¿Cómo fueron los hogares de los grandes hombres y mujeres de Dios del pasado?
D. Kenaston
Durante las primeras décadas del siglo XVIII, Inglaterra estaba muy abatida espiritualmente. De hecho, estaba en uno de sus épocas más bajas. Pecado del tipo más feo abundaba en cada nivel de la sociedad, y parecía que no había esperanza que la Iglesia pudiera despertar y detener su descenso hacia la iniquidad. Sin embargo, igual como Dios proveyó a Ana en los días de Israel, así hubo una «señora elegida» en Epworth, Inglaterra, llamada Susana Wesley, quien se preocupó por sus hijos. Sin saberlo ella, Dios le guió a criar a un profeta y a un salmista, los que juntos despertarían a la nación, y además, al mundo entero.
Eso sucedió hace trescientos años y todavía sus voces se oyen en el cristianismo del siglo XXI. ¿Qué predicador no ha usado un dicho o un ejemplo de la vida de John Wesley? ¿Qué asamblea de cristianos no ha cantado uno de los himnos de Charles? El impacto de las vidas de estos dos hombres es inconmensurable. Es claro que Dios en su previo conocimiento iba guiando y velando sobre el entrenamiento de ellos. En este estudio se quiere indagar sobre la vida hogareña de Samuel y Susana Wesley, padres de John y Charles.
Estudiando las genealogías de las dos ascendencias, de John y Charles, encontramos un carácter noble en las dos. Ambos linajes tuvieron personas que trabajaron en la obra de Dios, en la Inglaterra de aquellos tiempos. Y cada generación siguiente fue impactada por esto. Las controversias acerca de las prácticas de la «alta» iglesia, la no-conformidad y el estado espantoso de la iglesia en general fueron candentes. En el comedor tuvieron extensas charlas acerca de esos temas. Al morir, el abuelo de Samuel estaba muy triste a causa de las persecuciones que él y otras personas de su familia habían sufrido. Un tío de Samuel, llamado John, fue cazado como un zorro, fue echado a la cárcel varias veces y al fin murió de una enfermedad que las mismas persecuciones le provocaron— a los 34 años de edad. Se dijo que John, el hijo de Samuel, fue imagen de John, el tío de su padre, por su fogoso celo y energía.
En el linaje del lado de la madre, encontramos el mismo caso. El padre de Susana, el Sr. Annesley, fue muy conocido como predicador puritano. Sirvió en varias iglesias anglicanas hasta que las controversias acerca de la no-conformidad se levantaron. Luego, se retiró de la iglesia-estado y se hizo puritano. Esto le costó mucho y tuvo que luchar constantemente durante sus 30 años siguientes. Muchos consideraron a este hombre igual al apóstol Pablo, y su forma de vida muestra claramente que era un puritano de mucha influencia. Por todo esto, los padres de John y Charles heredaron una gran carga acerca del avivamiento. La misma carga fue heredada a los hijos. Y, una vez entendido que Dios quería un avivamiento y una reforma en la iglesia, John y Charles se pusieron a la obra de todo corazón.
El padre de John y Charles
Samuel Wesley fue predicador en el pueblecito de Epworth, en la iglesia anglicana. Anteriormente había vivido en diferentes lugares; pero, en Epworth fue donde John y Charles se criaron. Samuel fue un hombre de disciplina y celo, regularmente estuvo bien firme en sus propias opiniones. Esta situación le provocó persecuciones y problemas que bien pudieron ser evitados, si se hubiera conducido con humildad. Con todo, las persecuciones que sufrió la familia prepararon a los hijos para las mismas, pues las habrían de sufrir en el futuro. Y el ejemplo paciente de su padre en los sufrimientos fortaleció a los hijos también.
Un rasgo que él y su esposa tenían en común fue la tenacidad en cuanto a no echar por tierra sus convicciones; y parece ser que los hijos heredaron lo mismo. Los dos valoraron el orden en su forma de vida; y así mismo fueron conocidos los hijos, por sus vidas ordenadas. Estudiando el hogar de los Wesley, se nota que la tenacidad de los padres a veces les causó problemas, pues cualquier pareja dogmática que viva junta tendrá diferencias entre sí. Pero, a pesar de esto, no desistiendo en nada, la madre se dio a la tarea de criar a sus hijos y a manejar la casa de Samuel.
Samuel fue autor y pastor, y a causa de las frecuentes visitas que hacía, estuvo muy ocupado. Siendo de naturaleza compasiva, se dio a conocer por sus numerosas visitas a las cárceles. Pagó los costos de su educación universitaria, viviendo felizmente en la pobreza a razón de esto.
