El pasaje de Efesios 3:17-18 expresa el deseo de Pablo de que los efesios sean capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
¿Qué es aquello que tiene anchura, longitud, profundidad y altura? ¿A qué o a quién se refieren esas dimensiones? Normalmente se piensa que es el amor de Dios en Cristo. Sin embargo, es recién después de mencionarse esas dimensiones, que se dice «y de conocer el amor de Cristo», como si se tratara de algo diferente.
¿Se refieren a algo o a alguien? Si miramos atentamente el antecedente, veremos que se trata de Cristo mismo: «Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender…» (v. 17).
Ahora bien, ¿cuál es la anchura de Cristo? En griego, la palabra correspondiente aparece sólo en Apocalipsis 20:9, para referirse a la «anchura de la tierra», y en Ap. 21:16, para referirse a la anchura de la nueva Jerusalén. La anchura de Cristo es, pues, la anchura de la tierra (y el oriente está indeciblemente lejos del occidente), y también la de la ciudad santa, su iglesia. ¡Qué simbólico! ¡Qué significativo!
¿Cuál es la longitud de Cristo? Es tanta como la escalera de Jacob, que unía el cielo con la tierra, los dos extremos del universo. Salva la distancia mayor, uniendo la santidad excelsa e inaccesible de Dios con la negrura más densa de nuestro estado pecaminoso. Cristo unió el cielo con la tierra.
¿Cuál es la profundidad de Cristo? Para descubrir la profundidad de Cristo tenemos que entrar en las honduras de su tierno corazón, donde caben todos los hombres.
¿Y cuál es la altura de Cristo? La palabra griega para «altura» también es usada en Efesios 4:8, para referirse a la altura de los cielos. Cristo está hoy glorificado en el cielo, pero sus pies están sobre la tierra, y camina sobre ella por medio de la iglesia.
Cristo es el Nuevo Hombre, el Hombre Espiritual, que, a diferencia de nosotros, no sólo tiene estatura, o anchura, sino que tiene todas las maravillosas dimensiones de la nueva creación.