Asuntos en los cuales no necesitamos pensar igual para ser hermanos y para seguir juntos.
Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”.
– Hechos 2:42.
La vida de la iglesia está descrita aquí, en estos cuatro elementos. Por lo tanto, ¿en qué cosas los santos deberíamos estar ocupados en nuestra vida de iglesia en cada localidad? En perseverar en estas cuatro cosas. El verbo ‘perseverar’ tiene que aplicarse a cada una de ellas, no sólo a la primera.
La palabra ‘perseverar’ quiere decir que estaban dedicados permanentemente a esto. La vida de la iglesia consiste en perseverar en estas cuatro cosas. No estamos aquí hablando de lo que deben hacer los ministros, sino de lo que los santos deben vivir y practicar; a qué cosas deben estar dedicados constantemente.
Todo se origina en la doctrina de los apóstoles
Ahora bien, los tres últimos elementos –la comunión, el partimiento del pan y las oraciones–, nacen del primero, que es perseverar en la doctrina de los apóstoles. Y la doctrina tiene que ver con la enseñanza en lo concerniente a la persona de Cristo.
Los hermanos perseveraban en la enseñanza concerniente a todo lo de Cristo: su persona, su obra y sus enseñanzas. Y por lo tanto, de Cristo, que es el primer elemento, surgen los otros tres. ¿Cómo no, si la comunión es la que experimentan aquellos que tienen como elemento en común al Señor Jesús? No podría haber comunión entre nosotros, si no fuese por Cristo nuestro Señor.
La Escritura dice que nosotros éramos extraños unos de otros. Y la Escritura no sólo dice que éramos extraños, sino que además éramos enemigos unos de otros.
Así que la pregunta obvia es: ¿Qué nos pasó? ¿Qué nos tiene aquí, unidos, en comunión? ¿Qué es lo que nos ha congregado? No es nuestra personalidad, no es la afinidad, no es la teología, no son ciertos ritos, formas o costumbres. Es la persona gloriosa de nuestro Señor Jesucristo. Así que la comunión unos con otros surge de la doctrina de los apóstoles.
Y el partimiento del pan también surge del primer elemento, porque el partimiento del pan, en esencia, no es otra cosa que recordar la muerte de nuestro Señor Jesucristo. ¿Y por qué destacar ese elemento de nuestro Señor, su muerte? Porque el Señor, aunque hizo muchas cosas aquí en la tierra, todas gloriosas, todas obras perfectas y extraordinarias, ninguna de esas cosas, por sí sola, es lo que nos tiene aquí. Lo que nos tiene aquí, esencialmente, es su muerte.
Si el Señor no hubiese muerto por nosotros en la cruz del Calvario, ninguna de las perfecciones de Cristo, que él manifestó durante su vida terrenal, tendría valor salvífico para nosotros. Lo tienen ahora, gracias a que Cristo murió por nosotros, y es su muerte redentora, y es el haber derramado su sangre preciosa en la cruz, lo que finalmente nos trajo salvación. Por eso, en el partimiento del pan, lo que corresponde enfatizar y destacar es su preciosa muerte; porque es su muerte lo que nos tiene aquí reunidos y en comunión.
Y finalmente, las oraciones también se desprenden del primer elemento, porque en ellas expresamos nuestra dependencia de quien nos salvó. Necesitamos a Cristo no sólo para ser salvos; lo necesitamos cada día y todos los días, para vivir vidas victoriosas. En la oración expresamos nuestra dependencia de este Señor glorioso. ¡Alabado sea el Señor!
La comunión unos con otros
Yo quiero, en esta ocasión, enfatizar un poco el segundo elemento de estos cuatro, que tiene que ver con la comunión. La comunión unos con otros, esencialmente, consiste en que nos tratemos unos a otros de la manera en que Cristo nos trata a nosotros. De esa manera, entonces, comenzamos aquí en la tierra a expresar el carácter del Señor.
