Que al esperarte a ti Jesús, yo pueda,
seguir la trayectoria de tu huella,
por el camino justo y sin retorno,
prendido en la obediencia de tu ejemplo.
¿Qué nada justificará a mi carne?
La cruz habrá de hacer la diferencia;
sujeto a ti, sobre el madero cruento,
renuncio a mi defensa, y en ti muero.
Abunda tú, oh Cristo, en este ensayo;
prepárame en la dignidad del reino
que tienes por tu gracia proyectado,
que sólo para estar contigo, vivo.
El trecho se hace angosto cada día,
también tu cercanía es inminente.
Si lloro es por no ver que todavía
no asomas como tú lo prometiste.
Que si declino mi perfil, prefiero
gozar de tu cautividad de gloria,
del día de mi redención completa.
¡Es todo lo que añoro aquí en la tierra!