También fue poeta; escribió poesía y prosa en el transcurso de su vida. Ninguna de sus obras perduró, pero algunos de sus hijos recibieron el mismo don; y Charles sobresalió en éste, escribiendo miles de canciones. Sin duda, el talento de Charles fue inspirado al ver a su papá trabajando hora tras hora en sus propias obras. ¡Oh, la sabiduría de Dios es inescrutable!
Parece ser que Samuel tuvo sueños y visiones que quería llevar a cabo, pero no pudo realizarlos. Concibió el plan de mandar misioneros a China, India y a todos los territorios británicos, ofreciendo que él y su familia se irían para guiar la obra.
Quizás debe considerarse a Samuel como un profeta en cierto sentido. En sus últimos días profetizó acerca del surgimiento de un avivamiento, diciéndoles a sus hijos: «Ustedes lo verán, pero yo no».
Para concluir, debo añadir lo siguiente: Samuel no era un padre de primera clase. Sin embargo, su hogar fue conocido por doquier como uno de los más piadosos de su tiempo. Sin duda que él ayudó a tal reputación.
La madre de John y Charles
Susana se crió en un ambiente piadoso. Su papá, por ser muy usado por Dios, les trajo muchas bendiciones a sus hijos. Según los registros, el hogar Annesley tuvo 22 hijos. Los tiempos fueron serios, y Susana maduró temprano, escuchando conversaciones sobre asuntos espirituales.
Fue una apasionada estudiante, y aprendió griego, latín y francés cuando aún era joven. Sus libros de estudio fueron la Biblia, la teología y los escritos de la iglesia primitiva. A causa de los tempestuosos tiempos en que creció, luchaba en sí misma con profundos asuntos espirituales, mientras que muchas de sus compañeras jugaban con muñecas. Sin duda, Susana fue una muchacha distinguida – devota, pensativa y llena de virtudes cristianas. Muchos historiadores la llaman ‘la madre del metodismo’ debido a sus definidos métodos en cuanto a la crianza de los niños.
‘La balanza’ describe bien su carácter— una mezcla de benignidad, disciplina, sobriedad y gozo. Consagró una hora cada mañana y tarde para estar a solas con Dios, orando y meditando.
Como madre, le dio 18 hijos a su marido, Samuel. De ellos, ocho murieron pequeños. Es difícil imaginarse la agonía de enterrar a ocho preciosos pequeñitos.
Los métodos de Susana
Hay muchas biografías acerca del hogar de los Wesley. En su mayoría, ellas pintan la vida hogareña de Samuel y Susana como casi perfecta. Pero las biografías pueden ser incompletas, especialmente si se refieren a alguien tan conocido como John Wesley.
La prueba del hogar Wesley son los beneficios que el mundo recibió por medio de John y Charles. Resulta patente que hubo algo en su niñez que les ayudó. Todos los registros demuestran que Susana era la figura prominente en la crianza de los hijos en el hogar de los Wesley. Su educación, dones de organización y firme personalidad, junto con el hecho de que Samuel era un hombre muy ocupado en otras cosas, pusieron a Susana al frente de las cosas hogareñas. Fue una mujer que derramó su vida en la crianza de sus hijos, con un firme propósito. Veamos cómo este propósito se manifestó en métodos prácticos sobre la crianza de los hijos.
Una vida ordenada y programada
Susana razonó sobre el provecho que tiene una vida disciplinada. Por esto, poco tiempo después de nacer, cada hijo empezó un bien sistematizado programa de crianza. Había un tiempo para dormir, un tiempo para comer, un tiempo para despertar, etc. Se esforzaba para desarrollar tales hábitos en la vida y memoria de cada hijo. Se aplicó esto aun hasta para los tiempos de descanso de un bebecito. Ella dedicó tal esfuerzo en esto que el bebé se dormía a la hora deseada: sin llorar o pelear. Igualmente, se aplicó este principio al tiempo para alimentar al bebé.
Tales disciplinas fueron empleadas para poder tener más orden hasta en el tiempo ocupado en los quehaceres del hogar. Ella pensaba que era necesario que cada hijo estuviera en su lugar. Todo fue puntual: las oraciones, el desayuno, la escuela, tiempos de quietud, el descansar, el culto familiar, etc.; todo según el reloj. Claro, había tiempos cuando las providencias trastornaban todo, pero siempre volvió a su familia al orden. La estabilidad y seguridad que este principio produce en la vida y desarrollo de un niño son tremendas. Susana prosiguió estas metas sin desviarse, porque vio la sabiduría escondida y los efectos provechosos que tendrían para sus hijos.
* Guió los apetitos de los hijos.
