Un hombre de pocas palabras. De hecho, nunca le oímos hablar de sí mismo. Algunas veces en la Biblia dice: «Los discípulos dijeron…». Quizás Mateo es uno de ellos; sin embargo, la Biblia nunca le menciona claramente diciendo alguna cosa. Entonces, la impresión es evidente: este hombre no tiene palabras, es como si nunca hubiese hablado nada. Sin embargo, cuando abre su boca, él habla la palabra de Dios. Este es su evangelio. Por sí mismo, Mateo no tiene nada que decir; sin embargo, cuando registra las palabras del Señor, su evangelio es el más extenso de los cuatro.
Algunas veces, tu computador se torna muy lento. ¿Por qué? Porque hay mucha basura que es necesario quitar. Si quieres que tu equipo sea más eficiente, debes eliminar muchas cosas. Del mismo modo, no atendemos a la Palabra, porque hablamos demasiado. Hay mucha basura en nosotros; entonces el Espíritu Santo tiene que borrar aquello. He aquí el secreto de Mateo.
Conoció el don de Dios. Su nombre original no era Mateo; éste es el nombre que le dio nuestro Señor. Mateo significa «El don de Dios». ¿Qué es el don de Dios? Un don no se adquiere por dinero; es algo dado gratuitamente.
Nadie conocía más del poder del dinero que Mateo. Con su dinero, él era capaz de comprar todo el mundo. A veces somos ricos porque trabajamos mucho; y después de mucho laborar obtenemos una ganancia. Mateo trabajaba duro. Quería ganar todo el mundo, y para hacerlo iba a emplear cualquier método. Sin embargo, el Señor le enseñó a conocer el don de Dios.
Mateo puso toda la palabra de Dios en orden. ¿Por qué? Porque se vació de sí mismo. Solamente el don de Dios, todos los días, va a pasar el borrador en nuestra memoria y eliminar la basura. Mateo aprendió la lección. Solo reconociendo el don de Dios permitiremos que el obrar de la cruz elimine todo lo que no sirve, y tendremos todo el espacio para el Señor.
El hombre de la Palabra. En el corazón de Mateo siempre está la Palabra en primer lugar. Ese es su ministerio; su énfasis está en la enseñanza y en la palabra del Señor. Al revisar su evangelio, es evidente que ésta era su carga. Tres de cada cinco palabras, es decir, el 60%, son palabras directas de nuestro Señor Jesucristo. Indudablemente, todo el libro de Mateo es la palabra de Dios, pero si deseamos conocer las palabras directas de Cristo, en el 60% de los 28 capítulos vemos que el énfasis en Mateo es la Palabra.
También descubrimos una cosa muy interesante cuando él describe el mismo hecho que otro evangelista. Por ejemplo, donde Marcos usa tres palabras, Mateo usa una sola. Se ahorra dos palabras. Él guarda espacio para la palabra de Cristo. Mateo le permite al Espíritu Santo eliminar todo lo que pertenece a él mismo. Él es un hombre sin palabras, pero cuando habla, aun cuando relata de la obra de Cristo, el Espíritu Santo le hace priorizar la Palabra.
Damos gracias a Dios por Mateo. Nos da una maravillosa lección que podemos aprender.
Christian Chen, «Entrando en las riquezas de la Palabra«.
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