La Creación vista por los estudiosos de la Biblia.
El capítulo 1 de Génesis ha sido objeto de muchos debates y controversias. Ha sido examinado con los más poderosos microscopios que la ciencia ha desarrollado. Muchos científicos famosos de diversas áreas del conocimiento se han dedicado con gran esfuerzo a desentrañar el principio de todas las cosas. Las conclusiones alcanzadas se contradicen entre sí, y muchas de ellas han caído en el descrédito con el mismo avance científico.
Soberana, la Palabra de Dios, permanece inmutable para siempre. Singular en su grandeza, este relato espléndido tiene la marca indeleble del Autor, la mano magnífica del Creador, de Aquel que llamó a la existencia todas las cosas.
Si existe algo en la Biblia que pudiera parecer discrepante, fuera de moda, no científica, una cosa sin duda es real: la Palabra de Dios jamás falla; nosotros, en cambio, siempre estamos errados.
Buenos cristianos, estudiosos de la Palabra de Dios, también se han dedicado al estudio profundo del primer capítulo del libro de Génesis. Sin embargo, las conclusiones alcanzadas igualmente han divergido en algunos puntos, haciendo que tengamos hoy básicamente tres líneas de pensamiento distintas sobre la creación de Génesis 1.
Estos modelos (así denominados porque sugieren, basados en hechos bíblicos y científicos, el tiempo y la secuencia en que la creación fue hecha) serán descritos aquí; pero el orden en que serán presentados no hace ninguna referencia a la exactitud de los mismos.
Modelo de Día-Era
Muchos expositores de la Biblia tienden a interpretar el registro de Génesis considerando que la creación sucedió durante las eras geológicas (se entiende por eras geológicas, períodos definidos de tiempo de centenares de millones o billones de años, correspondientes a grandes transformaciones ocurridas en la capa terrestre). Para que se pueda entender mejor lo que esto significa, toda vez que la Biblia menciona seis «días» de obra creadora de Dios, esta «semana», según esta línea de pensamiento, debe ser ampliada de forma tal que pueda incorporar toda la historia de la tierra, desde su instante inicial hasta, e inclusive, el hombre. Con este enfoque, los «días» deben corresponder, por lo tanto, más o menos a las eras determinadas por la Geología.
Los que creen de esta forma, basan sus argumentos en una posible concordancia (surgiendo de ahí el término ‘concordismo’, que es otro nombre de esta teoría), o relación entre el orden de la creación de la tierra en Génesis 1 y la secuencia del desarrollo de la tierra en sus varias formas de vida como es representada por estas eras geológicas. En otras palabras, esto quiere decir que tanto en Génesis como en la Geología, primeramente debe ir el universo inorgánico, luego las formas simples de vida, y después las más complejas, y finalmente el hombre.
El punto más fuerte de esta teoría es la armonía aparente generada entre el Génesis y la Geología.
Otro argumento utilizado por la teoría del Día-Era, además del deseo de obtener una concordancia con la teoría geológica, es que la palabra hebrea ‘yom’ no siempre indica un día, literalmente hablando. El soporte bíblico más utilizado para justificar esta afirmación se encontraría, probablemente, en 1ª Pedro 3:8, o el Salmo 90:4.
Según este modelo, en los dos primeros capítulos de Génesis la palabra ‘día’ es utilizada como sigue:
a) En el versículo 5 su significado es luz del día.
b) Un día marcado por tarde y mañana.
c) En el versículo 14 significa luz del día en contraste con la noche.
d) La expresión para «días» significa día de 24 horas.
e) En Génesis 2:4 ella se refiere al período entero de la creación.
Un argumento para esta interpretación es que el ‘día’ en Génesis 1 se refiere a un período de tiempo con principio y fin. El relato bíblico sería entonces una descripción de eventos sin ninguna preocupación por el tiempo en que se desarrollan los mismos.
Otro punto que se sostiene es que para cada día de creación los eventos relacionados fueron apenas iniciados, pero la realización completa se dio durante un período de tiempo posterior. De este modo la Naturaleza se convierte en una herramienta en las manos del Espíritu de Dios para llevar a cabo todo aquello que fuera iniciado.
