Una visión bíblica acerca del romance, noviazgo y matrimonio.
Tú, como joven, ¿tienes un sueño? ¿Cuál es tu sueño? Nuestro sueño tiene que ser el sueño del Señor para nosotros. Nuestro sueño se va con la mañana, pero teniendo al Señor, aunque nosotros lloremos toda una noche, la alegría vendrá por la mañana. Necesitamos entregar completamente nuestros sueños a Dios.
El sueño de casarse
Tú tienes el sueño de casarte. Dice un escritor que todas las mujeres tienen vocación para casarse. Ellas nacieron con ese don. No sé si todos los hombres nacieron con ese don. Sólo existe uno en la Biblia que es una excepción: el apóstol Pablo. Él dijo: «Quisiera que todos los hombres fuesen como yo». ¿A usted le gustaría oír ese mensaje del apóstol Pablo? ¿Usted quiere hacer esa elección? ¿Quedarse como él, dedicarse por completo a servir al Señor, sólo a la obra del Señor? Yo conocí una hermana acá, cerca de esta región, que hizo esa entrega. Para mí fue una sorpresa. ¿Qué tal las jóvenes? ¿Tomarían esa opción?
Pero también existe una palabra del Señor que dice: «No es bueno que el hombre esté solo». ¿Quién fue el primero en preocuparse del matrimonio? ¿Fue Adán o fue el Señor? ¡Fue el Señor! Entonces, ¿por qué te preocupas? ¿Por qué no entregas ese sueño al Señor? Si tú entregas ese sueño al Señor, él te va a entregar lo mejor que tiene en su corazón.
Un joven se me acercó y me dijo: «Yo me quiero casar con fulana de tal». Yo le dije: «Si tú te casas con tal persona, y no fuera la voluntad del Señor, vas a enterrar tu ministerio, y nunca más vas a poder servir al Señor. Si ella no te acompaña, si no desea hacer la voluntad del Señor, vas a tener un gran perjuicio». Él me dijo: «No, yo la amo, y asumo todas las consecuencias». De hecho, su matrimonio fue un desastre. Cuando él era soltero, ministraba en la iglesia, compartía la palabra; y después que se casó, se apartó del Señor.
Nosotros necesitamos entregar todos nuestros caminos al Señor. El Señor tiene un camino excelente para nosotros. Porque si tú sigues tu propio camino, puedes ser impedido en tu carrera cristiana, puedes tener un gran perjuicio en el propósito de Dios para tu vida. Si tú escoges, ciertamente tu elección será errada. Ninguno de nosotros tiene la capacidad de escoger. Sólo el Señor tiene la capacidad de hacerlo. Es por eso que yo enseño a los jóvenes en Curitiba, que primero viene el noviazgo, luego el matrimonio y después el enamoramiento. Después que tú te cases, te vas a enamorar bastante. ¿Aceptan esa propuesta? Esa es la mejor propuesta de Dios. Porque cuando tú te relacionas en el matrimonio, el matrimonio está cubierto por la mano del Señor, por la bendición del Señor.
Existe un capítulo en la Biblia, en Levítico, que dice que no se debe ver la desnudez de otra persona. La única posición en la que se ve la desnudez es una posición bendecida: el matrimonio. Es la única posición en la que el Señor es participante y se alegra en la desnudez de dos personas – de un hombre y una mujer. Porque el Señor instituyó el matrimonio. El Señor ha derramado todo su amor en el matrimonio. Tanto, que dicen las Escrituras que, cuando un hombre y una mujer se unen en matrimonio, el Señor es testigo de ese matrimonio. Eso está escrito en el libro de Malaquías. Ustedes lo pueden revisar allí. Él es el testigo. Pero en el matrimonio que es según su voluntad, él no sólo es el testigo, él es participante. Porque fue él quien escogió. ¿Usted quiere que el Señor sea participante de su matrimonio?
A los solteros yo les hago un desafío: Entreguen su camino al Señor, y sólo sirvan al Señor. Ustedes no necesitan enamorar a alguien. ¿Por qué? Porque ustedes están en la comunión del cuerpo de Cristo. Y en la comunión del cuerpo de Cristo, dice la Biblia, estamos en la luz. En la luz nos conocemos unos a otros. No necesitamos tener una relación física para conocernos. Nosotros tenemos la relación del cuerpo de Cristo. Necesitamos la relación entre las familias. Dios dio a los padres para bendición del matrimonio. También los padres tienen que acompañar esta relación.
En Jueces capítulo 2:10-11 dice: «Y toda aquella generación también fue reunida a sus padres. Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel. Después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales». Ustedes necesitan ser una generación que conozca al Señor. Si no, ¿qué será de la generación siguiente en la iglesia?
