Amados, nuestro gran privilegio es vivir en un mundo sin provisión. Este es nuestro sello distintivo y nuestro fuero cristiano. Cuando Dios repartió la tierra de Canaán entre las tribus de Israel, él hizo una excepción con la tribu de Leví, a quienes dijo: «De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte»; asignando como su razón: «Yo soy tu parte y tu heredad».
La enseñanza del evangelio acerca de esto es obvia y significativa. Como verdadero sacerdocio del Señor, para nosotros, este mundo no es nuestra porción, ni es la tierra nuestro apoyo. Debió haber requerido alguna dolorosa disciplina, y no poca medida de fe, por parte del levita devoto, cuando él miró fijamente los prados fecundos, las llanuras regadas, y las colinas vestidas de vides de la Tierra Prometida, antes de decidir abandonarlo todo por Aquel que es invisible – y requiere no poca enseñanza y disciplina de nuestro Dios, y no poca fe de nuestra parte, antes de ser llevados a dejar el mundo, lo creado, nuestro ego, todo, por Cristo, satisfechos con sólo tener al Señor como nuestra Porción, y sólo el cielo como nuestra herencia.
¡Oh, qué Porción es Dios! ¡Todo lo que él es y todo lo que él tiene es nuestro! Cada atributo de su ser está sobre nosotros, cada perfección de su naturaleza nos rodea, cada pulso de su corazón late por nosotros, cada mirada de sus ojos sonríe sobre nosotros. Nosotros moramos en Dios, y Dios mora en nosotros. No es la criatura nuestra porción, sino el Señor de los ángeles y el Creador de los hombres. ¡Porción infinita! ¡Poder sin límites! ¡Gracia inmensurable! ¡Amor ilimitado! ¡Bien todo satisfactorio! ¡Todo, todo es nuestro!
¡Y qué Porción, oh alma mía, es Cristo! Un Cristo divino, un Cristo redentor, un Cristo pleno, un Cristo compasivo, siempre presente, siempre precioso, siempre amoroso.
¡Creyente en Jesús! Aprovecha al máximo tu porción. Es absolutamente suficiente para todas tus necesidades. Posiblemente Dios te ha hecho pobre en este mundo, para que puedas ser rico en la fe y un heredero de ese reino de gloria. Espera en el Señor, espera en la adversidad, espera en la prueba, en esperanza contra esperanza, porque Dios en Cristo es tu Porción presente y eterna. «Mi porción es el Señor, dijo mi alma; por tanto, en él ESPERARÉ».
Octavius Winslow (1808-1878)