Claves para el estudio de la Palabra.
Palabra clave: destrucción · Versículo clave: 2:11.
Este libro es un aria en tono menor de la profecía, un canto fúnebre. El profeta de las lágrimas, cuya vida fue un largo martirio, se identificó por completo con las tristezas de su pueblo y la desolación de la ciudad santa, y ahora entona el lamento de un corazón quebrantado. Él ve en el ejército caldeo la vara de Dios castigando a su pueblo rebelde, pero hasta sus juicios son un llamado al arrepentimiento. Compare con Jesús llorando sobre Jerusalén (Lc. 19:41-42).
Note el arreglo artístico de este poema. Es un acróstico con una estructura simétrica muy singular. Hay cinco lamentaciones. En las primeras tres, cada estrofa es triple; en la cuarta, cada estrofa es doble.
Además de eso, en la tercera lamentación (o lamentación central), que es el clímax del poema, las tres frases de cada estrofa que comienzan con la misma letra. En la quinta lamentación, el aspecto acróstico desaparece, pero aún hay 22 estrofas, lo que corresponde en número a las letras del alfabeto hebreo.
En la primera lamentación, Sion aparece como una viuda que llora en traje de luto. En las tres lamentaciones siguientes, el profeta-poeta aparece pintando cuadros de la ruina de la capital sagrada. En la quinta, el pueblo, con cantos de lamentación, confiesa su pecado, endecha su maldición y apela a la compasión de Dios.
La ‘Gruta de Jeremías’, donde la tradición lo sitúa mirando hacia la ciudad y llorando sobre ella, se encuentra en las colinas al oeste de Jerusalén.
La visión de Jeremías de la Jerusalén en ruinas y de Babilonia exuberante, debe compararse a la visión de Juan, en la cual Babilonia aparece destruida y la Nueva Jerusalén es revelada en triunfo y belleza celestial (Ap. 18). Es preferible ser uno con Jerusalén en aflicciones que resultan en gloria, a ser uno con Babilonia en su orgullo que termina en vergüenza.
DIVISIONES:
Cinco lamentaciones, una por capítulo. La primera, segunda y cuarta, cada una dividida en dos partes iguales, y la tercera, en tres (1-18, 19-24, 43-66). Las divisiones son fácilmente detectadas por el cambio del que habla y por los pronombres personales usados.
Tomado de «Chaves para o estudo da Palabra».