La expresión «tarde y mañana» puede tener diversas interpretaciones, tales como un período de descanso seguido por un período de acto creador. Si alguien considera metafórica la interpretación de la palabra ‘yom’ entonces la misma postura debe adoptarse ante la expresión ‘tarde y mañana’. Esto no significa necesariamente que existiese un período de tinieblas de un millón de años seguido por otro período de luz de un millón de años. Sería como la descripción de las etapas necesarias para construirse un automóvil. Aunque tales etapas puedan ocupar aproximadamente el mismo número de frases en ser descritas, el tiempo ocupado en cada etapa es obviamente diferente. Según esta analogía, los días de Génesis no necesariamente deben corresponder con los tiempos de las eras geológicas. Dentro de este aspecto existen los concordistas estrictos y los concordis-tas moderados, que divergen entre sí en lo que se refiere al grado de armonía exigido por el relato de Génesis 1 y el registro geológico.
Por causa de Agustín, este modelo ha sido también denominado «Teoría del día divino». Personas de esta línea de pensamiento tienen en Agustín uno de los precursores de esta idea. Sin embargo, él vivió antes de las modernas teorías geológicas. Agustín no los denomina días geológicos; lo que él realmente sostiene es que los días de la creación son tan grandiosos, tan majestuosos, tan profundos que no se les puede considerar como días meramente divididos por el sol. Debemos considerarlos como días divididos por Dios. Son días de creación y no días solares.
Esta teoría también ha sido incorrectamente llamada de ‘evolución teísta disfrazada’, pero su nombre correcto sería de ‘creacionismo progresivo’. La evolución teísta asume la creación como una línea continua, desde los aminoácidos en las aguas prehistóricas hasta el hombre, traspasando toda obra divina a la naturaleza. En el creacionismo progresivo, en cambio, se enseña la actividad trascendente de Dios. No existe ahí una vida continua desde la ameba hasta el hombre, sino los grandes grupos de criaturas vivientes. Las grandes familias vienen a existir por el acto creador del Dios Todopoderoso.
Modelo de los Seis Días
El registro de Génesis capítulo 1 puede ser igualmente visto de otra forma, diferente de la abordada anteriormente. Este otro modo, interpreta el capítulo inicial de la Biblia como habiendo ocurrido la creación del mundo en seis días. En este caso, los que aceptan esta forma de pensar, consideran el día en su forma literal, o sea, día solar de veinticuatro horas.
Según este modelo, la tierra es joven y no tan antigua como los geólogos han establecido en sus tratados. Uno de los puntos que la Geología sostiene contra una tierra reciente, es el hecho de que se hayan descubierto fósiles. Basándose en ellos y en las metodologías especiales, los científicos calcularon el nacimiento de la tierra en torno a los cuatro billones y medio de años.
Este modelo, sin embargo, atribuye al diluvio de la época de Noé todos los vestigios encontrados en las rocas del todo el mundo. El uniformitarismo sostenido por la geología quedaría entonces explicado de esta forma. La obra de creación de los seis días se habría desarrollado, según Morris, de la siguiente forma:
Día 1: Energizamiento de los elementos físicos del cosmos.
Día 2: Formación de la atmósfera y de la hidrosfera.
Día 3: Formación de la litosfera y de la biosfera.
Día 4: Formación de la astrosfera.
Día 5: Formación de la vida en la atmósfera y en la hidrosfera.
Día 6: Formación de la vida en la litosfera y en la biosfera.
Día 7: Descanso de la obra de creación y formación.
En este modelo, la semana de la creación es continua, sin ningún intervalo de tiempo como sugieren algunos, siendo un prototipo de todas las semanas subsiguientes – siete días literales.
Otro punto de relevancia consiste en que se considera la creación «madura» desde su nacimiento. No hay necesidad de crecimiento o desarrollo desde principios más elementales. Adán y Eva son una prueba de este punto de vista, puesto que fueron creados adultos, maduros.
La luz creada en el primer día tendría su origen en los astros pre-energizados incluso antes de la creación del sol y la luna, ocurrida en el cuarto día.