Susana sabía que si un hijo no aprendía a controlar sus apetitos, los mismos lo controlarían a él, posiblemente para el resto de su vida. Por esta razón, hizo estrictas reglas en cuanto al comer. Asimismo, entrenó a sus hijos a comer comidas que no les gustaban y a tomar bebidas de mal sabor. El tomar medicina tenía dos razones – ayudar a la salud del niño, y a enseñarles a soportar lo indeseable. No permitió comer entre los tiempos establecidos para las comidas, pues consideraba esto como mal hábito. Sí, comieron dulces, pero tales cosas como esas, consideradas lujo, fueron vigiladas cuidadosamente.
* El hogar se mantuvo quieto.
Los hijos no deben controlar el ambiente de un hogar. Hay tantos quehaceres que cumplir diariamente, y para el provecho de todos, que el hogar tiene que estar calmado y quieto. Susana creyó y puso esto en práctica, entendiendo los beneficios que cada hijo ganaría si la misma cualidad se llegara a poner en práctica en ellos.
Hay un refrán que dice: «Siempre hablando, nunca aprendiendo.» A la edad de un año, los hijos de los Wesley habían aprendido a llorar quietamente. Lo mismo fue enseñado usando medidas positivas y negativas. Así, la casa no tuvo mucha bulla de un niño llorón; algunas personas dieron testimonio que era un hogar donde no se sabía si había niños en casa, a causa del ambiente calmado. De igual modo, los niños fueron enseñados a estar quietos durante las oraciones familiares, y así dar una señal de bendición al final de éstas, en vez de estar hablando.
* «Hay que conquistar la voluntad del niño».
Éstas eran las palabras de Susana y están colmadas de poderosa sabiduría. Ella también dijo: «Me esfuerzo por capturar la voluntad de un hijo desde su temprana edad y trato de cuidarla hasta que el niño la entregue a Dios. Este es el único, fuerte y razonable cimiento de una educación, sin la cual, ni precepto ni ejemplo tendrá efectos.»
La voluntad del hombre es el centro de su vida religiosa. Si no la rinde a sus padres, le será mucho más difícil rendirla a Dios, y, todo entrenamiento en cuanto a la vida doméstica y a la vida espiritual será frustrado. Entonces, este principio es de suma importancia; hay que adquirirlo lo antes posible. Una relación amorosa, junto a la apropiada aplicación de la vara y la persistencia, te dará los deseados resultados en tu propio hogar.
* Una escuela bien ordenada en el hogar
Así describió Susana su método sobre el educar a los hijos. Durante veinte años invirtió seis horas diarias a esta tarea santa. En sus últimos años, escribió a su hijo John sobre la intención de enseñar en el hogar, en términos bien definidos: «Hay muy pocas personas que dedicarían los mejores veinte años de su vida para salvar las almas de sus hijos.» Por medio de estas palabras y por la manera en que dirigió la escuela, podemos saber que formuló más que una mera educación académica.
Por medio de su influencia, cada hijo recibió pasión por aprender y vivir en justicia. El tiempo de la escuela empezaba y terminaba cada día con cantos, y cada hijo aprendió a leer con la Biblia como único libro de texto. A las cinco de la tarde, Susana dividía la familia en pares, un hijo que podía leer con otro que no podía. Luego, se leía el Salmo del día y un capítulo del Nuevo Testamento. Además, Susana escribió tres libros para ocuparlos en su escuela: A Manual of Natural Theory (Un manual de teoría natural), An Exposition of the Apostles’ Creed (Una explicación del credo apostólico) y An Exposition of the Ten Commandments (Una explicación de los diez mandamientos).
Cada tarde escogió a uno de sus hijos e invirtió tiempo charlando con él sobre temas espirituales. Hermanos: este es el supremo secreto del por qué del fruto de John y Charles. ¡Qué ejemplo de una madre dedicada! Se negó a sí misma de una vida social «normal» para invertirla en la crianza de sus hijos. Diez de los 18 hijos sobrevivieron hasta ser adultos, y todos ellos se entregaron al Señor. Y, al momento de sus muertes, todos estaban «en el Señor». Hay mucho que aprovechar en todo esto.
Es verdad que Susana tenía unas empleadas para ayudarla en la casa, pero recordemos que ellos vivieron antes de la invención de las comodidades modernas.
Moldear un carácter piadoso
Edificar el carácter (la fuerza moral y ética), fue una de las razones de la enseñanza en el hogar. Cada hijo necesita fe que produzca obras prácticas. Observando este hogar, se hace patente que Susana planeaba y llevaba a cabo muchas actividades que edificarían tal virtud en la vida de sus hijos.
