de visitar Hyderabad en los 1950’s, Norman Grubb anotó en su libro Una vez Cogido, no hay Escape: «En estas iglesias con fundamentos neotestamentarios he visto la mejor réplica de la iglesia primitiva y un modelo para el nacimiento y crecimiento de iglesias jóvenes en todos los países de la misión».
9) La vida de fe. Bakht Singh era un hombre de fe. Él confió en el Señor para todas sus necesidades a lo largo de su vida. El Señor honró su fe y no sólo proveyó para sus necesidades y para el ministerio, sino también lo usó poderosamente para desafiar al pueblo de Dios sobre la importancia de confiar en Dios para sus necesidades.
10) Las procesiones evangelísticas testificando de Cristo. Durante sus campañas de evangelismo, dondequiera que él fue, hizo procesiones evangelísticas por las ciudades llamando a las gentes para Cristo. La más grande de todas fue la que siguió su urna al cementerio donde cientos de miles marcharon cantando y alabando Dios. Aunque él murió, su trabajo y ministerio lo siguen.
11) La vida de oración. Bakht Singh era un hombre de oración. Él ocupó horas sobre sus rodillas en comunión con el Señor buscando la mente de Señor con respecto a Su voluntad acerca del trabajo y ministerio. Por consiguiente, el Señor también lo honró y lo bendijo más allá de cualquier comprensión humana. Ésta es una de las razones de por qué el Señor lo usó tan poderosamente para la edificación de Su Cuerpo y para la extensión de Su reino glorioso en India y en el extranjero.
Aunque él ya está muerto, todavía habla. La obra que el Señor empezó a través de Su siervo y sus primeros colaboradores, como el hermano Fred Flack, Raymond Golsworthy, John Carter, el hermano Dorairaj, el hermano Rajamani y algunos otros, no sólo puede continuar, sino que se multiplicará hasta el día de nuestro Señor Jesucristo.
Que esta visión y enseñanza acerca de iglesias locales basadas en el modelo del Nuevo Testamento puedan levantarse por todo el mundo para la edificación de Su Cuerpo y para Su gloria.