Pasó como un silbido suave y limpio
en toda la asamblea redimida,
saltó de Rucacura al universo
el habla mapudungun de Sofía.
Salió la ungida voz de nuestra hermana,
como una nube se extendió el sonido
en la escogida multitud de santos,
diciendo esta palabra revelada:
“Si carne es vieja y arrugado el cuerpo,
en el espíritu, la vida es nueva”.
La boca de Sofía Huenteñanco
habló del corazón a los creyentes.
Del óleo celestial hasta lo sumo
dejó el olor de Cristo en el ambiente.
Así la aurora se encarnó en la iglesia,
y en la materna lengua de su raza,
Dios trajo a los confines de la tierra
el goce del falerno de Su gracia.
En esta latitud de Araucanía
de Cristo quedó claro el testimonio.
Como el silbido de una caña, dijo
el nombre poderoso de su Amado,
el día en que la iglesia hace memoria
de Aquel que en una sola ofrenda incluye
a “huincas” y mapuches en su mesa.
¡Pasó como un silbido en la asamblea,
saltó de Rucacura al universo,
el habla mapudungun de Sofía!
Este poema brotó de un testimonio de la hermana Sofía Huenteñanco, de la etnia mapuche, en el campamento Rucacura 2000, en una oración espontánea que bendijo a todos los allí presentes.