¿Cuáles fueron las herramientas que ocupaba para realizar esto? Bueno, la respuesta es fácil. Como vivían en un pueblecito con cultivos alrededor, había muchos quehaceres. Cuidar los animales, ordeñar las vacas, sembrar las huertas y otros trabajos semejantes proveían buenas oportunidades para enseñar a los hijos sobre el carácter. La constante pobreza del hogar igualmente proveyó muchas ocasiones para entrenarlos. En cuanto a la moralidad, a los niños se les enseñó que la mentira es un vicio, y debemos cuidar nuestros compromisos. Susana enseñó a sus hijos que no recibirían castigo con la vara si confesaban sus errores a tiempo.
Se ha descrito ya la vida ordenada del hogar. Sin embargo, vale la pena mirarla otra vez en cuanto al carácter. La repetición de buenas acciones crea buenos hábitos. Así, tener tales acciones programadas en buen orden, diariamente, es de tremenda ayuda. Según el libro de Eclesiastés (capítulo 3), todo tiene su tiempo. En una vida hogareña bien ordenada, hay tiempo para que cada hijo lea la Biblia, limpie su cuarto, ordeñe la vaca, etc. Así, un niño crecerá cumpliendo tales quehaceres, sin pensar que lo mismo es anormal. ¿Ves el valor de esto?
Un ambiente de amor en el hogar
Todo lo dicho anteriormente puede parecer como algo grave y difícil, si lo miramos como un solo evento. Pero hay que considerar el lubricante que hace que toda esta maquinaría corra bien: el amor. Este amor es el amor «ágape», el amor sacrificado, y en el hogar de los Wesley el mismo prevaleció como el primer espíritu.
Susana fue una madre muy afectuosa. No era como un sargento del ejército, que demanda la obediencia sin amor. Muchas personas de su tiempo testificaron que su hogar era el más cariñoso de todos. De hecho, los niños de Susana, al ver los sacrificios de ella, casi la hacían un ídolo.
La disciplina mezclada con el amor, creó un vínculo entre la madre y los hijos que fue muy hermoso de ver. El carácter benévolo y amable, mezclado con las muchas horas que les invirtió, hizo que los corazones de los hijos estuvieran llenos de honor y respeto para ella.
Susana permitió tiempos para que los hijos pudieran jugar, sonreír y hacer bulla, como es normal para los niños. Y esto es de igual importancia en los demás puntos de un hogar, porque no se puede tener sólo la estricta disciplina, sin el amor. Tienen que fluir del uno al otro, y volverse otra vez. Esto se llama «balance».
El fruto de Susana Wesley
Según muchos historiadores, «Susana Wesley es la madre de la iglesia metodista». Empezando la búsqueda de materiales para este estudio, hallamos una y otra vez tales palabras, que parecen exageradas. Pero tras invertir muchas horas estudiando a esta mujer extraordinaria, vemos que hay abundante verdad en ellas.
¿Por qué? Porque si se estudia el movimiento metodista, se aclara que ella tuvo varias características que hicieron que el mismo movimiento tuviera una fuerza potente en Inglaterra y Norteamérica. He aquí algunas de esas características:
* Una vida personal santificada
* Una vida personal con devocionales
* Odio al pecado y a la injusticia
* Una vida ordenada
* Un avivamiento en las disciplina cristianas (oración, ayuno, etc.)
Bien se puede aumentar la lista con varios puntos más, pero estos bastan para este objetivo, que es el mismo objetivo al que hacen referencia los historiadores acerca de Susana. Observando la lista, vemos el objetivo: los puntos anotados son los mismos que Susana ocupaba en la enseñanza de sus hijos. Los primeros metodistas recibieron este nombre de parte de sus críticos, al pensar que había muchos métodos en la forma de vida de John, Charles y sus compañeros. Así fue como los llamaron metodistas, burlándose de ellos. Pero John y Charles simplemente pusieron en obra los principios que recibieron de su mamá en el hogar, y se los enseñaron a sus seguidores.
Entonces, leyendo todo esto, ¿qué piensas tú? ¿Fue Susana una madre que pasó sus días enseñando a sus hijos algo que no valdría la pena? Por supuesto, la respuesta es ‘No’. Ella fue guiada por Dios a criar una familia piadosa, en un tiempo de mucha impiedad. Dios la usó para que formara dos vasijas escogidas, preparadas para el uso del Maestro. Ella se entregó en las manos de Dios y sacrificó veinte años en el entrenar, castigar, leer, orar y amar.
Los resultados todavía se muestran por todos lados, y en muchos lugares la voz de ella y de sus hijos se escucha – aún hoy día.
http://www.elcristianismoprimitivo.com (Adaptado y publicado con autorización).