Sin ninguna duda, durante mucho tiempo, muchos estudiosos de la Biblia, teniendo este tipo de visión, han procurado armonizar el relato de Génesis 1 con los datos sostenidos y descubiertos por la Geología.
El modelo del «GAP»
Hasta hace poco, la teoría de que los fósiles hubiesen sido producto del diluvio de la época de Noé fue aceptada de manera casi absoluta. Sin embargo, a medida que la capa terrestre siguió siendo estudiada, comenzó a quedar claro que el proceso de formación de las rocas no podía restringirse al período de un año del diluvio. Se trataba, entonces, de un período del orden de millares, o tal vez millones de años. De este modo, la Geología puso las teorías existentes en jaque.
Fue entonces que Thomas Chalmers observó que en los primeros versículos de Génesis, específicamente entre el primero y el segundo, el elemento tiempo no estaba siendo considerado. Esta nueva visión de Génesis 1:1 y 1:2 cambió radicalmente el escenario vigente. La propuesta de Chalmers era la creación (Gn. 1:1), seguida de una catástrofe (entre Gn. 1:1 y Gn. 1:2, inclusive 1:2), y la re-creación (a partir de Gn. 1:3). De este modo, Gn. 1:2 representaría un intervalo de tiempo de duración desconocida (surgiendo de ahí el término «gap», que en castellano significa «intervalo»). Esto trasladaría la creación original al versículo 1:1, cuando la tierra habría sido creada. Así, la Biblia y la Geología armonizaban casi plenamente.
Esta teoría tuvo su «canonización» con un trabajo de G. H. Pember –«Las Eras más antiguas de la Tierra», publicado en 1876 y reeditado frecuentemente–, y fue también adoptada por Scofield en su Biblia comentada, con lo que este modelo alcanzó gran difusión.
Henry Rimmer, científico cristiano de profundo conocimiento de la Biblia, defendió con vehemencia esta teoría. En uno de sus varios libros, «La ciencia moderna y las Sagradas Escrituras», Rimmer incluyó hechos interesantes relacionados a la creación, siempre teniendo el modelo de «gap» como telón de fondo.
El apoyo bíblico estaría principalmente en los versículos de Isaías 45:18, Jeremías 4:23-26, Isaías 24:1, entre otros. Basándose en ellos, el Señor nunca habría creado la tierra desordenada y vacía. Y, siendo así, el primer capítulo de Génesis, a excepción del versículo 1, no se referiría a la creación, sino a la re-creación de la tierra. Se trata simplemente de la reorganización de un desorden (o caos) que tuvo lugar en el intervalo de tiempo entre los versículos 1 y 2. Estos estudiosos creen que la caída de Lucifer fue el agente causante de esta situación caótica.
Otro argumento plantea la diferencia entre los verbos hebreos utilizados para crear y hacer, respectivamente ‘bara’ y ‘asah’. El punto clave abordado aquí, es el hecho de que el versículo 2 haya quedado con su sentido distorsionado por causa de una traducción incorrecta del hebreo. ¿Sería este versículo mejor traducido como «pero la tierra se volvió una ruina…?». Existe ahí también una diferencia tremenda para la traducción del conectivo ‘waw’.
El Dr. Arthur Custance, en su libro «Desordenada y vacía» analiza con gran profundidad este asunto. Según él expone en su libro, la cuestión en este asunto nos es: ¿Cuál es la evidencia geológica?, sino ¿que es lo que el pasaje quiere realmente decir? Y luego sigue un estudio exhaustivo donde se muestra que el término hebreo ‘hayetha’ sería traducido de forma correcta por ‘se volvió’, y no por ‘estaba’.
Sin duda, el estudio realizado por Custance fue bastante profundo, explicando las palabras consideradas claves a lo largo de toda la Biblia.
Nuestra posición
Ante esto, nuestra posición puede ser una sola: La Palabra de Dios tal como es revelada en la Biblia es infalible; sin embargo, la interpretación humana de Su Palabra no es infalible.
Con todo, podemos concluir que el entendimiento correcto de la revelación de Dios sobre el origen del universo sería una de las teorías aquí presentadas, o más probablemente, una combinación armoniosa de estos tres modelos.
Mario Campos, «Á Maturidade».