Christmas Evans
(1766-1838)

El título del Salmo 22 es «Ajelet Sahar»: el ciervo matutino. Todo el Salmo se refiere a Cristo, y contiene muchas cosas que no pueden ser aplicadas a otro: el partimiento de sus vestidos, el echar suertes sobre ellos, etc.

Cristo es descrito como un ciervo hermoso, tierno, manso, asustado por los cazadores en el alba del día. Herodes empezó cazándole tan pronto como apareció. La pobreza, el aborrecimiento de los hombres y la tentación de Satanás se añadieron al acoso. Siempre hubo algún «perro» o «toro» o «león» dispuesto a atacarle. Después de su primer sermón, los cazadores se juntaron a su alrededor, pero él fue más ligero y escapó.

Cristo halló el Calvario, que era una colina peñascosa, rasgada y terrible, «una montaña de división». De ahí fue acosado por los cazadores hacia el borde de los espantosos precipicios de inminente destrucción, en tanto que le rodeaban y le azuzaban las bestias de presa y los monstruos de la selva infernal. Los «toros de Basán» le hirieron con sus cuernos; el gran «león» rugió, y el «perro» hincó sobre él sus dientes.

Pero él se libró de ellos. A su tiempo inclinó la cabeza y entregó su espíritu. Fue enterrado en una tumba y sus atacantes consideraron que su victoria era completa. Pero no habían considerado que era un «ciervo matutino». Sin duda alguna, a su debido tiempo escapó de la red del cazador y puso sus plantas sobre los montes de Israel, vivo, para no morir más.

Ahora está con María Magdalena en el jardín, dando evidencia de su propia resurrección; en un momento se halla camino a Emaús, animando a los discípulos, desconcertados y tímidos. No le cuesta nada ir desde allí a Galilea, a sus amigos, y de nuevo al monte de los Olivos, «a los montes de las especias», llevando consigo el alba matutina, vestida de vida y hermosura para siempre.