¿Percibiste ya que esa generación nueva eres tú, y que necesitas conocer al Señor? Tú necesitas permitir al Señor que te guíe. Dice la historia que cuando Watchman Nee tenía 18 años, ya tenía 3.000 libros cristianos en su biblioteca. Y nosotros podemos ver cuán fructífero fue él. Él mismo dio un testimonio que un gran impedimento en su vida fue una pasión que él tenía por una joven. El Señor precisaba conquistar su corazón. Y el Señor luchó con él en cuanto a ese sentimiento, hasta que un día Nee se entregó totalmente. Entonces su ministerio fue cada vez más fructífero. Ese fue un gran impedimento para desarrollar su ministerio.
Ayuda en el ministerio
Cuando descansamos en cuanto a eso, el Señor cuida de nosotros. Mi esposa se casó la primera vez, y quedó viuda al morir su marido en un accidente. Ella quedó con dos hijos. Ella hizo una oración al Señor, si Él quisiese darle de nuevo un marido. Ella hizo una única oración y descansó. Teniendo dos hijos, sería casi imposible casarse de nuevo. Entonces el Señor me convirtió a mí, y me hizo casar con ella. Cuando yo la conocí, ella estaba haciendo aseo en la casa. Ella ni siquiera estaba con sus ojos o sus labios pintados. Estaba totalmente desarreglada. Yo no me imaginé que ella habría de ser mi esposa.
Pero yo no podría haberme casado con la persona más idónea. Toda la bendición que he recibido en mi ministerio es por causa de la gran ayudadora que tengo a mi lado. Con ella yo aprendí a repartir, a servir; he aprendido muchas otras cosas, como la compasión, la misericordia. Ella me complementa. Yo soy cerrado; no soy muy conversador, pero ella conversa bastante. Ella habla bastante con las personas, pero tiene una gran dificultad para evangelizar. Ella habla, atrae a las personas, y después yo les hablo de Cristo. Así nos complementamos en el ministerio.
El hermano Bob Mumford decía que la mujer es el 50% del ministerio. Si tú te casas equivocadamente vas a tener un ministerio de medio cuerpo. Tú necesitas de la persona correcta. Por eso, cuando Isaac recibió a su esposa, ¿qué hacía Isaac? ¿Estaba desesperado diciendo: «Yo estoy necesitando de una mujer»? ¿Era así como estaba Isaac? Él estaba orando cuando Rebeca llegó. El Espíritu Santo, tipificado en la persona de Eliezer, se preocupó de todo. Buscó la novia, la adornó, y la trajo a Isaac. Él estaba descansado. Cuando miramos la Biblia vemos que Isaac era una persona muy tranquila. No se preocupaba por nada. Él se preocupaba en servir al Señor. Tanto, que cuando Rebeca se le acerca, él venía de la oración. Entonces, la mejor persona para casarse es aquella que está en la presencia de Dios.
Eliezer pidió una señal: «Aquella mujer que me diere de beber a mí –primero– y a mis camellos, esa habrá de ser la mujer para el hijo de mi señor». ¿Cómo son las jóvenes de Chile? ¿Son como Rebeca? ¿Cuántos litros de agua bebe un camello? Eliezer tenía diez camellos. ¡Esta es una mujer buena para casarse! ¡Una mujer que sirve! La madre no necesitaba mandarla a buscar agua. Ella tenía percepción del servicio. Ella estaba preparada para el matrimonio. Ella no necesitaba salir en busca de un enamorado. Ella necesitaba estar sirviendo en la presencia de Dios.
Cuando Dios quisiere una novia para un varón según su corazón, él va a buscar la mujer que está mirando. Es Dios quien tiene que enamorar a la mujer. Y cuando Dios enamora a una mujer, ella satisface todo el deseo de su corazón. ¿Tú puedes confiar en el Señor? Los jóvenes, ¿pueden confiar en el Señor?
Los riesgos de los romances
Un romance representa un riesgo. Un hermano contó una parábola de una joven que tiene muchos enamorados, que después de un tiempo rompe con uno y se relaciona con otro, y otro. Esta joven es como una polera nueva que está en una tienda, nueva. Y llega un joven, delgado, se pone la polera, pero no le gusta. Entonces la devuelve. Luego llega otro, un poquito más gordo, y se la pone. Pero tampoco le gusta, y también la devuelve. Después llega otro aún más gordo. Se pone la polera, no le gusta, y la devuelve. ¿Qué sucede con esa polera? Usted la verá en la puerta de la tienda, con el letrero de «Oferta». Baja calidad; bajo precio.
