En el comienzo de la vida cristiana, todos desean ser alguien en quien Dios se deleite, pero ¿por qué hay tantos que quedan tirados a mitad de camino?
Lectura: Marcos 4:5-6; 16-17.
El capítulo 4 de Marcos contiene muchos asuntos cruciales en relación al vivir cristiano. El objetivo de esta parábola es mostrarnos cuatro condiciones diferentes obtenidas después que los hombres reciben la Palabra de Dios. El asunto aquí es cómo la Palabra es recibida, no de ser salvo o no. Necesitamos ver hasta qué punto la Palabra de Dios tiene que operar en nosotros para que podamos avanzar realmente.
Estoy consciente de que delante de Dios todos tenemos una búsqueda espiritual y todos esperamos ser alguien en quien Dios se deleite. Entonces, ¿por qué hay tantos que fracasan a mitad de camino? Hay muchos que tienen un buen inicio, pero pocos avanzan. Un buen inicio no necesariamente termina en una buena consumación.
La tribulación por causa de la Palabra
Marcos 4:5 nos muestra que la semilla brotó. Y el brotar de la semilla indica que hay esperanza de que ella viva y que comience a crecer. La palabra aquí no es mera doctrina objetiva, sino que se transforma en vida. El receptor no sólo confirmó que recibió la palabra, sino que también le permitió crecer en él. Gracias al Señor porque nosotros tuvimos tal comienzo, donde la semilla de la palabra de la cruz germinó en nosotros. Sin embargo, el Señor nos advierte que, como muchos, tal comienzo no resultará en un buen final. Él dijo: “Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó” (Mr.4:6). Aquí está el cuadro de un hombre del cual acabamos de hablar, que tuvo un espléndido inicio pero un doloroso fin, alguien que fue obediente al principio pero desertó a medio camino. Tal persona tiene un “brotar”, seguido de un “marchitarse”. “Brotar” significa que hay vida; “marchitarse” significa que no hay más esperanzas.
¿Cuál es el motivo de este marchitar? El propio Señor da una explicación: “Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan” (Mr. 4:16-17). El Señor dice que por causa de la aflicción o la persecución, hay una caída. Esta aflicción o persecución es de un tipo específico – del tipo que proviene por causa de la palabra.
Necesitamos saber qué aflicciones y persecuciones vienen con la aceptación de cada aspecto de la palabra. Cuando un pecador recibe al Señor, es muy natural que encuentre aflicciones y persecuciones. No estoy hablando sobre este aspecto de la palabra, sino que estoy diciendo que cualquier cristiano que acepte Su palabra –cualquier palabra– está propenso a encontrar aflicciones y persecuciones como resultado directo. Su palabra jamás tuvo como propósito adornarnos, ser algo que inmediatamente podríamos transmitir a los demás. Podemos hacer esto con las palabras de los hombres, pero no con la palabra del Señor.
Nuestra aceptación real de cualquier palabra del Señor nos precipita a un proceso de tratamiento completo, hasta la muerte, hasta la eliminación en la cruz y a un estado de ser quebrado por Dios. Hasta que tal proceso haya sucedido, no podemos liberar la palabra en vida para los demás. ¿Cuántas veces usted fue realmente tocado al oír un mensaje sobre la cruz, o sobre la consagración completa, o sobre la total santificación, y pensó que había obtenido y entendido todo? Hermanos, por favor, alégrense un poco más lento, por cuanto las aflicciones y persecuciones les sobrevendrán. Vendrán para probar si ustedes realmente recibieron la palabra. Si su aceptación es genuina, ellas sólo sirven para probar; de lo contrario, su situación es meramente superficial y ustedes no serán capaces de resistir a la consecuente prueba que vendrá.
Por favor, tengan en mente que estas aflicciones y persecuciones no harán nada más que exponer su verdadera situación; ellas no arrebatarán lo que es real en ustedes. Ellas probarán si ustedes genuinamente recibieron la palabra, no hará que la rechacen. Cuando el oro es probado por el fuego, el calor no lo transforma en cobre, no cambia su naturaleza. El simple color dorado será removido por el calor, y la naturaleza del metal inferior que lo cubría aparecerá.
