Desde Betania, en tu partida,
nostalgia inmensa inundó mi ser;
no quisiera ya tocar mi arpa,
¿cómo hacerlo, si no estás aquí?
En la fría noche de mi soledad,
en sosiego pienso sólo en ti,
el tiempo ha pasado, y estás lejos,
mas tú prometiste regresar.
Aunque aquí de tu presencia goce,
de ti nostalgia siempre siento yo;
aun gozando de tu amor inmenso,
anhelo el día en que has de venir.
Aun teniendo paz me siento solo,
por ti suspiro en mi peregrinar;
jamás mi alma tiene pleno goce,
hasta que tu rostro pueda ver.
Recuerda tu promesa, oh amado,
ven pronto, atráeme hacia ti;
tantos días y años han pasado,
cansado estoy, acuérdate de mí.
Tus pisadas siento tan distantes,
¿cuánto tiempo aún ha de pasar?
Mi voz elevo a ti desde la noche:
¡No tardes, ven y llévame, Señor!
Sé que tú también anhelas regresar
y alzarnos a tu gloria eternal;
por eso te pido no demores más;
ven de prisa y llévanos a Dios.
Oh, ven, Señor Jesús, tu iglesia clama.
¿No oyes de tu novia el suspirar?
Mirando al cielo, dice con nostalgia:
¡Amado mío, no tardes, vuelve ya!