Un hermano cuenta otra historia. Un joven se iba a casar con una joven. Y cuando ellos estaban en el altar para recibir la bendición, se pusieron cinco muchachas al lado de la novia. La novia se sintió molesta. Entonces le habló al oído al novio: ‘¿Quién son éstas?»’. ‘Estas fueron…’, no sabía cómo explicar. ‘Yo me relacioné con todas ellas, pero yo te amo sólo a ti’. Él les había hablado de amor a todas ellas, por eso, el día del casamiento, todas estuvieron allí. Ellas creyeron en su palabra. Así, un pedazo de su corazón estaba con cada una de ellas. Pero nuestro corazón debe estar con aquella que el Señor ha reservado para nosotros.
A veces nosotros pensamos en ser fieles después del casamiento. Pero tú tienes que ser fiel a tu esposa antes del matrimonio. El Señor la está reservando para ti, y no quiere que tú seas infiel. Él quiere que tú le sirvas, y que esperes en él. Él te mostrará el tiempo correcto, entonces tú te vas a poder casar con ella. Entonces tú vas a poder glorificar al Señor, porque fuiste fiel. Y ese matrimonio va a ser fructífero. No vas a tener ningún peso en tu conciencia por haber defraudado a alguien, o porque alguien se haya quedado con un pedazo de tu corazón. Y porque tú te hayas quedado con algo de alguien, que no te pertenecía. Es por eso que precisamos entregar nuestros corazones al Señor.
El Señor se preocupará por ti
Yo quiero leer un pasaje de Jeremías, y después hacer un llamado. Jeremías 2:33. Esta es la experiencia de Dios con Israel. Dios quería ser su único amor, pero Israel no quiso. Y mire lo que Dios les dice: «¿Por qué adornas tu camino para hallar amor?». El Señor les pregunta por qué ellos adornaban su camino para buscar amor. El gran problema nuestro es que nosotros queremos buscar amor, un amor que nos satisface a nosotros mismos. Nosotros somos carentes, y queremos ser satisfechos. Pero el Señor dice: «¿Por qué adornas tu camino para hallar amor?». Tú no necesitas buscar amor. Tú necesitas estar en el Señor. El Señor es amor. Y el Señor va a proveer amor para ti. Es el Señor quien provee.
Prosigamos en Jeremías 3:4: «A lo menos desde ahora, ¿no me llamarás a mí, Padre mío, guiador de mi juventud?». ¿Es el Señor el guía de tu juventud? ¿Tú sabes que él es tu Padre? ¿Cuántos aquí quieren entregar su juventud al Señor, para que él sea el guiador de ella? Si el Señor es el guiador de tu juventud, tú no vas a errar. Tú vas a dar en el blanco. Tú vas a servir al Señor, no vas a perder tu tiempo. El que estará preocupado por tu novia o tu novio es el Señor. Porque tú eres una persona importante para él. Tú estás sirviendo al Señor y él no se va a olvidar de ti. Tú no necesitas preocuparte de eso. Tú necesitas preocuparte del Señor, en cómo agradar al Señor. Tal como los hermanos de Macedonia. Ellos se dieron «primeramente al Señor, y después» –dice el apóstol Pablo– «se dieron a nosotros, por la voluntad de Dios». Ellos se dieron primeramente al Señor, y después se dieron a los hermanos por la voluntad del Señor. Si tú te das al Señor, él te va a dar el compañero o compañera, y tú te darás a tu compañero o compañera, según la voluntad del Señor.
¿Ustedes quieren eso? ¿Ustedes quieren escoger la mejor parte? Cuando nosotros nos damos al Señor entonces esperaremos en él.
Yo no necesito decir que no debemos esperar que él nos dé una persona inconversa. Él nos va a dar una persona según su corazón. Unirse a un yugo desigual es como si –vamos a suponer– algún creyente se sube en una tarima, y trata de levantar a alguien no creyente hacia arriba. ¿Qué es lo más normal que suceda? Que el que está abajo pueda más, y tire al creyente hacia abajo. Entonces no necesitamos decir que el Señor ni siquiera quiere que pensemos en casarnos con un incrédulo. Porque tú te vas a casar con el dios de él. Tú tendrás que servir en el templo en que él sirve. Porque no hay acuerdo entre el templo de Dios y los ídolos. Tú también vas a participar de todos sus pecados, porque tú harás un pacto. Tú serás co-partícipe con toda su vida anterior; con todos sus pecados. Por eso es que el Señor advierte, para que ningún cristiano se case con una persona que no sea cristiana. No necesito decir nada más acerca de eso.
Si ustedes están tomando esta opción con alegría, entonces ustedes serán vencedores. Ustedes sólo perderán si el Señor perdiere. Mas sabemos que el Señor nunca pierde. ¡Aleluya!
Extractos de un mensaje impartido a los jóvenes en el Campamento de Rucacura, 2007.