Claves para el estudio de la Palabra.
Palabra clave: Doctrina / Versículo clave: 1a Tim. 3:9; 2a Tim. 1:13
Las epístolas a Timoteo, así como la de Tito, son llamadas pastorales, porque son dirigidas a hermanos encargados del rebaño. El objetivo de estas dos epístolas es dejar un legado apostólico de advertencias y consejos para la orientación y el aliento de la iglesia. Con Timoteo, su hijo en la fe, Pablo mantiene un relacionamiento peculiar, y en estas cartas él destaca la necesidad de la sana doctrina .
En esta ocasión, el error atacado en particular es la herejía agnóstica, resaltando seis características de esta falsa doctrina:
- El alegato de un conocimiento o iluminación superior.
- Una teoría religiosa falsa con especulaciones estériles y sin provecho.
- Una práctica desordenada, cauterizando la conciencia como con un hierro ardiente.
- Una interpretación alegórica de las Escrituras, invalidando la resurrección.
- Una mera forma de religiosidad, en la cual las palabras ocupan el lugar de las obras.
- Una concesión mutua entre Dios y Mamón, reduciendo la santidad a una cuestión de ganancia mundana. Y, sobre todo, la apariencia de una santidad superior, permitiendo pecados flagrantes mediante la afirmación de un motivo puro.
Es enfatizada la culpa moral de la herejía, y también la necesidad de apartarse de las vanas especulaciones, que sustituyen hechos por fábulas, y obras santas por contiendas de palabras. La doctrina es uniformemente asociada con la salud espiritual y una vida cristiana activa.
Estas epístolas están asociadas con el encarcelamiento de Pablo en Roma. Él vivió dos años en una casa alquilada, hasta la primavera del año 63 d.C. En julio del 64, hubo siete días de fuego en Roma, destruyendo diez de los catorce sectores de la capital. Nerón, para desviar las sospechas de sí mismo, culpó a los cristianos por el incendio.
Pablo permaneció preso por dos años y, después de ser liberado, viajó probablemente a España e Inglaterra. Luego, fue arrestado por segunda vez, y tratado con mayor severidad, dándose inicio así a una gran persecución.
Durante este periodo en prisión, Pablo escribió la segunda epístola, que fue también la última, siendo martirizado poco tiempo antes de la muerte de Nerón, en junio de 68 d.C. Pablo, al igual que su Maestro, soportó el peso de la soledad y la conciencia de la proximidad del martirio. Sin embargo, como Cristo, se olvidó de sí mismo y amonestó a Timoteo a utilizar con diligencia el don de Dios.
Él anticipó la apostasía venidera y los falsos maestros; sin embargo, alentó a Timoteo con cuatro grandes motivos: la veracidad y exactitud de la sana doctrina; el testimonio mutuo de Cristo y de las Escrituras; la aprobación del Maestro, y la manifestación venidera de Cristo y el día de la recompensa.