Miremos algunos textos de la Escritura. Colosenses 3:13: «soportándoos unos a otros…». Noten eso. La comunión unos con otros incluye el soportarnos unos a otros. «y perdonándoos unos a otros…». ¡Qué precioso es el Señor! Él sabía que su iglesia iba en un camino de perfección, y que por lo tanto, en el intertanto que caminamos hacia la perfección, iba a ser necesario soportarnos, y hasta perdonarnos.
«…soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro». ¿Usted tiene queja de algún hermano? Bueno, ¿qué dice Pablo si alguien tiene una queja contra otro hermano? Perdónalo. ¡Qué interesante! Si yo tengo alguna queja contra algún hermano, el Señor me dice a mí que lo perdone. Porque, mire cómo sigue: «De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros».
La comunión tiene que ver con que hagamos entre nosotros lo que Cristo hizo por nosotros. Cristo nos perdonó. Cristo nos soporta. ¿Qué tenemos que hacer nosotros? Soportarnos unos a otros. Cristo nos perdona. ¿Qué debemos hacer unos con otros? Perdonarnos. ¿Usted cree que Cristo tiene alguna queja contra usted, o podría tener alguna queja? Creo que no una, sino varias. ¿Y qué hace Cristo? Te perdona. Así que, soportándonos y perdonándonos. Dos cosas.
El texto paralelo, en Efesios 4:32, tiene un pequeño matiz que conviene leerlo. Es muy parecido al que acabamos de leer.«Antes sed benignos unos con otros». Otra versión dice: «Sean bondadosos unos con otros». ¿Qué más? «misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo». ¿Notan otra vez? Como el Señor nos trata a nosotros, nosotros debemos tratarnos unos a otros.
¿Cómo nos trató el Señor? ¿Él ha sido bondadoso, ha sido benigno con nosotros, ha sido misericordioso con nosotros? ¿Nos perdona permanentemente? Bueno, eso es lo que tenemos que hacer unos con otros: Manifestar el carácter de Cristo, las virtudes del carácter de Cristo. Lo que él ha hecho con nosotros, hacemos nosotros unos con otros. Así que, «sed bondadosos … sed compasivos … perdonándoos … soportándoos», son elementos que están presentes en la comunión.
Y Romanos 15:7 dice: «Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios». Otra vez se nos muestra algo que hizo el Señor primero con nosotros, y que ahora nos pide que hagamos unos con otros. Recibirnos unos a otros. Otra versión dice: «Acéptense unos a otros, como Cristo nos aceptó a nosotros».
¿Cómo me aceptó Cristo a mí? ¿Cómo te aceptó a ti? Bueno, de la misma manera, tú tienes que aceptar a tu hermano –tal como es, tal como está. Primero, es un recibirlo en el corazón. Los hermanos no se eligen, ni son como uno quiere que sean; ellos son nuestros hermanos simplemente porque son hermanos, y yo tengo el deber de recibirlos como Cristo nos recibió.
Cristo sigue trabajando posteriormente con nosotros, día a día; pero primero nos ha recibido. ¡Qué diferente es cuando nos queremos corregir habiéndonos recibido primero, a cuando queremos corregirnos sin habernos recibido! Cuando yo sé que tú no me has recibido en tu corazón y tú me quieres corregir, es muy difícil recibir la corrección. Pero cuando está primero el amor, cuando está primero la aceptación, entonces nos podemos edificar en amor.
Los débiles en la fe
Y me quiero quedar aquí, en Romanos 14 y Romanos 15, para enfatizar algunas cosas de orden práctico, en el tema de la comunión; porque este tema de recibirnos unos a otros comienza en Romanos 14, y Pablo comienza el desarrollo de esto diciendo:«Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones» (14:1). Otra versión, en lugar de opiniones, dice: «Reciban al débil en la fe, pero no para contender sobre temas discutibles». Me parece también una buena traducción.
Reciban al débil en la fe, pero no para contender sobre cosas opinables o sobre temas discutibles. Hermanos, ¿por qué esto tiene que ver con la comunión? Porque el mayor problema que tenemos todos los que estamos aquí, para efectos de tener una comunión sana, verdadera, espiritual y genuina, es que, inevitablemente, la iglesia está formada por débiles en la fe y por fuertes en la fe.