El sol es el operar de la cruz
Hermanos y hermanas, ¿ustedes saben a qué se refiere el sol en esta parábola? Habla del operar de la cruz, y la cruz es la expresión más poderosa del amor de Dios. Nada puede enseñarnos más que la cruz, ni hay una mejor prueba que ella. La cruz separa a todas las personas de este mundo en dos lados: victoria y derrota. La diferencia entre nosotros y los demás es la cruz; ella nos separa. Cuando nos acercamos a Él y nos regocijamos en su salvación, nos sentimos confiados de que lo seguiremos todo el camino. No obstante, por favor, recuerden que si tienen ese concepto, ustedes ya estarán engañados, porque no conocen su verdadera condición. Es por eso que Él tiene que operar hasta hacerle ver su verdadero ego. Una vez que usted se sobrestima, Dios tiene que probarlo, ya que Él no le permitirá permanecer en tinieblas para siempre. Él aplica la cruz a su vida, de tal manera que usted vea su ego.
Vendrá el día cuando usted, por fin, tendrá una disputa con Dios. Cuando confía demasiado que la voluntad de Dios es su único deseo, usted puede descubrir repentinamente que su voluntad y la del Señor se contraponen. Él quiere que vaya en una dirección, pero usted quiere ir en otra. Usted comienza a razonar, a luchar, a preguntar. Usted jamás soñó que las cosas llegarían a ser así. Hay problemas en sus negocios, en su hogar, en su escuela, en todas partes. Por eso, usted discute con Dios y le echa a Él la culpa de todo.
Déjenme decirles que su actitud hacia las cosas que están provocando sus reacciones actuales establecerán la medida de su vida espiritual en los días venideros. En otras palabras, si su vida va a ser rica o va a marchitarse depende de cómo usted trata con su controversia. Si usted vence y Dios pierde, no hay otro resultado sino el decaimiento. Todo marchitar espiritual tiene origen en nuestra victoria sobre Dios al discutir con él. Es imposible que Dios pierda y que usted tenga una rica vida espiritual. Si usted le echa la culpa a Dios y se resiste a Su orden, su derrota ya comenzó. Antes que se haga evidente, usted ya ha comenzado a marchitarse.
El solo hecho de oír un mensaje y de consagrarse a Él no es suficiente para Dios. Él no se detiene por eso. Siempre que nos proponemos no fallar, siendo un cristiano obediente que sigue al Señor en todo, Él nos prueba. El Señor no tolera que nos quedemos sin ser probados y que tengamos la apariencia de serle obedientes. Él sólo puede usar los vasos que pasaron por la prueba.
¿Por qué aquella semilla que cayó en la tierra dio fruto rápidamente? ¿Por qué se marchitó sólo con sentir un poco el ardor del sol? El Señor nos da tres razones en Marcos 4.
1. El suelo era raso
La primera razón era que el suelo era raso. Tal persona no es profunda. Rápidamente se satisface, y también con la misma rapidez se siente insatisfecha. Se preocupa con los logros y pérdidas triviales. Se regocija con mucha facilidad tanto como se entristece. Esto es estar sobre un suelo raso. Es vivir en su idiosincrasia, en sus emociones. En toda la tierra no hay cosa más superficial que la idiosincrasia y las emociones de alguien.
Todos aquellos que viven en su idiosincrasia o en sus emociones tienen un suelo raso. A las personas que más temo son aquellas que dicen sí a todo lo que digo. Aparentemente aceptan todo y escuchan atentamente, pero aún así, no guardan nada dentro de sí. Es realmente difícil tratar con aquellos cuyas emociones cambian fácilmente y que pueden ser manipulados por el tiempo, por sus sentimientos y su idiosincrasia. En cambio, los que tienen profundidad son diferentes. Ellos pueden sentir al Señor detrás de sus circunstancias. En vez de quedarse con sus emociones, les cierran la puerta y entran a conocer al Señor.
Una persona que no ve al Señor detrás de las circunstancias, sino que vive de acuerdo con esas circunstancias y sus emociones, no puede obtener nada de la palabra. Muchos cristianos se alegran cuando prosperan, pero en todo se deprimen cuando sobrevienen las tinieblas. Ellos no viven por el Señor; viven de acuerdo con las palabras de los hombres, sus propios pensamientos y el orden de las circunstancias a su alrededor. Al enfrentar pruebas, se derrumban. Caen tan rápido como llega la cruz. Tales personas no son de mucha utilidad para el Señor.
