Cuando nuestro Señor pronunció sus últimas palabras en la cruz del Calvario, los llamados «gemidos de la cruz», nos dio una vislumbre de la profundidad de la obra que estaba realizando allí en su muerte.

Consideremos brevemente entre esos «gemidos» la expresión «Consumado es». La palabra griega usada en Juan 19:30 es Tetelestai. Este era un término de uso común entre el pueblo de aquella época, y expresa una rica gama de significados. Por lo menos cuatro clases de personas lo utilizaban comúnmente.

Los comerciantes usaban esta expresión para declarar pagada una deuda, emitiendo para ella al deudor un recibo con la palabra tetelestai, que significa «cancelada». El apóstol Pablo nos dice que nuestro Señor anuló el decreto de deudas que nos era contrario, clavándolo en la cruz (Col. 2:14). ¡Qué tremendo precio pagado!

Los sacerdotes judíos también la utilizaban luego de examinar los sacrificios que serían ofrecidos, declarándolos «sin defecto». Nuestro Señor fue examinado por las autoridades religiosas y políticas, y uno de ellos declaró:«No hallo en él ningún delito». ¡Qué perfecto sacrificio! Nuestro Señor «entró en el Lugar Santísimo, una vez para siempre, habiendo obtenido eterna redención».

Los siervos también la usaban para comunicar a sus amos el término de un servicio que se les había encomendado. El sentido de tetelestai aquí es «terminado». En su oración al Padre, nuestro Señor dice: «Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese». La palabra «acabar» aquí en Juan 17:4 también es Tetelestai. ¡Cuán grande es nuestra seguridad al oír al mismo Hijo de Dios declarar que su obra está concluida, y que en nada puede ser disminuida!

Y también la usaban los artistas. Por ejemplo, cuando un pintor, al concluir una tela, tomaba distancia de ella para observarla, podía declarar Tetelestai, porque allí estaba su bella obra concluida. Nuestro Señor nos hizo «hechura suya» (la palabra aquí es ‘poema’, que también es una obra de arte). Fuimos creados en Cristo Jesús «para buenas obras». La iglesia se tornó la galería de arte de Dios, donde él expresa ahora y en el futuro su multiforme sabiduría, por causa de la obra consumada en la cruz del Calvario.

¡Cuán grande privilegio para nosotros, pecadores destituidos de la gloria de Dios, haber sido hechos obras de sus propias manos! Concédanos el Señor que nuestros ojos sean alumbrados para ver más de su gloria, de la gloria de su obra consumada en la cruz, y de «las riquezas de la gloria de su herencia en los santos».

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