Fíjese que aquí habla de «débiles en la fe», y en el 15:1, entre los cuales se incluye Pablo, dice: «Así que, los que somos fuertes…». Si ha hablado en el 14:1 de los débiles en la fe, ¿a qué se está refiriendo con fuertes? Él se está incluyendo en los fuertes en la fe. ¿Cuántos son fuertes en la fe? ¿Cuántos son débiles en la fe?
Hermanos, el hecho es que en cada iglesia local y en cualquier lugar del mundo, la iglesia está compuesta de débiles en la fe y fuertes en la fe. Y esto, si no lo sabemos manejar, si no lo sabemos sobrellevar, la comunión se verá amenazada. Así que el consejo de Pablo en Romanos 14 y Romanos 15 es un consejo apostólico que todos nosotros debemos atender, porque este tema es fundamental a la hora de querer practicar la comunión unos con otros.
Así que Pablo, estando consciente de que, en la iglesia en Roma y en cualquier localidad del mundo, la iglesia está compuesta de débiles en la fe y fuertes en la fe, él comienza diciendo: «Hermanos, al débil en la fe hay que recibirlo». ¿Por qué hay que recibirlo? Porque Dios lo recibió, porque Cristo lo recibió. Y como Cristo nos recibió a todos, yo estoy llamado a recibir a todos los hermanos.
«Reciban al débil en la fe, pero no para contender sobre cosas opinables o sobre temas discutibles». Este es el consejo de Pablo, y comienza a desarrollarlo. Dice: «Porque uno cree que se ha de comer de todo…». ¿Quién es ese? El fuerte en la fe. En el contexto en que Pablo escribe, ¿a qué se está refiriendo con «comer de todo»? Se está refiriendo a que incluso podemos comer la carne sacrificada a los ídolos.
Yo no sé si toda la carne que se vendía en las carnicerías en esa época era una carne que había sido ofrecida a los ídolos primeramente. Pareciera que sí, a tal punto que algunos decían: ‘Yo no como carne’, por ese hecho. Pero Pablo dice: «El fuerte en la fe, come de todo; come vegetales, come legumbres y come carne, aunque esté sacrificada a los ídolos».
Y sigamos. Dice: «Otro, que es débil –débil en la fe–, come legumbres». Para él, es pecado comer carne sacrificada a los ídolos. Pero ¿qué es un débil en la fe? Es importante aclarar esto, porque pareciera que la expresión «débil en la fe» o «fuerte en la fe» tuviera relación con tener mucha fe o tener poca fe. Como si un débil en la fe fuese uno que tiene poca fe y un fuerte en la fe, uno que tiene mucha fe. No, no tiene que ver con eso.
1ª Corintios 8:4 nos define qué es un débil en la fe. Yo estoy maravillado, hermanos, de lo fuerte en la fe que era Pablo; incluso como que, de repente, me escandaliza un poco. Ya les voy a decir por qué. 1ª Corintios 8:4 dice: «Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo…». Así que Pablo, ¿era de los que comían legumbres o comía de todo? De todo. «Un ídolo no es ninguna cosa», dice. «Así que, que la carne esté sacrificada a los ídolos, para mí, no es nada».
«…sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él». Así que Pablo está considerándose, una vez más aquí, entre los fuertes en la fe.
Pero, atención, dice el 7: «Pero no en todos hay este conocimiento», no en todos hay esta revelación de que un ídolo nada es.«…porque algunos, habituados hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina». O sea, un débil en la fe es alguien que es de conciencia débil; no que tenga poca fe, sino que tiene una conciencia débil. Ese es un débil en la fe.
«Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos. Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles» (v. 8-9). ¿De qué débiles está hablando aquí? De los débiles de conciencia, que son los que Pablo, en Romanos 14, llama débiles en la fe.
«Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano» (10-13).
¿Y qué quiere decir que un hermano es de conciencia débil? Que tiene una conciencia sensible. Podríamos comparar la conciencia con un semáforo, que cuando ella considera que algo es pecado, prende la luz roja; y cuando considera que lo que alguien está haciendo está correcto, entonces enciende la luz verde, y le confirma a esa persona que va bien.