2. Sin raíz
La segunda razón de la pobreza de vida espiritual es la falta de raíz. ¿Qué es una raíz? La parte visible de un árbol es el tronco y la parte oculta es la raíz. La raíz, en la vida de un cristiano, representa su historia secreta con el Señor. A cualquiera que le falta raíz delante del Señor tiene una vida seca. A cualquiera que le falta una historia secreta, está viviendo su vida delante de los hombres. No tiene nada de especial delante del Señor y es incapaz de tomar la cruz. Hermanos y hermanas, quiero hacerles una pregunta directa: ¿Está siendo su vida vivida delante de los hombres? ¿Tiene usted una vida secreta en su recámara delante del Señor? Además de nuestro testimonio público, lectura bíblica y oraciones, ¿qué más hizo usted en secreto?
Si usted no tiene nada en secreto, le falta raíz. No se admire que al venir la cruz, usted sea incapaz de soportarla. No es otro el motivo sino la falta de esa tan crucial vida secreta. Nada puede preservarnos más que nuestra vida secreta. Cuando usted ve que un hermano tropieza, sabe en seguida que no hace mucho tiempo él perdió aquella vida secreta. Eso es porque nuestra vida espiritual depende de nuestra vida secreta delante de Dios.
3. Suelo pedregoso
Los que tienen suelo raso, no es que no estén dispuestos a profundizar sus raíces en el suelo, sino que hay piedras abajo que les impiden crecer. En la superficie, el suelo se parece con los demás, pero debajo de tal persona están el pecado y el ego escondidos. Él actúa, exteriormente, como los demás. Todo lo que los demás cristianos escuchan y hablan, él lo hace igual, pero en lo oculto de su ser hay una gran piedra impidiendo que la raíz se haga más profunda. ¿Qué es la “piedra”? La piedra tiene muchos significados en la Biblia, pero ahora voy a mencionar sólo uno; es el corazón endurecido. Si usted quiere ser espiritual, no endurezca su corazón.
Hoy día hay muchos cristianos cuyas opiniones jamás fueron contrariadas y que nunca fueron quebrados delante del Señor. Con respecto a la voluntad de Dios, ellos tienen mucho que decir y muchas disculpas y opiniones que dar. Su sabiduría aún no ha llegado al fin; su voluntad aún no fue derrotada; aún tienen sus propios planes y propósitos. En ellos hay muchas piedras.
Hermanos y hermanas, déjenme decirles con franqueza que ninguna persona avanzará espiritualmente a no ser que permita que Dios la quiebre. Por eso, la cruz es la fuente de nuestro progreso. Si Dios no lo ha quebrado, usted jamás será útil. Él necesita reducir las piedras de su interior en pedazos antes de que pueda obtener alguna profundidad. Solamente un tipo de persona puede continuar en profundizar, es decir, aquellos que son débiles como niños y que tiemblan a Su palabra. Ah, muchos hoy titubean un poco en relación a la orden de Dios antes de proseguir. Suponen que las órdenes de Dios deben ser examinadas y seleccionadas. Gracias a Dios, hay muchos otros que le obedecen con simplicidad. A ellos sólo les interesa quién da la orden y obedecen sin preocuparse por qué la orden es dada. Hermanos y hermanas, un corazón desobediente es una piedra. Que Dios nos ilumine de tal manera que nos haga ver cuán grande es esa piedra en nosotros.
La piedra no sólo es su “ego”; también es su pecado oculto. En su vida puede haber un pecado del cual usted no desiste porque el precio es demasiado alto. Usted jamás tendrá riqueza espiritual si continúa así. Tarde o temprano usted verá su superficialidad. Por eso, necesita tratar totalmente cualquier pecado, incluso los ocultos.
Hermanos y hermanas, ¿a cuántas cosas suyas Dios ya apuntó con Su dedo? ¿O ustedes están tratando de escapar de él? Tal vez ustedes están teniendo una contienda con él y no quieren rendirse. Usted jamás recibirá fuerza espiritual si insiste en mantener aquel ego obstinado, aquella opinión: “Yo no”. ¡Gracias a Dios! Aunque cada uno de nosotros tiene un corazón endurecido, el Señor puede cambiarnos.
Condensado de Doce cestas llenas, Tomo I.