En el caso de un hermano débil en la fe, tiene una conciencia demasiado sensible, y por cualquier cosa su conciencia enciende la luz roja, y lo acusa de que está pecando. Conciencia débil significa conciencia demasiado sensible.
En esa época, en el ejemplo que vimos en Romanos 14, Pablo pone este ejemplo de la comida, de lo sacrificado a los ídolos, pero hoy día, en el contexto actual, también hay muchas cosas en que la Escritura no se ha pronunciado explícitamente, ni define si moralmente son buenas o son malas. Y, por lo tanto, como no están consideradas explícitamente en la Biblia, el que es de conciencia débil, aunque esas cosas no están explícitamente censuradas en la Biblia, a él se le enciende la luz roja y su conciencia le dice que eso es pecado. Y, por tanto, el hermano vive restringido en gran manera, porque su conciencia sensible está permanentemente acusándolo de que eso que está haciendo está mal, aun cuando la Escritura explícitamente no censura ese tema discutible o esa cosa opinable.
Volviendo a Romanos 14, entonces, Pablo colocó un ejemplo de aquella época, el ejemplo de este hermano que, por ser débil en la fe, por tener una conciencia débil, por creer que los ídolos son algo, entonces él, si va a comer carne sacrificada a los ídolos, su conciencia se va a contaminar, lo va a acusar, y él va a considerarse que ha pecado.
Luego Pablo pone otro ejemplo en Romanos 14:5, algo que también era tema polémico en aquella época. Dice: «Uno hace diferencia entre día y día». ¿Quién es éste, el débil en la fe o el fuerte en la fe? ¿Quién es el que hace diferencia entre día y día? El débil en la fe. Nosotros decimos: ‘Los sabatistas, que nos quieren decir que el sábado es el gran día, es el día del Señor y es el día que hay que guardar’. Y nosotros, ¿qué decimos? ¿Nosotros decimos que el domingo?
«Uno hace diferencia entre día y día» – el débil en la fe. «…otro juzga iguales todos los días» – el fuerte en la fe. El fuerte en la fe no dice que el sábado es el día del Señor. Y tampoco, cuando conversa con los sabatistas, les dice: ‘No, no es el sábado; es el domingo’. No, éste juzga iguales todos los días.
Temas discutibles hoy
En nuestro contexto, hermanos, nosotros no nos andamos peleando por los días, ni tampoco andamos peleando si podemos comer legumbres o de todo. Al contrario, echamos de menos la carne; si pudiésemos, comeríamos más. Pero en nuestro contexto, nosotros, los que estamos aquí –porque la iglesia sigue estando formada por débiles en la fe y fuertes en la fe–, ¿qué cosas son temas discutibles hoy? ¿Qué cosas son cosas opinables hoy, que no están explícitamente sancionadas en la Escritura?
Yo he hecho una pequeña lista. Ténganme misericordia, porque está un poco improvisada, así que pudiera ser que de algunas de estas cosas usted diga: ‘Hermano, no deben estar en esta lista’. Pero en general, a mi modo de ver, estas cosas no están explícitamente tratadas en la Escritura:
¿Se puede beber un poco de vino? A decir verdad, esto está mencionado en la Escritura, pero lo puse en la lista, porque aquí en Chile es un tema discutible. Hay un gran porcentaje de hermanos evangélicos que postulan que no debemos beber ni un poco de alcohol. Yo fui amigo de un pastor, que estando sentado a la mesa con él, nos sirvieron un postre que traía un poco de licor. Y cuando él percibió el olor, preguntó: ‘¿Esto tiene licor, algún grado de alcohol?’, le dijeron que sí, y él no se lo sirvió.
Ahora, yo no bebo alcohol, así que no estoy haciendo una apología interesada de esto. Pero la Escritura dice, hablando de los ancianos, que ellos deberían ser ejemplos de la grey, dice que no sean dados al vino. ¿Y qué significará eso? La NVI dice que no debe emborracharse, y eso sí que está claramente sancionado en la Escritura. Ningún hijo de Dios debe emborracharse con alcohol; pero eso no es lo mismo que decir que no se pueda beber un poco de vino.
Y cuando habla de los diáconos dice que no sea amigo de mucho vino. Y estamos todos de acuerdo, ¿no es cierto? Pero en Chile es un tema discutible; no sé en otros países, no sé en otros contextos. Pero aquí es un tema polémico, así es que, aunque uno podría decir: ‘Mire, la Biblia es bastante clara al respecto; condena la borrachera, pero permite, aun en el caso de los ancianos y de los diáconos, beber un poco de vino’. Sin embargo, sigue siendo un tema opinable.
¿Se puede ir al cine? Este es un tema medio añejo, porque ahora, como el cine está en la casa, casi es una pregunta absurda. Pero, en la época de mi papá, era un tema fuertísimo. Yo no podía ir al cine; estaba estrictamente prohibido para mí. Y si yo le hubiese dicho: ‘Papá, ¿y dónde sale en la Biblia que no se puede ir al cine?’, él se habría sacado el cinturón, me habría dado dos chicotazos, y me habría dicho: ‘Ahí está’.
¿Se puede ir al estadio a ver un partido de fútbol? ¿Se puede escuchar música mundana? Es un tema discutible, ¿no? ¿Se puede bailar música mundana? Y si con su esposa un día, mientras ella está en la cocina, y justo en la radio están tocando una canción como ésta: «Hasta en sueños te he sido fiel», y usted se inspira y mientras ella cocina, usted la abraza y le dice: ‘Hasta en sueños te he sido fiel’, ¿no sería bonito?
¿Se puede poner letra cristiana a música mundana? Ahí sí que no, ¿cierto? ‘Cualquier otra cosa, pero eso no’. Sin embargo, me llegó un CD de Los Iracundos. Ellos se convirtieron al Señor. Y, ¿sabe?, ellos cantan las mismas canciones que cantaban antes; pero ahora con letras cristianas.
¿Se puede subir al púlpito sin corbata? ¿Y se puede subir con shorts? Ahí sí que no, ¿no es cierto? Está bien sin corbata, pero no con shorts. ¿Y se puede ir a reunión con shorts? En algunos ambientes cristianos, esto no sería broma.
¿Se puede consumir todo tipo de alimentos, aun los que pudieran ser nocivos para la salud? No hay ningún texto que lo diga. ‘Pero, hermano’, dirá alguien, ‘es pecado, porque usted está contaminando su cuerpo, lo está envenenando’. ¿Cierto? No obstante, ¿cuántos beben bebidas gaseosas? Hay bebidas gasesosas que contienen aspartamo y amarillo crepúsculo, que son sustancias comprobadamente cancerígenas. Y al beberlas, ¿no está usted contaminando su cuerpo? ¿No está pecando? Los que comen colesterol en exceso, los que comen azúcar o sal en exceso, también están contaminando su cuerpo.
¿Se pueden celebrar los cumpleaños? ¿Se puede practicar deporte? Hermano, mire, yo creo que la unidad de la iglesia, y la comunión, se ven afectadas por estas cosas que Pablo llama cosas opinables, temas discutibles. Creo que las divisiones no son por las cosas fundamentales, en lo cual sí tenemos que tener unidad. Pero, lo que pone en peligro la comunión y la unidad, son este tipo de cosas, temas discutibles, cosas opinables.
¿Se puede participar en política? Usted que está inscrito en los registros electorales, y va a votar, ¿acaso no está participando en política?
Un artista que se convierte al Señor, ¿puede seguir siendo artista? La hermana Luz Eliana, aquí en Chile, se convirtió al Señor y abandonó el mundo artístico, y se empezó a morir de hambre. Y entonces algunos que le aconsejaron que dejara el mundo artístico, le decían: ‘Bueno, ahora vaya por las iglesias cantando. Y ella iba por las iglesias cantando; pero con las ofrenditas, si es que le daban, no financiaba ni el arriendo de su departamento.
¿Un cristiano puede ser de tendencia política de izquierda? Si no puede ser de izquierda, ¿puede ser de tendencia política de derecha? ¿Puede un creyente aspirar a cargos políticos? ¿Es más espiritual votar por un mundano, por un no creyente?, ¿eso sería más espiritual que votar por un creyente, por un hermano?
¿Puede un creyente ser un policía, y tener que usar su arma en determinado momento?
¿Puede un varón creyente usar el pelo largo? Los que van a usar la Escritura para responder a este punto, me adelanto a leérselos yo mismo; pero no sólo voy a leer el que habla del varón, sino también el de la mujer. Dice: «La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?» (1ª Cor. 11:14). Así que ahí tenemos un texto para condenar a los que usan pelo largo. Pero, a continuación, dice el versículo siguiente: «Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello» (v. 15). Así que hermana, cuando usted vaya a usar algún versículo contra un hermano, cuidado, que no se le vuelva en contra.
¿Podemos tomar la cena del Señor con varias copas? ¿Podemos usar varios panes? Alguien va a decir: ‘Esto está en la Escritura. Dice: la copa, el pan’. Así que, cuando seamos dos mil, los hermanos que están a cargo ¿tendrán que traer un pan del porte de una rueda de carreta para cumplir así la Escritura?
¿Podemos ser donantes de órganos? Hace unos días atrás, escuché a un pastor dar una disertación de que no debemos ser donantes de órganos, y daba una serie de razones del por qué no. Pero algunos aprueban con entusiasmo.
¿Puede una hermana pintarse? ¿Puede una hermana cuidar de su estética, yendo al gimnasio, haciéndose alguna cirugía, colocarse algún implante? ¿Una hermana puede usar dispositivos intrauterinos para regular los nacimientos? A mí, en la universidad, me enseñaron que los dispositivos eran abortivos, microabortivos. ¿Se puede «piratear» la música cristiana? ¿Podemos usar software «pirata»?
El consejo de Pablo
Bueno, etcétera, etcétera, etcétera. Me impacta mucho lo que dice Pablo, cómo se resuelven estas cosas. Volvamos a Romanos 14. Pablo puso ejemplos de esa época y era bueno, yo creo, mencionar algunos de esta época. En todo caso yo no pretendo decirles qué es lo bueno y lo malo en todos estos asuntos.
¿Qué propone Pablo como solución? Dice, en Romanos 14:5: «Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente». Qué interesante es que Pablo no dijo: ‘Ustedes están equivocados, y estos otros tienen la razón’. O: ‘Tiene razón el que hace diferencia entre día y día, y está equivocado el que juzga iguales todos los días’. O: ‘Tiene razón el que come de todo, y el que come legumbres está equivocado’.
Pablo no se puso a dirimir quién estaba en lo correcto o lo incorrecto. Él dijo: ‘No. En los temas discutibles, en las cosas opinables, vamos a tener libertad, y cada uno actúe según la convicción de su corazón, y nos vamos a respetar uno al otro’.
«Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente». Porque lo importante, según el versículo 6, es: «El que hace caso del día, lo hace para el Señor». No discutamos sobre los días, no discutamos sobre la comida, no discutamos sobre una u otra cosa. Lo importante, lo que hace que algo sea espiritual es para quién lo hago. Comer o beber, o vestirse, o cualquier otra cosa, lo importante es que lo hagamos para la gloria de Dios.
«El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos» (vv. 6-8). ¡Gloria al Señor!
Pablo era un fuerte en la fe, sin duda. A mí me habría gustado tener una conversación con él, porque, por ejemplo, cuando él dice: «Todo me es lícito…», sí, yo sé lo que sigue. Yo sé lo que sigue, pero piensen un poquito en eso: «Todo me es lícito», ¿ah? ¿Cuáles son tus límites, Pablo, pues te atreves a decir que todo te es lícito?
Claro, «no todo conviene, no todo edifica … yo no me dejaré dominar de ninguna», pero se atreve a decir: «Todo me es lícito». O, cuando le escribe a Tito, le dice: «Todas las cosas son puras para los puros» (Tito 1:15). O cuando dice aquí mismo en 14:14:«Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es». Qué libre era Pablo, ¿ah?
Entonces, el apóstol dice: «En lo fundamental, tengamos unidad; pero en lo demás tengamos libertad». Cada uno tenga convicción del Señor en su corazón, y haga lo que hace, guarde lo que guarda, practique lo que practica, para la gloria de Dios.
El pecado de los fuertes y de los débiles en la fe
Entonces, hay una recomendación para los débiles en la fe, y una recomendación para los fuertes en la fe. «El que come, no menosprecie al que no come». Este es el gran pecado de los que nos creemos fuertes: menospreciar a los débiles en la fe. ‘Mire, este hermano santurrón, todo es pecado para él; no se puede vivir con un hermano así. Qué bueno sería que se cambiara de localidad’. Como dijo Pablo, por causa del hermano débil en la fe, uno tiene que restringir su libertad; la libertad del fuerte en la fe está regulada por el amor.
Pero los débiles en la fe también tienen su pecado. Dice: «…y el que no come –o sea, el débil en la fe–, no juzgue –este juzgar, la NVI lo traduce: «…no condene»–, no condene al que come; porque Dios le ha recibido». El pecado del débil en la fe es condenar al otro. ‘Mire, va al cine; mire, fue al estadio; mire, usa el pelo largo’. Y lo juzga en el sentido de condenarlo: ‘Mundano, no ha nacido de nuevo, no está convertido, es carnal’.
«¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno?» (v. 4). El otro hermano no es siervo tuyo; es siervo del Señor. «Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme».
En el versículo 10, vuelve a repetir: «Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano?». ¿A quién le está diciendo eso? Al débil en la fe.«O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano?». ¿A quién dice eso? Al fuerte en la fe. Y concluye esta primera parte diciendo: «Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo».
La verdad que nos debe regular
Si hay algo que nos tiene que regular, es saber que, un día, todos vamos a comparecer ante el tribunal de Cristo: «De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí». Usted tendrá que dar cuenta a Dios de por qué iba al cine, por qué practicaba deportes, por qué usaba el pelo largo, por qué se pintaba, por qué se cortó el pelo (en el caso de la mujer). Dará usted a Dios cuenta de sí; no a los hombres, sino al Señor.
Creo que eso es suficiente para regular todas nuestras acciones; porque aquí no vamos a establecer miedo al hombre. Lo que nos debe regular es el temor del Señor. Así que, concluyendo, Pablo está diciendo que cada uno tenga convicción del Señor con respecto a qué debe hacer sobre estos temas discutibles. Cada uno tenga convicción, cada uno tenga fe respecto a lo que debe hacer, y hágalo para el Señor, para la gloria de Dios.
En el intertanto, vamos a respetarnos. Los débiles en la fe no condenen a los fuertes en la fe, y los fuertes en la fe no menosprecien. Si no velamos por estas cosas, hermanos, yo creo que la comunión se verá estropeada en la localidad. Y la solución de Pablo, repito, no es que en esto tengamos uniformidad, ni siquiera unidad. Pablo está apelando a la diversidad y al respeto mutuo.
Cada hermano es respetable en su opinión, en su decisión, en su práctica, en estas cosas que son temas discutibles o cosas opinables. Qué bueno que no tenemos que uniformarnos. No debemos establecer una regla igual para todos. Pablo va por otro camino, el del respeto, el del amor.
Obviamente, el mayor peso lo llevan los fuertes en la fe, que están llamados a soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarse a sí mismos, porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo. Así que el ejemplo de Cristo nos impele a tener respeto y consideración por los débiles, y no herir su débil conciencia, porque de esa manera pecaríamos contra Cristo.
El Señor nos conceda gracia, madurez, sabiduría, y que estas cosas nos permitan estar atentos y vigilantes, para que la comunión crezca y se desarrolle. En algunas cosas, no necesitamos pensar igual, para ser hermanos y para seguir juntos. Gracias al Señor por eso.
(Síntesis de un mensaje impartido en Callejones, en enero de 2009).